Érase un colmado de Barcelona, hoy, por obra y gracia de Víctor, de cuyo apellido no quiero acordarme pero cuyo bagaje culinario no puede obviarse (Alain Ducasse o Can Fabes), convertido en un pesebre gastronómico.
Pesebre, o, y como Víctor ha apostillado a su restaurante Betlem, miscelánea gastronómica, en la que, y haciendo bueno su sobrenombre, todo tiene cabida, pues en esta bonita estampa que dibuja el restaurante Betlem, el oro, el incienso y la mirra los descubriréis entre sus referencias dulces, buey y vaca aúnan méritos y años en una soberbia pieza de vaca vieja, los pastores, o meras comparsas dotadas de irregulares virtudes se transmutan en los más típicos bocados de la cocina de tapas y platillos (bravas, croquetas, tortillas, bocatas…) siendo el verdadero objeto de adoración de este pesebre gastronómico del ensanche Barcelonés el buen ambiente –ese buen rollo que hoy necesitamos tanto o más que el pan que llevarnos a la boca- que en él se respira.
Y así, en esta peregrinación más que recomendable a este portal de la calle Girona de Barcelona, el pasado lunes pude disfrutar de:
Unas buenas bravas como resultado de la suma de unas excelentes patatas y de una algo más floja, y no por adolecer de picante sino por asemejarse en demasía a un romesco, salsa brava.
Una buena coca de pan con tomate.
Unas correctas croquetas de jamón a las que un aceite para frituras algo, o mucho ajado restaba enteros.
Una notable tortilla (perfecto el punto de cocción del huevo) de butifarra negra y setas sobre la que podría recaer más mérito de otorgar más protagonismo a la butifarra negra y de no ser tan perceptibles el sabor y la textura a conserva de las setas.
Un muy buen bocadillo (excelente el pan) de papada crujiente.
Una muy meritoria, y especialmente al ponerlo en contexto con su precio (10 €), tagliatta de vaca vieja con piquillos.
Y un acertadísimo trío de postres encarnado por:
Un crumble de galletas “Chiquilín”, zanahoria confitada y espuma de coco.
Requesón con helado de yogur y pasta china frita (el mejor de los tres).
Y su versión de la “Copa Danone”: ganache de chocolate con frutos secos caramelizados y nata montada.
En definitiva, un restaurante bonito, barato y lo bastante bueno como para que vuestra primera vista no se haga esperar –la segunda vendrá sola-.
Bodega: Obalo 2008 (Tempranillo). Bodega Obalo. DO Rioja.
Precio: 25 €
En pocas palabras: Encantador popurrí gastronómico.
Indicado: Para los que huyen de la tapa y el platillo “de serie”.
Contraindicado: Para los que ni mesas de jardín ni taburetes son compatibles con una buena mesa.
Girona 70, Barcelona.
932 655 105 (no aceptan reservas)
Coincidim també en els trets generals del lloc. També penso tornar ja que em va agradar.
ResponderEliminarEl que és ben curiós es que a més de coincidir nosaltres, aquell mateix dia i moment en una altre taula hi havia el Victor del blog Gastrofilia que és la segona vegada que coincidim i mai ens reconeixem...:(.
Ell suposo que no ho publicarà, ja que és client d'allà i ja el va publicar fa temps.
Salutacions,
El món és molt petit, Ricard, i el gastronòmic barcelonés encara més.
ResponderEliminarSalutacions,
eduard
Bona pinta i sobre tot aspecte exterior. M'encanten aquestes fustes de la façana. Gran detall. I un preu molt interessant, ideal per mi. ;)
ResponderEliminarBona nit, David,
ResponderEliminarSens dubte, la relació qualitat-preu del restaurant Betlem, així com el seu interiorisme són dos del seus millors arguments per fer que la primera visita no es quedi en anècdota.
Salutacions,
eduard