He aquí la crónica de la última etapa de mi tour gastronómico hispalense.
Parada que, cronológicamente, fue también la postrera y que, sin duda, hizo buena la bíblica expresión “los últimos serán los primeros”.
Visita al restaurante Gastromium que, y sin abandonar la sabiduría sacra, se debió a que, como Santo Tomás, soy de esos que precisan meter el dedo en la llaga para creer.
Preparando mi escapada al sur había leído unas cuantas críticas, reseñas y comentarios que no invitaban a visitar esta casa de tapas y raciones del sevillano barrio del Porvenir pues, según en ellas podía leerse, el restaurante Gastromium ya no era lo que un día fue.
Y, sin duda, así es.
No obstante, y a pesar de que por culpa del ya hasta la saciedad en este blog denunciado contexto, este restaurante se vio forzado a abandonar la cocina de autor y buscar refugio en el regazo del tapeo creativo, la propuesta gastronómica del restaurante Gastromium se me antoja como una de las más notables, en cuanto a relación calidad-precio, de las que he podido disfrutar en mucho tiempo.
Y ya que con cinco crónicas en cinco días me imagino que mi prosaica –por no decir pesada, pero no seré yo quien tire piedras sobre mi tejado- pluma ya os debe haber provocado más de una migraña, a los hechos me remitiré.
Hechos que, parafraseando el título de un par de películas, cabría resumir en Nueve razones y media para amar al restaurante Gastromium y Dos para odiarlo.
Y pues mi intención es que esta crónica os deje con el buen sabor de boca que mi última comida en la capital andaluza me brindó, dejemos los muchos méritos del restaurante Gastromium para el final.
No me gustó:
Uno: Una simplona y, por más inri, no particularmente bien ejecutada coca de verduras.
Dos: Que se tomen a la ligera un homenaje. Los que me seguís de sobra conocéis que no soy especialmente amante de pedir foie allá donde voy pues, por norma general, suele decepcionarme. No obstante, si en una carta leo “Foie homenaje a Mugaritz”, e igualmente me sucedería si el título fuese “Foie homenaje a Xavier Pellicer”, no puedo fingir no haberlos visto. Y si bien un homenaje de este calibre es todo un reclamo, es todavía una mayor responsabilidad. Responsabilidad ante la que, en el restaurante Gastromium, no estuvieron a la altura, pues el único homenaje a Mugaritz que podía advertirse –y muy de refilón- en un correcto foie con manzana era que éste estaba asado.
Me gustó, y mucho:
Uno: Su sala, por moderna -una rara avis en el panorama gastronómico sevillano- y por su excelente gestión.
Dos: Su bodega, por lo cuidado de su corta selección de vinos y por los ajustadísimos precios de éstos.
Tres: Sus croquetas de puchero. Sin duda, de las mejores que he probado últimamente.
Cuatro: Su ensaladilla de gamba de Huelva, por sutil a la par que sabrosa.
Cinco: Su sopa de ajo escalibado con jamón de bellota y huevo a baja temperatura, por su potente aroma y por ser una revisión de un clásico que, como mínimo, se sitúa a la atura de su referente –algo mucho menos común de lo que sería deseable-.
Seis: Su chapata crujiente de carrilleras gratinada con alioli. Por aclamación popular, lo mejor del almuerzo.
Siete: Su risotto de azafrán, por su perfecto mantecado y sus agradablemente subidas –no aptas para todos los públicos- notas de azafrán.
Ocho: Su “vaso leche con galletas”, de nuevo, por evocar a la perfección y mejorar gustativamente el desayuno o merienda en el que se inspira.
Nueve: Su pastel de queso, por su sabor, su textura y su contenido dulzor.
Y medio: Su pepito de gambas, por… estar bueno sin más.
En definitiva, un restaurante que, gracias a su forzosa reinvención, ofrece una de las más destacadas propuestas de tapeo creativo que he probado. Y a precios, casi, imbatibles.
Bodega: Alonso del Yerro 2008 (Tempranillo). Viñedos Alonso del Yerro. DO Ribera del Duero
Precio: 30 €
En pocas palabras: Bueno, bonito y barato –que no es poco-.
Indicado: Para los que creen, creemos que, gastronómicamente, el sur es mucho más que fritos –aunque deba reconocerse que, como a esas latitudes, no se encuentran otros-.
Contraindicado: Para los que no creen que del vicio pueda hacerse virtud.
Ramón Carande 12, Sevilla
954 625 555
¡Hasta pronto Andalucía! Y lo será, pues el 17 de marzo regresaré al sur, en esta ocasión a tierras malagueñas, para disfrutar de la cocina de Dani García (Calima).
La verdad es que viendo los precios y habiendo vivido en Andalucía durante casi 5 años, creo que los restaurantes sureños ganan mucho en precio pero bien es cierto que pocas veces puedes encontrarte lugares con toques de modernidad autenticos. Bien es cierto que no es su cultura pero a veces me pregunto porque estoy pagando esto en Barna cuando en Cuenca hacen los mismo por casi la mitad de precio. Buen buena la eleccion de bodega como siempre...
ResponderEliminarBuenos días Edy,
ResponderEliminarNo puedo -y no es que quiera- contradecirte en nada de lo que has apuntada.
Sin duda, las posibilidades de comer barato en el sur se multiplican respecto la del norte, aunque, proporcionalmente también se reducen las posibilidades de encontrar propuestas gastronómicas originales.
Y gracias por reconocer mi trayectoria escogiendo vinos.
Un saludo,
eduard