jueves, 14 de enero de 2010

Malos humos

Son incontables las opiniones formuladas a propósito de la prohibición absoluta de fumar en bares y restaurantes anunciada para este año 2010 por parte de la ministra Trinidad Jiménez (el pingue, Philippe Regol y un largo etcétera) mas, y aunque tengo la certeza que nada nuevo puedo aportar a un debate casi consumido, no quiero dejar escapar la oportunidad de decir la mía.

En este sentido debo posicionarme en el bando abolicionista de los privilegios de los fumadores, pero eso si, con matices.

Creo que, como durante tantos años penosamente ha sucedido, anteponer el vicio de unos ciudadanos consentidos a la salud de los trabajadores de una profesión tan esclava es un síntoma de una sociedad enferma, de individuos egoístas, devoradores de derechos e impermeables a los deberes, y deviene un/el argumento irrefutable a favor de la prohibición absoluta de fumar.

Comparto también la extendida argumentación prohibicionista sobre que difícilmente se puede tener una experiencia gastronómica completa sin contar con el olfato (qué sería de mis tan queridas trufas blanca y negra, de la sutileza aromática del Pinot Noir...), sentido al que los fumadores te obligan desconsideradamente a renunciar, mas al amparo de un olfato libre de contaminación para poder disfrutar plenamente de un ágape deberíamos también sancionar a aquellas cocinas mal aisladas, a los restaurantes que desinfectan la sala con productos más potentes olfactivamente que el mismo tabaco (me sucedió en mi última visita a Hisop) e, incluso, a aquellas personas que deciden abusar de los perfumes y que te obligan a sentir su presencia durante toda la comida (me ocurrió recientemente cenando en Libentia, y si a mi me molestaba, ¿qué sentirían las personas que compartían su mantel?). Permitidme un salto discursivo apara rendir un merecido homenaje a las fantásticas creaciones inspiradas en la alta perfumería que prepara el pequeño de los hermanos Roca.

Rendido merecido tributo, y retomando lo que nos ocupaba, me gustaría referirme a lo que constituyen mis matices, antes apuntados, al abolicionismo absoluto. En este sentido, considero que la cultura de la copa y el puro constituyen, en ocasiones, un elemento importante en determinados encuentros gastronómicos a la vez que nos regalan pequeños, o grandes, placeres como ver encender un puro tras una magnífica cena a nuestra campeona mundial en encendido de Habanos y maître de la Sucursal (Valencia), Manuela Romeralo.

Por todo ello, uno considera que obligar al servicio de sala a elegir entre su salud y un trabajo que, en muchos casos, es vocacional es un acto de injusticia intolerable, sin embargo, soluciones como reservados para fumadores suficientemente acondicionados, esto es, dotados de una notable ventilación (no como actualmente), podrían considerarse como soluciones adecuadas que permitirían conservar la cultura de la magnífica conversación puro en mano que, en caso de tratarse de un Espléndido de Cohiba, una pirámide de Cuaba, o un Open de Montecristo puede extenderse por más de una hora.

Nos toca ceder a todos, aunque en esta ocasión, y por una cuestión de justicia histórica, tal vez algo más a los fumadores.

4 comentarios:

  1. ... De acuerdo. Pero nótese que dices "soluciones como reservados para fumadores suficientemente acondicionados, esto es, dotados de una notable ventilación".
    Curiosamente, es lo que la actual ley daba como opción a los restauradores, si éstos se oponían a ser negocios para todos, no-fumadores, y se centraban únicamente en los fumadores. Pues la ley va a corregir precisamente eso, que casi nadie acondicionaba su local, si lo hacían lo hacían pésimamente. Los únicos que no se quejan son los restauradores que optaron por calificar sus negocios como de no-fumadores, lástima que fuesen minoría.
    manumenorca.

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  2. Se que lo que apunto es lo que reza la actual legislación salvo por el hecho que yo entiendo que todos los locales deberían ser no-fumadores y sólo en aquellos que dispusiesen de una zona habilitada al efecto se podría fumar.

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  3. manumenorca otra vez14 de enero de 2010, 21:05

    ... Así me gustaría a mí también. A final de mes me llevo a toda la familia a celebrar mi cumple. Niñas pequeñas de 2 años, abuelas, una con asma... Tengo pocos días para superar ese peregrinar de rte en rte para solventar el farragoso " y aquí se puede fumar? Sí? pues adios, os lo perdeis"

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  4. Creo que sería mejor para las autoridades, los clientes y los restauradores si habláramos de "separación del consumo de alimentos y tabaco" más que de prohibición de fumar. Es lo mismo, pero suena menos polémico. Al final lo que deseamos la mayoría de los clientes es que no se nos fume cuando nos alimentamos.

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