Casi veinte años llevo subiendo, cada vez con menos frecuencia, al Valle de Arán e, ingenuamente, creía que me había sentado en todas sus grandes mesas.
Y no era así, pues un álbum sobre lo mejor de la gastronomía del Valle Arán no podría estar completo sin el cromo del restaurante Basteret –y a saber cuantos más-.
En otras circunstancias podría excusar esta laguna de mi conocimiento sobre la restauración de este precioso pedacito del Pirineo ilerdense en el reciente salto a escena del restaurante Basteret o en el hecho de encontrarse perdido en lo más recóndito del Valle de Arán.
Pero lo dicho, las circunstancias, la realidad del restaurante que hoy nos ocupa no me lo permiten pues, por más que en una ficción publicitaria aceptasen pulpo como animal de compañía no creo que vosotros me aceptéis Vielha como pueblo recóndito del Valle de Arán, y mucho me temo que tiene difícil encaje en la definición, en el significado de “reciente aparición”, un restaurante que ya ha visto pasar cuatro generaciones de una familia y que, del siglo XX solo se le escaparon los servicios de la década posterior a la guerra civil –es lo que tiene el exilio-.
Cuarta generación del restaurante Basteret que hoy responde al nombre de José Antonio, director de una sinfonía de brasas, y también al de su mujer, Sonia, quien se encarga de que al Petit Basteret (local de pinchos y zuritos anexo al restaurante) nunca le falte vida, alegría.
Pero volvamos al restaurante Basteret, a su propuesta gastronómica, que, como tantas en el Valle de Arán gira entorno a las brasas, a los guisos montañeses, a los platos de caza…, y de la que, no hace ni una semana, disfruté gracias a:
Un buen “croquetón” –ayudándoos del bolígrafo como escala, veréis que lo de “croquetón” no era publicidad engañosa- de jamón y huevo duro.
Una excelente anchoa de Santoña.
Una muy, pero que muy buena tortilla de patatas. Dícese en el Valle de Arán que para disfrutar de la mejor tortilla de patatas uno debe ir a Casa Perú o a la Borda de Lana (su comedor de verano). Yo al día siguiente comía en la Borda de Lana y os aseguro que me quedo con la del restaurante Basteret.
Una soberbia –mantequilla pura- pieza de casi un kilo y medio de vaca vieja (6 años) alemana –no esperéis que haga ningún chiste fácil- cocinada en su justo punto a la brasa y acompañada con pimiento rojo escalibado. Hasta ese día, si el carnívoro que habita en mí estaba desatado, en Era Bruixa era donde debíais buscarme, hoy, seguramente me encontraréis en el restaurante Basteret.
Y un muy buen flan de queso fresco.
En definitiva, un restaurante que os sorprenderá, y no por lo innovador de su propuesta gastronómica sino por los muchos años que llevan cocinando tan y tan bien.
Bodega: Mauro 2009 (Tempranillo y Syrah). Bodegas Mauro. DO Castilla León.
Precio: 40 €
En pocas palabras: Cocina montañesa de altura.
Indicado: Para los que saben que la sencillez (una buena anchoa, una babosa tortilla de patatas o un exuberante pedazo de carne) no está reñida con la excelencia.
Contraindicado: Para los que creen que todos los restaurantes de montaña tienen el encanto de un chalet suizo, pues la sala del restaurante Basteret tiene más de merendero que de bucólico comedor helvético.
Carrer Major 5, Vielha (Lleida)
973 640 714
Me encanta el basteret, tanto los pinchos como la carta. Totalmente de acuerdo en la tortilla de patatas y la brasa. Sólo hay una cosa que me molesta, y no sólo del basteret sino también de otros locales, la música que ponen de fondo! No es necesario, el sonido del agua del río en la terraza es delicioso, y si estas dentro solo dificulta la conversación. Otra opción sería una música diferente, pero mi opinión es que no hace falta ninguna. Gracias!
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