Tras algo más de dos años de crónicas, la pesadilla de que pocos eran los puertos, y todavía menos los mares que me quedaban por descubrir en mi travesía por la gastronomía barcelonesa, comenzaba a ser un sueño demasiado recurrente y una realidad peligrosamente factible.
Afortunadamente, hay mares por los que no creo que jamás me aburra navegar (Àbac, Alkimia, Casa Paloma, Coure, Dos Palillos, Ipar Txoko…), puertos recientemente redescubiertos (Arola Arts o Moo) que han de deparar incontables horas de plácido amarre, e infinidad de bellas calas (Nectari o el restaurante que hoy nos ocupa) que el hacerse a la mar hagan que siempre merezca la pena.
Y así, el restaurante Codium, desde hacía ya un buen tiempo en mis cartas de navegación, se me antoja, si bien no como una playa paradisíaca que justifique veinte mil leguas de viaje –submarino o no-, sí como una más que interesante cala en la que, por unas horas y de vez en cuando, fondear.
Comencé a interesarme por la cocina que Juanjo Rodriguez practica en el restaurante Codium a raíz de las generosísimas palabras que un amigo le dedicó a propósito de mi exaltación del arroz de alga Codium y berberechos del restaurante Pandemonium: hace más de dos años que lo degusté y, al cerrar los ojos, puedo seguir paladeándolo –¡Uffff! De los mejores que he probado-.
Y aunque su carta –a mi entender, mucho menos sugerente que su menú degustación- y la decoración, entre oscura y algo demodé, del local, han comportado que la visita al restaurante Codium haya sido más tarde que pronto, he aquí lo que Juanjo Rodriguez: alumno de la primera promoción de la Escuela de Hostelería de Barcelona, en la que compartió pupitre con ilustres cocineros como Carles Abellán, José Andrés y Sergi Arola, ofrece en su casa de comidas de la calle Villarroel.
Oferta del restaurante Codium -no particularmente bien secundada por su bodega-, de la que, por supuesto, me quedé con su menú degustación.
Un menú en el que, aunque pocos, o ninguno de sus platos se libraban de algún “pero”, en su conjunto me dejó un más que agradable sabor de boca –metafórica y literalmente hablando-, gracias a:
La copa de cava Brut Nature (Joan Rovira Baqués) que acompañaba a una divertida y sabrosa versión de dos de los aperitivos de toda la vida: espuma de chips de patata con salsa Espinaler y crema de anchoas con puré de aceitunas verdes.
Una delicada crema de guisantes con gamba de Huelva, el aire de su coral y huevas de trucha, en la que, la intervención de éstas últimas se antojaba como lo más discutible del plato.
Una buena ostra gallega con granizado de limón –bien-, germinado de cebolla –susurro de bien- y aceite de trufa negra –para mi paladar, mal, muy mal-. Y el porqué: pues considero que cuando un condimento, un elemento gustativo accesorio pasa a ser el absoluto protagonista del plato, es que algo no funciona bien.
Un muy buen tataki de atún con helado de wasabi y una excelente salsa de soja casera. Un plato sin fisuras e indispensable de visitar el restaurante Codium.
Unos facilones ñoquis de calabaza con cremoso de boletus, Martini Blanco y caramelo de Módena –debería, por norma general, proscribirse la participación de éste último, como la del cebollino, la de las sales artificialmente coloreadas, la del polvo de oro…, salvo por imperiosa necesidad del guión, de la receta-.
Una notable gallineta con un “suquet” de alga Codium para enmarcar y un notable, a pesar de estar fuera de su sitio, arroz “socarrat” de galeras.
Un buen filete de ciervo con foie caramelizado y mermelada de vino tinto.
Un meritorio, aunque algo falto de complementariedad de texturas y sabores, primer postre inspirado en la nota de cata del vino Habla del Silencio: helado de cereza, toffee de moka, bizcocho, seco -10 segundos menos en el microondas le hubiesen sentado de maravilla-, de romero, aire de pimienta, gelatina de Tempranillo y grosellas.
Una, algo seca y excesivamente especiada con canela, torrija de briox acompañada de helado de haba tonka.
Y un correcto –salvo por el tercero de ellos: ¿Pájara, dadaísmo o fetichismo?- trío de petit fours: chupito de piña colada, piruleta de chocolate blanco y teja de chocolate negro con Lacasitos.
En definitiva, restaurante que, de pulir algunos detalles y convertir algunos de sus “peros” en “síes”, seguro que pasaría a engordar la lista de pequeñas-grandes casas de comidas de Barcelona.
Bodega: Habla del Silencio 2009 (Cabernet Sauvignon, Tempranillo y Syrah). Bodegas Habla. Vino de la Tierra de Extremadura
Precio: 50 €
En pocas palabras: Un restaurante de claroscuros.
Indicado: Para los que sabemos y gustamos del riesgo que comporta la aventura de descubrir restaurantes.
Contraindicado: Para los que solo avanzan sobre seguro.
Villarroel 88, Barcelona
934 510 950
Hola Eduard:
ResponderEliminaral meu gust Codium es el típic restaurant que no et negaré que es menji malament, peró surts amb les espectatives més baixes de com entres, t´esperes un com que que a l´hora de la veritat no es compleix, mals abor de boca, no t´aporta res de nou a la inquietud, plats normals que no destaquen, com el que bé dius a l´ostra, plats sense sentit comú ja que posar oli de tófona en una ostra no té sentit algun, abusament dels plats de pizzarra.
Tota cuina ha de tenir el seu perqué i els seus fonaments, si perds les bases i criteris quedes en el anonimat que segons jo és el que li passa al Codium
Marc Salvador
Hola Marc,
ResponderEliminarCom bé apuntes, crec que amb el restaurant Codium, les expectatives amb les que hi entres tenen un paper clau en el grau de satisfacció final. I potser, ja que les meves al entrar-hi no eren passa massa altes, sinó tot lo contrari, vaig acabar amb un bon gust de boca.
No et negaré que el restaurant Codium ben poc de nou pot aportar al panorama gastronòmic de Barcelona, ni que algun dels seus plats, per barrocs (nyoquis), per no estar del tot ben executats (torradeta de brioix), o per incoherència (l’ostra que apuntes), fan baixar molt punts a la cuina del Codium. Però no és menys cert que plats com la tonyina, la lluerna o els aperitius són més que meritoris a tenor de que estem parlant d’una humil casa de menjars en el que la factura final amb beguda inclosa no passa dels 50 €.
Per últim, compartir de nou amb tu el teu parer de que part de l’ostracisme del Codium es deu a certs errors d’estructura, de concepte, tot i que no vull acabar sense citar que albergo un bri d’esperança donat que crec que la cuina d’en Juanjo te molt marge de millora i que, no ho oblidem, per preus, no juga a la lliga dels Coure, Hisop, Gresca, Gelonch, Manairó, Cinc Sentits...
Salutacions,
eduard
Bon dia Eduard.
ResponderEliminardesprés de lelgir la teva crónica ja que Codium no l´havia sentit nombrar mai hem picava la curiositat de voler probar algod e nou que valgués la pena, així que vai reservar.
Sincerament vaig sortir igual que vaig entrar, sense haber trovat cap conclusió nova, el tataky que vols que et digui, un tall de peix cru per dins acompanyat d´un gelat, plat que vaig probar al comerç24 fa questió de 7 anys amb una mica més de gràcia, se avusa a mi gusto demasiado de estétiacs que una vez formaron parte de la cultura culinaria de este país como aires, espumas, o emplatados con pizzaras, palto que encuentro horroroso.
Lo de la ostra lo veo como una manera de estropear un gran producto como es una Superking, ganas de meterse en contrastes sin sentido.
El precio me pareció correcto pero en la carta de vinos como bién dices tú le falta fundamento, un buen restaurante tiene que estar asociado a una buena carta de vinos.
A mi gusto las ideas són buenas peró haría falta un planteamiento de la cocina, una limpieza de conceptos, para que salieramos de allí diciendo:salgo con una idea nueva.
A mi gusto le pasa como a mil921, Colibri,estan en la sombra,
salutaciones
Oscar
Bon dia Oscar,
ResponderEliminarMoltes gràcies per la confiança que em vas fer i sento molt la decepció que et vas endur.
En aquest sentit, i a pesar de que la meva crònica del restaurant Codium veu uns quants brots verds en la cuina d'en Juanjo que, junt amb unes baixes expectatives al entrar-hi, van ser els responsables del bon gust de boca amb el que vaig sortir-ne, en cap cas pretenia que de les meves paraules s'entengués que el restaurant Codium és una casa de menjars de visita obligada a Barcelona, doncs, com bé apuntes, i com li passa al Mil921, li manca nitidesa en alguns plats i replantejaments en construccions gustatives que, com també bé apuntes, van en detriment de bons productes.
Salutacions,
eduard