No pretendo en esta crónica repasar la extensa, y tan a menudo poco solvente, oferta gastronómica asiática de nuestro país, sino que me dispongo a apuntar las dos que más me atraen o, al menos, que con más asiduidad visito.
En un extremo, el barcelonés Ken, tradición y ortodoxia japonesa, y en el otro, el madrileño Kabuki, cocina nipona con firma de autor pero respetando su autenticidad de sabores.
Restaurante Ken
Como se ha apuntado, el restaurante Ken es tradición, ortodoxia, pero también es: intensidad de sabores como lo demuestran sus fideos y gyozas de verduras y ternera; máxima calidad en los productos, pues en Ken se sirve del mejor atún, calamar y, especialmente, salmón de Barcelona; y técnica, como se desprende del trato que ofrecen al arroz, siempre en su punto y conformando makis y sushis perfectos.
En definitiva, en el local de Sarriá uno puede disfrutar de una comida tradicional japonesa de altísima calidad, sin despreciar su oferta culinaria menos convencional, pues el calamar a la plancha con salsa agridulce y crujiente de manzana, o la mayoría de las brochetas que se sirven, merece también degustarse.
Precio: 30 € + vino
Calificación: 13/20
Restaurante Kabuki
En Kabuki, después de disfrutar de su increíble sushi, ya sea de pez mantequilla con trufa negra, de sardina ahumada, de carne de kobe, de erizo de mar, o de anguila; de sus platos insignia como el hígado de rape al vapor, la tempura de ortiguillas de mar y pimientos de Guernika o la ventresca de atún con huevas de caviar de mújol, angulas y huevo de corral, uno descubre el verdadero potencial de la cocina nipona, y que, a diferencia de un muy arraigado prejuicio popular, se trata de una cocina que permite un elevadísimo valor añadido.
Por todo ello, Kabuki se hace merecedor de una obligada visita, aunque sea también en el madrileño restaurante donde uno descubre que la cocina dulce no es la mejor especialidad de la cultura gastronómica nipona, pues para que los postres estén a la altura del resto de la comida, en Kabuki se recurre a la mano de Oriol Balaguer para ofrecer el último bocado de un, seguro, fantástico ágape.
Precio: 60 € + vino
Calificación: 14/20
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