Ya de nuevo por tierras madrileñas, aunque solo por Código Postal, pues los padres de Abastos 2.0., con su Barra Atlántica, pretenden transportar a la capital lo mejor de su Galicia, toca poner el ojo, para que hinquéis el diente, en la gran aventura gastronómica que estos “cocineiros” han emprendido en Madrid.
Cruzo los dedos para que les vaya bien, pues quiero que mi Barcelona querida pueda, algún día, disfrutar de estos dos cocineros a los que el Mercado de Santiago unió.
Y Barcelona, o cualquier ciudad que se precie, anhelaría contar con las agallas -por su atrevimiento y por su buena mano con los frutos del mar- de Marcos Cerqueiro e Iago Pazos, pues el restaurante Barra Atlántica encierra uno de los mejores conceptos gastronómicos -todo buen restaurante lo necesita, pues de recetas solo vive el ama de casa- de los que he disfrutado en mucho tiempo.
Un concepto gastronómico que se construye, que se disfruta a partir de módulos, para hacer del restaurante Barra Atlántica una suerte de sabrosísimo Lego marino apto para todos los bolsillos, paladares y estómagos.
Y así es, pues, del restaurante Barra Atlántica puede disfrutarse a través de un menú (25€) de relación calidad-satisfacción-precio insuperable, de sus versiones extendidas (antes, con “picas” (+10€), durante, con más platos principales (+10€ por plato), o después, con postres (+5€)) o de un menú Festival (105€, bebidas incluidas) del que, más que mi inexistente apetito (el de la Barra Atlántica fue el último ágape de mi ruta gastronómica por Madrid y, además, venía de almorzar y merendar en La Tasquita de Enfrente), me impidió disfrutar el requerimiento de reserva previa con 48 horas de antelación (exigencia, en pro de la calidad del producto, más que comprensible).
Y a mi menú, con “bonus track” dulce, atendido a las mil maravillas por Arnaud (no fue suerte ni casualidad pues, con un leve ejercicio de cotilleo, uno advierte que la sala del restaurante Barra Atlántica es otro de sus muchos sumandos), le dieron forma:
Una excelente moluscada (todos abiertos al vapor) compuesta por: navajas con gel de mar; mejillones con guacamole, cebolla morada ligeramente encurtida y oxalis; y berberechos con lima aderezada con aceite y el jugo de los propios berberechos -el “primus inter pares”-.
Un magnífico cruce de tiradito, salpicón, ceviche y esqueixada de pargo, en el que el excelente aceite Olei (aceite de oliva virgen extra procedente de olivos autóctonos centenarios de las comarcas gallegas de Quiroga y Valdeorras) que lo aderezaba tenía mucho que decir.
Una interesante (por su textura ligera y crocante) y sabrosísima empanada gallega. Sin duda, su aireada y crocante masa tenía su qué, pero solo imaginando ese magnífico relleno, de listado (primo hermano del atún), cebolla y pimiento, emparedado en una masa tradicional, lloro -supongo que igual, aunque por distinto motivo, que las madres de las criaturas al ver la Empanada Gallega 2.0. que han parido sus niños-.
Una merluza frita que puede mirar de tú a tú a la célebre y celebrada de Francis Paniego (El Portal de Echaurren). El secreto: su impecable punto de cocción, su etéreo pero crujiente rebozado (elaborado con harinas de trigo y de maíz, cerveza negra y vodka) y la delicada emulsión cítrica que la acompañaba.
Una tan lúcida como lucida suerte de manzana al caramelo post atracones navideños, en forma de gajos de manzana Grany Smith impregnada en licor, con ralladura de lima y azúcar moscovado.
Y una notable composición de café, chocolate, kumquat, avellana y toffee.
En definitiva, ni AVE, ni Avión, ni A-6, la mejor conexión Galicia-Madrid es la que ofrece Abastos 2.0. y su Barra Atlántica.
Bodega: Carta de vinos que hace bueno el dicho “lo bueno, si breve, dos veces bueno”, pues está compuesta por un vino blanco y un vino tinto de cada una de las zonas vitivinícolas gallegas. Vinos, todos ellos, a 20€ (precios que, más que razonables, podríamos definir como ridículos). Mi elección: A Torna dos Pasas (Brancellao, Ferrol y Caíño), Luis A. Rodríguez Vázquez, D.O. Ribeiro (P.V.P. en tiendas: 15€).
Precio: 40€ (menú + postre extra + vino).
En pocas palabras: 2 grandes embajadores de la gastronomía gallega.
Indicado: Para comprobar que no hace falta ser rico para disfrutar de la riqueza gastronómica de Galicia.
Contraindicado: Para los que siguen menos teniendo una de las zonas más ricas gastronómicamente de nuestro país, viendo en ella solo una tierra de meigas, queimadas y Rajoy.
Gravina 17, Madrid
619 155 794
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