miércoles, 22 de abril de 2015

Brots Restaurant

Si a la pésima Dare Devil, Electra la hacía hasta digerible, Lobezno, sin el resto de los X-Men, era más indigesta que una fritanga.

Los Ewoks, descontextualizados de Star Wars, aportaban lo mismo que los platos de los actuales concursantes de Master Chef, esto es, nada.

Joey, sin sus “Friends”, era más soso que un huevo sin sal.

Y el éxito y valor televisivo de Aída, esa secundaria de 7 Vidas, son parejos al éxito y valor gastronómico de McDonald’s.

Viendo los derroteros por los que discurre la crónica de hoy, queda claro que su leitmotiv son los Spin-off.

Spin-off de los que el panorama gastronómico también está sembrado, aunque, su cosecha suele ser pobre pues a muchos de los que chefs que se atreven con este salto, tantas veces al vacío -peligrosa consejera es la temeridad-, les va como anillo al dedo eso de que “haría un buen negocio contigo comprándote por lo que vales y vendiéndote por lo que crees que vales”.

Sin duda, hay excepciones, como las del malogrado restaurante Libentia (el interesantísimo proyecto de grandes secundarios de los Alkimia, Saüc o Manairó, encumbrado como restaurante revelación en Madrid Fusión 2010 y que los egos echaron al traste), o la del restaurante que hoy nos ocupa, el Brots Restaurant que el belga Pieter Truyts -un cocinero con estrella y en toda su trayectoria rodeado de ellas (dos en los restaurantes Het Fornius y Het Molentje, y tres en el restaurante Comme Chez Soi)- abrió no hace ni un año en el corazón del Priorat.

Sería de recibo que, en este momento, os estuvieseis preguntado el Spin-off de qué casa de comidas es el Brots Restaurant, y la respuesta la encontraríais arrastrando el cursor hacia abajo, pues Pieter ha despegado, sin techo a la vista, desde la gran plataforma de lanzamiento que es el restaurante Can Bosch, en el que ejerció durante 8 años como jefe de cocina, como segundo de Joan Bosch.

Resuelta esta duda, ahora toca arrojar luz sobre la realidad del restaurante Brots.

Pues bien, Brots Restaurant, o el restaurante Brots –espero que Pieter, en pro de una prosa más biensonante, me perdone que entienda aplicable al nombre de su restaurante la propiedad conmutativa-, es una propuesta gastronómica tan sui generis como interesante, un local tan personalísimo como acogedor, y un servicio atento pero en absoluto a la altura del talento que encierran los menos de 10 metros cuadrados de la cocina del restaurante Brots.

Y ya por último, debo revelaros el contenido de mi almuerzo en el restaurante Brots, y del que saqué la convicción que, a diferencia de tantos restaurantes de provincia, de estar ubicado en el Ensanche o en el barrio de Salamanca sería, sin duda, uno de los restaurantes más destacados de las capitales catalana o española.

Almuerzo al que dieron forma:

Una interesantísima manita y media de aperitivos –mejores, por menos encorsetados, por más frescos, por más libres, que los degustados el día anterior en el restaurante Can Bosch-: embutidos caseros (lomo, longaniza seca al comino, paté de campaña, rillette de pato con curry y sésamo), piruleta de fideuá de setas –sin duda, el mejor-, crujiente de parmesano D.O. Can Bosch –ero, excelente- y salmón ahumado.

Un buen, aunque, de nuevo, de formato pequeño –los grandes, en toda la extensión de la palabra, panes de Barcelona se ve que todavía no han hecho las Américas-, servicio de panes caseros (blanco, integral y foccacia de tomate y vino tinto), regado con un notable aceite de la cooperativa de Poboleda.

Una sabrosísima montaña rusa de sabores y de texturas -¡Cuánto le gustan a mi paladar estas atracciones cuando detrás de ellas hay buen seso y buena mano!- en forma de un sashimi de caballa, cebolla dulce, compota de hierbas, mayonesa dulce de mostaza (se sustituye una parte del aceite por almíbar), pimienta rosa, eneldo, patata hervida y espárragos blancos. Sin duda, la mejor ensaladilla nórdica que he probado.

La deliciosa –sin duda, fue el mejor plato del almuerzo por el alarde de complejidad y equilibrio en que se erigía- excepción de que menos es más. Tetilla de vaca, sardinas ahumadas, mejillones al vapor, pan de curry, salsa de coriandro, comino, menta y tomate, crema de calabaza, zanahoria en crudo y alcachofas confitadas.

Un muy buen plato de vieiras, lengua de ternera, crema de topinambo, coliflor al curry, zanahoria y cebolla confitada.

Una notable, aunque algo dulzona –el denominador común de la cocina de Pieter, pero que aquí chirriaba- composición de anguila (guisada con soja y azúcar), setas, crema de estragón, crema de garnacha y patata confitada.

Un magnífico parfait de miel con ciruelas secas, piñones y vino rancio.

Un excelente helado de soja aderezado con avellanas y vainilla, al que una dulzona y de textura mejorable salsa de chocolate que lo pintaba y una presentación simplona le restaban bastantes enteros.

Y un cuarteto de petit fours que regalaron a mi paladar una irreprochable interpretación: madelaine de fresa y vainilla, speculoos, piruleta de chocolate blanco y vainilla, y polvorón de avellana y chocolate.

En definitiva, un gran restaurante con un todavía mayor potencial de crecimiento. ¡Cuántas alegrías me darás, Pieter!

Bodega: Interesantísima, y a precios de risa, carta de vinos que, sin dar la espalda a casi ninguna zona vitivinícola relevante, nacional e internacional, mira con mucho cariño al Priorat. La elección fue muy fácil, pues venía, y muy contento –no seáis malpensados, pues la mayoría de lo que paladeaba, aunque a regañadientes, lo escupía-, de catar los magníficos vinos que la pareja de Pieter, Silvia Puig, elabora en Torroja (Bodega Números Vermells). Acompañó mi almuerzo el vino En Números Vermells 2013 (Garnacha y Cariñena).

Precio: 50€. Disponen de tres menús: 45€ (7 servicios), 29€ (4 servicios), 27€ (3 pases); y el precio medio a la carta oscila entre los 35€ y los 50€.

En pocas palabras: Un Spin-off de Emmy.

Indicado: Para los que no aman al vino –pobrecitos- y buscan un pretexto para perderse por el encantador Priorat. El restaurante Brots bien vale el viaje.

Contraindicado: Para los que ante los enunciados de algunos platos siguen arrufando la nariz.

Carrer Nou 45, Poboleda (Tarragona)
977 827 328

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