¡Cada día mejor!
Hay muy pocos restaurantes (el restaurante Mont Bar de Ana Merino e Iván Castro sería otro) de los que pueda decir que siempre he comido mejor que la vez anterior, pero del análisis de la decena, mal contada, de visitas realizadas al restaurante Espai Kru en sus algo más de tres años de vida, no cabe otra que concluir la sentencia que abre y que también cerrará esta crónica.
Y el restaurante Espai Kru se supera a diario pues, por difícil que pueda parecer, cada día afina más la melodía de seducción que conforman producto -¡Productazo!- y una creatividad -contenida y sesuda, esto es, alejada de efectismos y de modas- puesta al servicio de éste:
Hay calamares, y luego los están los del restaurante Espai Kru (tersos pero mantecosos y, sobre todo, dulces -una suerte de golosina del mar-).
Hay “Play-Doh’s”, túnidos pálidos -más indigestos que algunas melodías de la tuna-, atunes rojos, en otra liga juegan los de los Balfegó y de otra galaxia son las piezas y los cortes que se sirven en el restaurante Espai Kru.
Hay derivados del petróleo -con los que tantos restauradores, además de darnos gato por liebre, nos intoxican-, chinas -de allí vienen y eso son-, y trufas, y solo las mejores (1.000€ la negra y algo más de 4.000€ la blanca -la calidad tiene un precio-) entran en el restaurante Espai Kru.
Un Espai Kru que destila la esencia de los Iglesias y de los Adrià, pero que jamás hubiese alcanzado sus actuales cotas de excelencia sin la figura de Ever Cubilla (Premio Tendencias de El Mundo al mejor creador emergente de 2015, bien escudado en la siguiente foto por Carolina (jefa de cocina del restaurante Espai Kru) y Sicilia (una de sus jefas de partida)).
Un restaurante Espai Kru -no necesita una Estrella para brillar pero, sin duda, la merece- del que, en mi penúltima cena del 2015, disfruté a través de:
La excelencia del pan de algas D.O. Triticum y de la cornicabra toledana de El Molinillo.
Unos impecables bocados de almeja, menta, apio y lima.
Una untuosa composición de zamburiña, erizo, soja, yema de huevo, wasabi y rábano.
Un sashimi de calamar y de dorada, cuya calidad de productos y acertado aderezo (sal, lima y calamanci (una suerte de cruce entre lima y mandarina)) me obliga a gritar ¡Best ever! ¡The best Ever!
Una sabrosísima caballa marinada (5 minutos en sal y otros tantos en vinagre) con setas aderezadas con soja, sake y jengibre.
Un fresco, complejo y profundo taco (de pepino) de vieira, erizo, fresas, dos leches de tigre (con ají rojo y amarillo) y cilantro.
Unos excelentes tallarines de calamar con mole de aguacate, erizo, jugo de algas, lechuga de mar frita, y shiso.
Una auténtica pieza de alta joyería bautizada como “Secuencia del atún”. Joya en la que se engarzan tres piezas de toro (textura y profundidad de sabor), dos de sutoro (textura, delicadez y dulzor) y una de lomo (de los mejores que he probado) aderezadas con trufa blanca, caviar, soja, wasabi y un ligero soasado. ¡Por esta pieza, me haría butronero!
Una irregular ensalada de cogollos, sus brotes, cítricos (naranja y kumquat), bacalao negro, ajoblanco y Gordal (emulsión). Y digo irregular pues, en esta versión del remojón andaluz el kumquat y la Gordal se llevaban por delante el resto de sus partenaires.
Dos divertidas y sabrosísimas expresiones de “Food porn”:
Mollete chino frito de langosta yakitori, con curry, sisho y lechuga; y
Empanadilla (de maíz morado) de cochinita pibil con pico de gallo.
Un magnífico carpaccio de Wagyu con setas (shimeji), encurtidos y pane carasau que, en boca, se presentaba como la mejor de esas hamburguesas guarras que todos hemos comido y de las que ahora abjuramos -Ever es el King-.
Una refrescante versión de la piña colada.
Unos pesados buñuelos de ron con chocolate. Un postre impropio de la cocina de Ever y que invertía la tendencia ascendente observada en mi última visita en relación con los dulces del restaurante Espai Kru -su Talón de Aquiles-.
Y unos impecables helados de nata y de turrón -exigencia del goloso patológico que llevo dentro y que no quería que el mejor ágape en el restaurante Espai Kru lo cerrase uno de los peores postres que le he probado-.
En definitiva, y porque la calidad del producto es ya insuperable y poco más puede exprimirse la mollera de Ever, no sé si en mi próxima crónica sobre el restaurante Espai Kru podré arrancar con un “¡Cada día mejor!”.
Bodega: A falta de Paco, muy buen trabajo de uno de sus hombres: Dídac. De la interesantísima selección de vinos ecológicos y biodinámicos -la de “convencionales” no lo es tanto, por demasiado convencional- me quedé con: Chateau Paquita 2013 (Callet, Manto Negro, Monastrell y Syrah), Bodega Sistema Vinari, V.T. Mallorca; y Dominio del Urogallo Pésico 2013 (Mencía), Bodega Dominio del Urogallo, V.T. Asturias.
Precio: 90€. Precio medio: 60€-90€
En pocas palabras: Mucho más que la mejor marisquería en la que he comido.
Indicado: Para constatar que no hay gran restaurante sin un gran cocinero, un gran comprador y un gran comensal tras sus fogones.
Contraindicado: Para los que compran en la Sirena, no por necesidad, sino por gusto.
Lleida 7, Barcelona.
934 234 570
PD: ¿Qué tal esta crónica de párrafo corto? ¿Me animáis a adoptar este estilo como propósito para el 2016? O, os va el masoquismo y queréis que os siga dando la tabarra con esa pesada prosa que, todo sea dicho, tanto me divierte escribir.
Cuando uno lee tus entradas alimenta la mente y el estómago, por lo que dejarnos sin uno de ellos sería incluso cruel por tú parte...
ResponderEliminarEntiendo que a veces el tiempo no da para más, pero se agradece leer tu prosa
Un abrazo y feliz Año
Con una solo mente que alimente me basta para entender que no hay palabra de más.
EliminarGracias, Sergi, y feliz año.
Hola Eduard, bona tarda i Bon Any
ResponderEliminarsi a tu t'agrada la prosa, no et tallis, el Blog es teu...
mentres ens segueixis mostrant aquestes croniques per mi fantastic,
Salutacions
Gràcies i molt bon any, Toni.
EliminarLa prosa anirà i vindrà, les cròniques mai faltaran.
Salutacions,
Ja sas el què en penso... Sobretot sempre s'ha d'intentar ser genuí... i tu de paràgraf curt? Noooooo
ResponderEliminarSííííííííííííí!
EliminarDoncs el tamany dels meus paràgrafs sí que importa.