Juguemos a las adivinanzas –fáciles, no temáis-.
¿Qué son Coure, Gresca, Caldeni o Follia, por citar algunos nombres?
Grandes restaurantes de Barcelona iluminados, no por esquivas estrellas Michelin, sino por el brillo que inunda los ojos de sus fieles parroquianos al terminar cada ágape.
¿Y Cal Xirricló o L’Estel de la Mercé?
Grandes restaurantes de Lleida que no precisan de soles Repsol para espantar la niebla de la capital de la “terra ferma”.
¿Y Les Magnòlies (protagonista de este blog en unos días) o Freu?
Grandes restaurantes de las comarcas de Girona que, de mostrar al mundo su propuesta gastronómica en plazas mucho más concurridas, más “comerciales”, seguro que galones no les faltarían.
¿Y AQ?
Aunque sabedor de que mientras revele la respuesta al pueril enigma planteado escucharé estremecerse en sus tumbas de papel a los detectives Poirot o Sherlock, no me queda otra, así que, al toro: esa casa de comidas que los tarraconenses, sin la ayuda de nadie, identifican como el mejor restaurante de su ciudad, y que hoy será la protagonista de la presente crónica.
AQ: el restaurante de Anna (cocina) y Quintín (sala), vecino del casco antiguo de Tarragona y vestido, allá por el 2003, de un elegantísimo Tost “low cost”.
AQ: un restaurante en el que la humildad, la honestidad, el tesón y la pasión se paladean en cada plato y se aprecian en cada centímetro cuadrado de su sala –mención especial merece la afinadísima, y a precios casi imbatibles, selección de vinos del restaurante AQ-.
AQ: un restaurante que, a pesar de sus sombras –que alargada es la oscuridad que proyecta el contexto geográfico de un restaurante (lo veíamos en la última crónica (Atrio, Cáceres) y lo seguiremos observando en la que sucederá a la presente (Les Magnòlies, Arbúcies))-, materializadas en cierta simpleza de alguno de sus platos y en concesiones hechas para no disgustar a ningún paladar –aunque acaben por disgustarlos a todos-, se me antoja como una visita obligada para todo aquel que esté disfrutando de la romana belleza de Tarragona.
Aviso para navegantes: ni a un servidor, ni a Anna y a Quintín les servirá la excusa del precio para no visitar el restaurante AQ, pues sus dos menús degustación: Temporada (50€) e Intocables (50€), son complementados por una interesantísima carta (precio medio entre 25€ y 40€) y, de lunes a viernes, por un cuidado menú Semanal (18€).
[…] –¿Mejor este recurso que más farragosa prosa, verdad?-
Era un sábado lluvioso en Tarragona, por fin había aceptado la invitación de mi amigo Julio para descubrir la propuesta gastronómica del restaurante AQ y, con el corazón partido –no hay mejor sensación en un restaurante que, y pues todo te hace la boca agua, no saber qué escoger-, y ayudado por la razón, me decanté por su menú Intocables -nada se me antojaba más racional que escoger un menú a prueba de las inclemencias del tiempo (en su primera acepción)-.
Y así, dieron forma al menú degustación compuesto por los platos más célebres y celebrados de la cocina de Anna…
Previo prólogo interpretado por un vermut de la casa que no me convenció (Izaguirre, Curaçao y Angostura).
Una buena coca de pan.
Y una notable cebolla rellena de butifarra, gamba y salsa española, servida a modo de aperitivo de la casa...
La siguiente media docena más uno de platos:
Un muy buen carpaccio –aunque en el menú se empecinasen en presentarlo, supongo que para hacer las gracias de cierto público, como un falso ravioli- de gamba de Tarragona al ajillo.
Una buena, aunque algo pesada, crema de foie, excelentemente matizada con notas de maracuyá y jengibre.
Un sencillamente sabroso timbal de pulpo, butifarra y huevo.
Un buen calamar con panceta Maldonado y al que la delicadamente intensa salsa de su tinta que lo acompañaba le ponía una perfecta guinda.
Un simplón tártar de ternera con virutas de foie al soplete y puré de berenjena –he aquí el cuestionable guiño a parte de la platea tarraconense antes denunciado-.
Un notable pre-postre al que daban forma un cremoso de maracuyá, yogur y granizado de melón –de entrar en escena alguna nota fresca (albahaca, menta, salvia…) que ayudase a despegar al resto de sabores del plato mi paladar seguro que lo hubiese a elevado a excelente-.
Y una meritoria versión “Siglo XXI” del clásico Pijama: flan de huevo a baja temperatura, piña impregnada, helado de caramelo y espuma de vainilla.
En definitiva, una restaurante que, a golpe de trabajo, de amor por la cocina y, por supuesto, de talento –y para que engañaros, también ayudado por la escasa competencia existente en la plaza en la que debe lidiar- se ha erigido como el máximo exponente de la alta gastronomía de Tarragona.
Bodega: Ekam 2010 (Riesling y Albariño), Castell d’Encus, DO Costers del Segre; y Trio Infernal 1/3 2006 (Garnacha y Cariñena), Trio Infernal, DO Priorat.
Precio: 65 €
En pocas palabras: Una pequeña-gran casa de comidas tarraconense.
Indicado: Para los que creen que hay dos clases de restauradores: (i) los mercenarios –dicho con todo el cariño, pues ¿Qué hay de malo en trabajar por dinero?-, y (ii) los que no entienden la cocina como una profesión sino como un estado civil; y saben que la cocina de estos últimos hace paladares y almas más felices.
Contraindicado: Para los que no buscan fuera lo que ya tienen en casa (Barcelona).
Calle de les Coques 7, Tarragona.
977 21 59 54
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarLamento, apreciada Elena, que hayas decidido eliminar tu comentario, pues opiniones como las que expresabas son las que hacen crecer este foro.
ResponderEliminarUn saludo y, espero, hasta pronto.
eduard
Sólo tengo que decir que vaya dos vinazos, el pijama no lo veo del todo reinventado me ha parecido bastante simplon y con una presentación que desmerece a sus compañeros de viaje en el menú.
ResponderEliminarSin duda, Edy, la bodega del restaurante AQ, por su cuidada selección y por sus precios, ya justificaría el descubrir la cocina de Anna y Quintín.
ResponderEliminarY en cuanto a la reinvención que no atisbas, comentarte que ésta radica más en su contenido (magnífica cocción del flan o delicadez del helado) que en su continente.
Un saludo,
eduard
Benvingut de nou a casa... :)
ResponderEliminarJa tenia por que haguéssis emigrat per sempre amb la teva estada per terres llunyanes.
Tot i els meus lligams amb Tarragona, no he estat mai a AQ. En tinc referències, però no he anat.
Molt subtil la teva frase "... también ayudado por la escasa competencia existente en la plaza..."... :)
Salut..!
Gràcies, Ricard.
ResponderEliminarJa fa uns dies que paro per aquí, i un cop pait i narrada la ruta, ja m'he posat de nou amb la gastronomia de "proximitat".
M'alegra que t'agradi el meu estil.
Salutacions,
eduard
Apreciado Eduard, Ha sido un problema tecnológico el motivo por el cual suprimí mi comentario (debe ser S.Jobs que me castiga por seguir con Blackberry). Ha estado bien esperar por los comentarios que se han ido publicando. El mío atendía a poca objetividad y mucha experiencia ya que desde mi primera visita en 2006 (con un Leda Viñas Viejas en mal estado), mi frecuencia ha ido aumentando hasta intentar no perderme ningún menú de temporada. Más difícil es asistir a las interesantes catas que organiza QQ (hoy por ejemplo!). Me gusta Ana, me gusta Quintín y me gusta AQ. Profesionalidad, autoexigencia y criterio, sin desgaste, aún con la dificultad que supone ofrecer una propuesta gastronómica (incluyendo cursos de cocina, de compra en mercado, catas, excursiones...), excesiva o demasiado elevada para la demanda de la zona. Creo que la falta de competencia no les favorece, en mi opinión no le favorece a nadie sea cual sea su profesión. Tienen que hacer malabarismos para seguir apuntando a su notable profesionalidad y su constante inquietud por mejorar. Pero insisto, no soy objetiva porque nos une ya una gran amistad. Tengo algún post publicado por QQ en su blog, así que aquí no voy a comentar mis últimas experiencias. En breve asistiré al esperado menú Maldonado! Eduard, me has despertado el interés por visitar próximamente Atrio (sólo una vez en 2006), ajustaré mi agenda para que sea posible durante 2012. En breve el Celler y Mugaritz. Saludos, Elena
ResponderEliminarComo bien apuntas, Elena, la competencia es el mejor estímulo para crecer. En este sentido, en Tarragona y en Lleida ésta prácticamente no existe y su restauración lo nota. Aunque no creo que tampoco debamos aceptarlo como excusa, pues ni Cáceres, ni Girona, ni Errentería son plazas repletas de restaurantes de altura y Atrio, El Celler y Mugaritz bien que han florecido.
ResponderEliminarUn saludo,
eduard
que pasada!! como no te abré conocido antes?? me encantan las fotos de los menus, impresionantes! seguro me dan muchas ideas en mi blog!! que por cierto te dejo el link por si te quieres hacer seguidor!! yo te seguiré muy de cerca!!
ResponderEliminarhttp://decorecetas.blogspot.com.es/!!
Muchas gracias, María.
ResponderEliminarAhora mismo me zambullo en tu blog.
Un saludo,
eduard