Aviso para navegantes: sirvan estas líneas como prólogo para la presente crónica así como para las tres que la seguirán.
Sevilla es, gastronómicamente, una plaza complicada en la que lidiar.
Segundo aviso para navegantes: en los tres próximos párrafos voy a generalizar –no existe, o como mínimo yo no conozco tesis no científica que no precise de sucumbir a este mal-, así que ya me perdonarán las honrosas anécdotas –pues no son tantas- que meto en el mismo saco, por cierto, de esparto.
Como sucede en mi ciudad natal (Lleida), y en la mayoría de las capitales españolas, presentándose como únicas excepciones Madrid, Barcelona, Donostia y… Valencia –aunque ésta última algo cogida con pinzas-, las apetencias gastronómicas de sus vecinos se antojan mucho más conservadoras –que cada cual entienda este eufemismo como más le plazca- que el resto de sus carnales, humanas “debilidades”.
¿Y en qué se traduce esto?
Pues en que el panorama gastronómico de más de media España sigue dominado por la vieja guardia de la restauración, o lo que es lo mismo, por restaurantes con tanto postín como polvo que, ya sea por lo achaques de la edad o por el siempre malsano conformismo, no solo ya bien poco aportan al imaginario gastronómico colectivo sino que complican que las nuevas hornadas de cocineros demuestren todo su potencial, ayudando así a vertebrar la España gastronómica –con la nueva cocina pasa algo similar que lo que sucede con los actores: a todos nuestro padres y abuelos les encantan, pero en su casa prefieren un abogado, un ingeniero o un médico-.
Pero basta ya de desvaríos, que el restaurante La Isla reclama, y con razón, su vez.
Restaurante La Isla que, según lo ya referido en la crónica “Sevilla tiene un sabor especial”, supuso la etapa menos lucida, principalmente dada su más que cuestionable relación calidad-precio, de mi periplo gastronómico sevillano.
Y ello, pues un pica-pica compuesto por:
Unos sabrosos boquerones marinados y, posteriormente, rebozados.
Un correcto salpicón de marisco.
Unas buenas puntillas fritas.
Un notable cazón en adobo.
Una fresquísimas huevas de merluza fritas con ajo y perejil
Un buen tocinillo de cielo con compañeros de viaje poco recomendables.
Y unos pestiños con miel…
Que, al estilo catalán, obliga al desembolso a escote de algo más de 70 euros es para decir “una y no más”.
En definitiva, uno de los restaurantes con más solera de Sevilla que dudo mucho que jamás entre, materialmente, al siglo XXI.
Bodega: Muga blanco 210 fermentado en barrica (Viura y Malvasía). Bodegas Muga. DO Rioja.
Precio: 70 €
En pocas palabras: Las tres pes (postín, pátina y polvo).
Indicado: Para los que del inmovilismo hacen virtud.
Contraindicado: Para los que gustan de restaurantes, platos…en definitiva, de una gastronomía rebosante de vitalidad.
El Arfe 25, Sevilla
954 21 53 76
En aquest he estat en varies ocasions. Però parlo de fa més de 20 anys i en aquells temps tenien moltnbona oferta de peix.
ResponderEliminarI fis i tot l'he recomanat.... Però 70€ per això em sebla molt fort.
Vols dir que no et van notar accent català i van pensar "continuarem exprimint que es deixen"??.
:))
Les referències que m'hi van portar també tenien un parell de dècades, un temps en el que els restaurants afamats no necessitaven preocupar-se de la seva relació qualitat-preu, i sembla que a La Isla han decidit quedar-se en aquella època.
ResponderEliminarSalutacions,
eduard
Me temo, por los sitios que has seleccionado, que la visita a Sevilla no ha dado de si todo lo que podría. Gastromium, que era la referencia hace un par de años ya no lo es en absoluto; Abantal tiene críticas muy dispares...
ResponderEliminarYo te recomendaría para una futura visita Besana, en Utrera, a media hora desde el centro, dirigido por dos discípulos de los Roca. Ellos han asesorado la carta de PaCatar, este si en pleno centro. Tampoco está mal, en esa misma linea de tapas puestas al día La Azotea y, uno de mis preferidos, Simun Vintage (Pablo, el propietario y cocinero ha trabajado en Tragabuches y creo que en Berasategui). También, tal vez, Barajas 20, donde alguno de los socios trabajó en la Hacienda Benazuza. Un favorito personal es Pati'to, aunque de sevillano tiene poco: local de quesos y cervezas francesas. El bar, no el bistro contiguo.
Si buscar cocina tradicional sevillana, a mi me gusta Jaylu (precios altos) en Triana, Taberna Sol y Sombra, un tanto turística pero interesante, la sopa de galeran en La Moneda y, sin ningún encanto pero correcta Casa Antonio (Los Caracoles), en La Alfalfa.
Saludos de un gallego afincado buena parte del tiempo en Sevilla
Ante todo, Jorge, muchísimas gracias por tus recomendaciones, no dudes que en mi próxima visita a Sevilla serán una valiosa guía.
ResponderEliminarY respecto lo que apuntas, siento discrepar, pero a pesar de sus claroscuros disfruté de mi visita al restaurante Abantal y encontré magnífica la relación calidad-precio del restaurante Gastromium.
Un saludo,
eduard
Pues espero tus crónicas. Me alegraría que la cosa no esté tan mal como dicen (o como me encontré en la última visita a Gastromium, hasta entonces mi preferido en la ciudad).
ResponderEliminarSaludos
En unas horas la de Abantal y mañana la de Gastromium.
ResponderEliminarUn saludo,
eduard
disculpar mi intromision,los conozco a los dos,pero os olvidais de otros restaurantes que a mi entender son tb muy buenos segun el contexto
Eliminarcomo TRIBECA para comer en una apuesta gourmet
EL GALLINERO DE SANDRA para comer producto a un precio mas que razonable ademas de hacer cocina catalana mezcalndola con la de otras comunidades y tb CASA SALVA que solo abre los mediodias y comes un menu de cuchara de escandalo,si os a servido de algo gracias
No solo no te disculpo por tu intromisión, apreciado Anónimo, sino que doy las gracias por ella, pues todo debate, diálogo, segundas, terceras...opiniones, no hace otra cosa que enriquecer este blog.
ResponderEliminarTomo nota de tus recomendaciones y, visto lo visto, en vez de una escapada de fin de semana deberá ser de una semana entera.
Un saludo,
eduard