¡Hoy triunfamos!
Y ello a pesar de que la “Guest Star” lució menos de lo esperado.
Dado que ya he desnudado la crónica, no os haré esperar para que podáis iros a la… mesa con el restaurante Trumfes.
Y el encuentro, gastronómico -para otro tipo de afers, os sobran direcciones web-, con este restaurante ceretano se me antoja como una cita ineludible si acudís a la llamada de La Cerdanya pues, el restaurante Trumfes…
Con su nombre rinde un merecido tributo al padre, al hijo y al Espíritu Santo de todos los tubérculos (así se conoce, por esas latitudes, a la patata).
Sus cabezas pensantes (un Pau Cascon y un Àlex Molas a los que la escuela Joviat unió) están, a pesar de su juventud, perfectamente amuebladas, y todavía interpretan mejor la función diaria -particularmente Àlex: un cocinero vestido de “maître” que da muchísimo lustre a la sala de su casa de comidas-.
Y su propuesta gastronómica llena hasta rebosar esa triple B de la restauración que tantos perseguimos y que tantos ofrecen, pero que muy pocas veces llegamos a abrazar pues casi siempre es publicidad engañosa -fuleros ellos, y necios nosotros-.
Buena, por sesuda y sabrosa, es su cocina.
Bonitos suelen ser sus platos, y bello y cálido es el marco en el que éstos se sirven.
Y barato es el restaurante Trumfes pues, al mirar la factura final uno siempre se lleva una grata sorpresa. El precio es un valor absoluto, pero la factura de un restaurante es siempre relativa. En este sentido, más caros se me antojan los 5€ de un McMenú, los 2€ de según qué croquetas -el uso, el abuso de la cuarta y de la quinta gama en restauración deberían estar tipificados en el Código Penal- o los 10€ de tantos menús mediodía, que los 50€ del menú degustación del restaurante Gresca o, por supuesto, que los 25€ del menú del día, y de la noche, del restaurante Trumfes.
Y de todo lo bueno, bonito y barato del restaurante Trumfes puede disfrutarse a través de su menú del día, a la carta o sucumbiendo a sus recurrentes menús temáticos (e.g. caza, trucha, setas, atún o trufa -el que desde ya nos ocupará-).
Un menú de trufa melanosporum del Berguedà, interesante -sobre todo para legos en la materia o poco “truferos”, pues en la mayoría de los platos se la relega a secundaria de lujo, y para bolsillos temblorosos-, al que dieron forma:
Un muy buen pan rústico de la “boulangerie” Les Pains Carolins de la vecina y francesa localidad de Saillagouse, acompañado por una correcta arbequina de Siurana.
La sencilla sabrosura de unas tostadas de pan de cristal con trufa y su mayonesa.
Una armoniosa tapa de guisantes del Maresme, butifarra del Perol, parmentier, ajo tierno confitado y, por supuesto, trufa.
Un “coulant” de trumfa (patata de alta montaña) con corazón de yema trufada, acompañado por lascas de trufa (algo secas) y crema de Parmesano -demasiado invasiva dada la acidez y la salazón propias de este queso. A mi entender, un crema de un queso de vaca de La Cerdanya (mucho más lácticos y con matices herbales) sería un mejor compañero de viaje-.
Una muy buena cocotte de ciervo con manzana asada y trufa -lo único reprochable, por testimonial, del plato-.
Y una irregular trufa dulce. Algo pesado el brownie de chocolate y trufa con cobertura de chocolate, sobrante, por lo invasivo de su textura, el crumble, pero excelente -de los mejores que he comido- el helado de trufa.
En definitiva, y a pesar de que su último menú de la trufa no copó mis expectativas, sigo creyendo que el restaurante Trumfes es una de las mejores -sino la mejor- casas de comidas de La Cerdanya.
Bodega: Interesantísima, por valiente y por sus precios, carta de vinos. Mi elección: Gabaxo 2013 (Garnacha y Graciano), Bodega Olivier Rivière, D.O. Rioja.
Precio: 59€ (Menú de la trufa (50€ (incluye agua, pan y café) + bebidas). Otros precios: A la carta (25€-35€ + bebidas), menú del día, y de la noche (25€ + bebidas).
En pocas palabras: Una trumfa y un triunfo por los que brindar.
Indicado: Para tener argumentos para subir a La Cerdaña cuando la nieve ni está ni se la espera -como esta temporada de esquí-.
Contraindicado: Para los que la cocina de montaña tiene que oler a humo y ser pesada -para eso ya tenéis los Can Punyetes de turno, y os ahorraréis un pico en gasolina y en peajes-.
Raval 27, Llívia (La Cerdanya, Girona).
972 146 031
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