viernes, 18 de mayo de 2012

La Porteria

Retrocedamos en el tiempo una semana y un día.

Es jueves por la noche y el cuerpo –puede que por tener todavía muy vivo el recuerdo de la cocina de autor de Paco Pérez a la que Javier Méndez da vida en la Enoteca degustada no hacía ni siete días, o por ya verme paladeando la celestial propuesta gastronómica de los gemelos Torres (la mesa del chef me esperaba el sábado y su crónica os aguarda a la vuelta de la esquina)- me pide una cena sin artificios y, con tal premisa, dos son los nombres que me vienen a la cabeza: Sense Pressa y Taktika Berri.

Son casi las ocho de la tarde y, poseído –ido, pensaréis algunos- por un yo tan optimista como iluso, me atrevo con dos llamadas de final más previsible que una comedia romántica: “lo sentimos, el restaurante está completo”.

Pasan ya unos minutos de la ocho e, invadido por cierta desazón, pues me temo que de llamar a Can Vallés, Ipar Txoko, etc. no hallaré consuelo para mi paladar, las palabras de un buen amigo me sacuden la cabeza cual torbellino de esperanza: “¿No conoces La Porteria, Eduard? Pues debes enmendarlo cuanto antes”.

Dicho y hecho: un minuto después tengo mesa en el restaurante La Porteria y antes de las nueve me veo sentado en el Bar-Restaurante La Porteria.

La Porteria: una casa de comidas que, como animal apriorístico que soy -¡Qué tire la primera piedra el que esté libre de este pecado!-, por su aspecto (exterior e interior), por su carta y por el prefijo Bar que conforma su nombre, de no haber sido una encarecida recomendación de un reputado gastrónomo, seguro que continuaría siendo una imperdonable laguna en mi bagaje gastronómico barcelonés.
La Porteria: un bar-restaurante que en breve podrá hacer gala de veinte años de historia gracias a la pasión, a la dedicación, a la obstinación de Ángel Muñoz (chef, cocinero, picas, maître, camarero y cuanto se precise en su restaurante, en su casa).

Ángel Muñoz: un restaurador de los de verdad, de los que viven ésta como un estado civil y no como una profesión, que, sin artificios y sin hacerme devanar los sesos más que para tratar de recordar la última vez que había degustado tan buenos productos, hace una semana y un día me hizo disfrutar como un niño de:

Un buen pan tipo mallorquín (baja fermentación), acompañado por un notable trío de aceites (arbequina de Tarragona; coupage de picual de Jaén y Hojiblanca de Toledo; y picual de Jaén) y un aparatoso quinteto de cristales de sal (blanca, volcánica, paprika, limón y tomillo).
Unas buenas anchoas del Cantábrico a las que el aliño que las acompañaba (vinagre de Jerez con 50 años de Solera, 6 pimientas y aceite de arbequina) hacía mucho mejores.
Un excelente –de los mejores, sino el mejor que he degustado en un restaurante de Barcelona- plato de jamón: Guijuelo de Manuel Ciurana (segundo trimestre de 2008).
Unos notables sesos de cordero a la romana.
Un magnífico steack tártar. Filete de ternera cortado a cuchillo y condimentado con mayonesa de anchoas –solo por ver a Ángel montar una yema de huevo con un tenedor, la visita a La Porteria está justificada-, whisky de la isla de Jura, Palo Cortado, mostaza, Tabasco, salsa Perrins, pimienta y sal.
Y una floja –muy floja- tarta de limón.
En definitiva, un restaurante que, por las materias primas que ofrece y por el amor y el oficio que demuestra Ángel, merecería colgar el cartel de completo con mucha más frecuencia de la que lo hace.

Bodega: Vino de la casa, y nunca mejor dicho pues Ángel participa de esta vallisoletana bodega: Resencio 2007 (Tinta Fina). DO Ribera del Duero.
Precio: 90 €/ 2 personas

En pocas palabras: Jamón + tártar = comida de 10

Indicado: Para los que disfrutan de desterrar prejuicios con la ayuda del paladar.

Contraindicado: Para los que el momento dulce y el ambiente son lo más apreciado en un restaurante. Vosotros, podéis olvidar cuanto he dejado escrito.
Laforja 11, Barcelona
932 182 788

5 comentarios:

  1. Apreciado Eduard, en mi comentario sobre tu post a Chez Cocó, todavía pendiente mi segunda visita, te sugerí una visita a la Portería y que probaras su excelente steak tartare. Conocer a Angel son palabras mayores! Saludos, Elena

    ResponderEliminar
  2. Y como ves, Elena, te hice caso. Sin duda, disfrutar de Ángel (persona y cocina) es una delicia. Ahora te toca a ti dar una segunda y merecida oportunidad a los canelones, el cochinillo, el jarrete o el canetón (mis opciones prefereidas) de Chez Coco.

    Un saludo,

    eduard

    ResponderEliminar
  3. Ostres... D'aquest és veure les fotos i agafar-me desitg quasi irrefrenable d'anar-hi...:).

    A la que em vagi be intento anar-hi ...

    Salut..!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tot i que ara que he mirat a quina alçada estava de Laforja, veig que deu estar en front de Casa Palet.. I en aquest cas perilla el meu físic... :).

      Si vaig aniré amb perruca i ulleres fosques que no sigui que em vegin els de Casa Palet.. :))

      Eliminar
  4. No tenia cap dubte, Ricard, que aquest era dels teus.

    I sí, està a tocar de Casa Palet.

    Salutacions,

    eduard

    ResponderEliminar