domingo, 25 de marzo de 2012

lamoraga (Puerto Banús)

Si hace algo más de un año el maratón gastronómico de un sábado cualquiera lo protagonizaba Quique Dacosta (Mercatbar para almorzar y su restaurante homónimo para cenar), el pasado sábado 17 de marzo mi vida giró entorno a Dani García (almuerzo en lamoraga de Puerto Banús y cena en el restaurante Calima).

Y aunque dicho esto, supongo que la crónica que anheláis es la del restaurante que alberga el marbellí hotel Gran Meliá Don Pepe –y no por hacerme de rogar, sino al efecto de que mantengáis álgido vuestro interés por el universo gastronómico de Dani García hasta el final-, hoy os serviré lamoraga como entremés a una de las mejores cenas que recuerdo –sí, me he cargado cualquier halo de suspense que podría tener la crónica sobre el restaurante Calima, pero por haber sido una de las veladas gastronómicas más completas de las que he disfrutado jamás, así he querido que fuese-.

Estaba plenamente convencido de que “mi primera vez” –algo de sexual tiene toda experiencia gastronómica, pues, y citando a Bigas Luna “el erotismo es al sexo lo que la gastronomía a la alimentación, ya que ambos convierten necesidades fisiológicas en actividades de placer”- en el restaurante Calima iba a suponer una experiencia inolvidable, aunque, y enlazando con lo que hoy debe ocuparnos –casi no puedo contener mis ansias por hablaros de su espectacular servicio de sala o de platos tan maravillosos como sus “garbanzos en remojo” o tan tremenda y provocativamente sabrosos como su “steack-tuétano-tártar”-, el almuerzo sabatino en lamoraga de Puerto Banús me influjo cierto temor en el cuerpo.

Temor que trajo cuenta en una comida harto alejada de conceptos como excelencia o exigencia que, a mi entender, deberían regir, ser los faros, el horizonte que anhelar –sí, me lo creo mucho- de cualquier actividad profesional y también personal.

Permitidme, a propósito del precedente canto a la excelencia, una breve excursión –no os vayáis a quejar, que hace días que no os doy la lata con ellas-.

¿Qué es la excelencia?

Para la RAE, lo que para cuanto pretendo ilustrar me sirve, y mucho, es aquella superior calidad que hace algo de singular aprecio.

Entonces, y dada su universalidad, dado que puede pretenderse de cualquier cosa, ¿Porqué solo acostumbramos a exigirla en bienes o experiencias de lujo? (comidas en restaurantes con estrellas, soles o situados en lo alto de los ránquines, o selectas materias primas como el marisco, el foie etc.).

¿O es que una patata frita no puede soñar con ser excelente?

Sin duda, no puede, no debe juzgarse la excelencia de nada prescindiendo de su contexto, lo que, no obstante, nada que ver tiene con que solo deba exigirse ésta a las experiencias o a los productos caros.

Seamos, por favor, más exigentes y, particularmente, respecto a lo que nos llevamos a la boca, pues nuestra exigencia, además de obligar a ella a todos los restauradores, será un premio para los que siempre han buscado su estela en el horizonte.

Y tras este canto que estoy convencido que no se perderá en oídos sordos, he aquí el porqué de tan vehemente excursión.

No pretendo negar las luces de la propuesta gastronómica del restaurante lamoraga. Luces irradiadas por:

Su tapa de ensaladilla: patata, ventresca de bonito, aceite de oliva, mayonesa y punto, o lo que es lo mismo, sabrosísima sencillez.

Su notable carpaccio de presa de bellota, con sésamo, soja y cítricos. Umami, mucho umami andaluz.

O su excelente hamburguesa de toro, acompañada de un buen pan, una mejor reducción de su jugo y queso Havarti.

No obstante, más fueron las alargadísimas sombras que proyectaron:

Un mejorable servicio. Si el hábito no hace el monje, una PDA, per se, no garantiza un buen servicio.

Un muy pobre servicio de pan –cortado hacía, como mínimo, un par de horas-. ¿Tanto cuesta cortarlo al momento? ¡Esto sería excelencia!

Una tortilla de patatas que, según rezaba la carta, estaba “hecha al momento” y la que cabía acompañar con salsa brava –por lo que opté-. Su temperatura –siendo muy generosos, calificable como tibia-, cierta sequedad de su corteza y el hecho que me la sirviesen ni transcurridos dos minutos desde que la pedí, me hicieron recaer en la falsedad de su enunciado.

Un correcto, aunque de nuevo algo seco, pincho moruno de cordero, en el que lo más destacado era el tabulé de verduras que lo acompañaba.

O un triste, por cocción (quemado) y sabor (tenue) chocolate a la lata (suflé).

Y, por ello, no me veo en otra que escribir…

En definitiva, una casa de tapas y platillos que, lejos de popularizar –entendido como tal, hacer más accesible- el universo gastronómico de Dani García, se limita a dar de comer, a mucha, muchísima gente, de forma correcta.

Bodega: Copas de ValdeSil Godello 2010 (DO Valdeorras); y Sierra Cantabria Selección 2009 (DO Rioja).

Precio: 35 €

En pocas palabras: Una pequeña decepción.

Indicado: Para los que una rúbrica hace bello un lienzo, buena una propuesta gastronómica.

Contraindicado: Para los que han paladeado las mieles de la genuina cocina de Dani García.

Puerto Banús, Marbella, Málaga.
952 817 448

Afortunadamente, la noche fue de matrícula de honor.


Nota a 27 de abril de 2012.

Ayer tuve la suerte de coincidir con Dani García en el restaurante Chez Coco y, tras cruzar unas cuantas amables palabras, no me pude callar la triste sensación que me dejó el almuerzo en lamoraga Banús. En este sentido, Dani me comentó que recientemente había vendido sus participaciones de esta cadena de restaurantes y que, a día de hoy, la vinculación que mantenía con lamoraga era como asesor –hecho que, sin duda, explica muchas cosas, pero que no me sirve como excusa, pues prestar el nombre a un establecimiento exige, o así debería ser, un deber de vigilancia para que éste no termine mancillado-.

7 comentarios:

  1. Gran decepción tuve el año pasado cuando también comí en Lamoraga de Puerto Banús.¿Como pueden estos cocineros dar nombre a un local, para que luego haya tanta vulgaridad?
    El servicio es vulgar e incompetente, nada de lo que le preguntas, saben.
    El steak tartare que con tanta ilusión pedí, era una carne blanquecina y servido con tostadas Melva?? las mismas para un correcto foie. La tortilla recalentada en microondas y -como en tu caso- con un pan seco nada apetitoso, no habia ninguna ración para compartir, son pequeñas, las servilletas negras de papel que seguramente destiñen, los salvamanteles de plástico que se clava en el brazo.
    Estoy "tiquismiquis" yo no soy nada "snob", pero creo que con ese nombre y ese precio, hay que exigir algo más.
    Yo no vuelvo.
    Espero tu crónica del Calima, que parece ser que rozó el cielo.
    Saludos
    Carmen

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  2. Hola, Carmen,

    Sin duda, cabría poner al restaurante lamoraga Banús dentro del saco -por cierto, a rebosar- de las casas de comidas asesoradas por grandes nombres de la restauración en las que lo único que de éstas de aprecia es su firma.

    Como bien apuntas, ni el servicio, ni muchos de sus platos -particularmente la tortilla- no están -ni se acercan- a la altura de lo esperado.

    Afortunadamente, en unos días, Dani García -el de verdad- ocupará estas líneas. Aunque antes se colarán dos notables novedades del panorama gastronómico barcelonés.

    Un saludo,

    eduard

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  3. Como residente en la zona, puedo decir que la Moraga ya no es lo que era en sus inicios. Sólo la primera Moraga en Málaga mantuvo un nivel alto de calidad. En cuanto se ha convertido en una franquicia ha bajado estrepitosamente y creo lo acabarán notando. El año pasado cerró una que instalaron en la 6ª plante del Corte Inglés en Málaga y el mes pasado ha cerrado otra instalada en Fuengirola. Por cierto se comenta por la zona que Dani Garcia se ha desvinculado del proyecto, aunque está por confirmar.

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  4. Por desgracia, apreciado Antonio, no sé lo que un día lamoraga fue, pero sí que puedo constatar que, hoy, deja en mal lugar el nombre de Dani García.

    Un saludo,

    eduard

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  5. Pues vaya...

    Yo sólo conozco LaMoraga de El Corte Inglés de Goya de Madrid, en el que he estado un par de ocasiones. De la última visita ha pasado aproximadamente un año, pero en ambas he salido más que satisfecho. El servicio fue correcto, e incluso se mostraron interesados en que todo estuviera a nuestro gusto, y sobre el incidente de la tortilla, nuestro asiento frente a la pequeña cocina nos permitió asistir a su preparación.

    En cualquier caso, en todas estas propuestas que van asociadas a un gran nombre, es fundamental que las vigilen de cerca, y no sólo durante los primeros meses.

    En fin, recordando la buena hamburguesa de rabo de toro y el kebab de secreto ibérico, espero con ganas el post de Calima, uno de mis grandes pendientes.

    Un saludo !

    Dani

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  6. Pues sí, Dani, una decepción. Todo lo contrario que la experiencia Calima -ya lo firmaba-.

    Muchos de los grandes cocineros que prestan -es un decir, pues no creo que haya nadie que lo haga por amor al arte- su nombre, su imagen a cadenas de restauración no deberían olvidar que, de no perseguir en ellas también la excelencia su prestigio puede verse dañado.

    Un saludo,

    eduard

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