Sin duda, la gastronomía española y catalana son mucho más que las que se cuecen en sus capitales, y prueba de ello es el restaurante que hoy nos ocupa: el restaurante Freu.
Restaurante que, por imperativo económico –resulta cuasi imposible que propuestas gastronómicas como la del restaurante Freu puedan sobrevivir sin un mecenas mediante-, encuentra cobijo en el hotel de lujo de Lloret Guitart Monterrey.
Restaurante cuyos méritos no se circunscriben únicamente a la valentía, dada la plaza en la que se han propuesto lidiar, de su cocina, sino que también hay que encontrarlos en el magnífico equipo que lo compone. Un equipo de jóvenes profesionales (cocina: Nacho Arregui y Pep Arbós; y sala: Nuria Camps), pero de bagaje envidiable, cuasi insuperable –entre las muescas de sus cuchillos y sacacorchos pueden contarse, por ejemplo, las de restaurantes como Sant Pau, Can Fabes, Àbac, Saüc, Ca l’Isidre, Manairó o Talaia Mar).
Restaurante que, si en vez de tener que buscarlo en Lloret de Mar, apartado del mundanal ruido de la capital catalana, lo encontrásemos en cualquier esquina de Barcelona, ni por un segundo lo dudéis, daría muchísimo de qué hablar. Y si no os lo creéis, aquí va su mejor, que no el único, pues tanto la decoración del local como su equipo de sala bien merecen también ser destacados, argumento: su Menú Degustación.
Menú, cuyo prólogo corrió a cuenta de una pareja de aperitivos de distinta generación –diferencia de edad que, a pesar de la falta de conexión que entre ellos comportaba, no resultaba un impedimento para disfrutar de ellos-, encarnados, en un lado del ring, por una “secallona” y unas aceitunas Kalamata y, en el otro, por su interpretación del vermut (granizado de vermut con espuma de naranja, y una aceituna rellena del revés), y que gozó de la magnífica compañía de un excelente servicio de panes y aceites.
Menú Degustación al que dieron forma:
Un notable montadito de pan de coca con bogavante, jamón de bellota y membrillo.
Un excelente tártar de buey con foie y mantequilla de especias.
Un muy buen arroz “socarrat” –nada que envidiar tenía al “archifamoso” y firmado por Paco Pérez-, magníficamente acompañado por una gamba de Blanes –perfecta en su cocción-, un aire de su coral, y una fritura de sus patatas y espárragos.
Un increíble –de los mejores que he probado- caldo de pescado en el que, dada su intensidad aromática y gustativa, la totalidad de la sutil flota que en él navegaba (araña de mar, gamba de Blanes y ñoqui de albahaca) terminaba por naufragar.
Un siempre resultón plato de vieiras, panceta, trufa, alcachofas y corteza, en el que, no obstante, se advertían, de nuevo, ciertos desajustes en las potencias gustativas de los elementos que lo componían.
Una lubina acompañada por algas, “rossinyols” y una salsa de erizos que, sin duda, y gracias a las notas yodadas y minerales que maridaban a la perfección la lubina, se erigió como lo mejor de la noche. Un plato de 11 sobre 10.
Otra ración de manjares resultones encarnada por un cochinillo cocinado a baja temperatura y acompañado por un chutney de mango especiado con comino y pimienta rosa, pomelo y mostaza, que, en esta ocasión, sí que hacía buena la palabra manjar.
Un dúo de postres que, dada su calidad, y para alegría de mi paladar, me resulta imposible clasificar –démosles, pues, un primer puesto, una medalla de oro a los dos-.
Bravo por las fresitas y frambuesas –aunque si solo hubiesen concurrido las primeras, mejor-, perfectamente acompañadas por un helado de requesón, nueces caramelizadas y gelatina de miel.
Y olé para la pera rellena de pastel de queso, y acompañada por un crumble, una gelatina de Málaga y reducción de Módena.
Y unos buenos petit fours (macarrón de limón, trufa y financiero) para poner la guinda a una magnífica velada.
En definitiva, un restaurante que, sin duda, y utilizando los términos de la Guía Verde –la Michelin justa con nuestro país- bien merece el viaje.
Bodega: Agustí Vilaret; Mont Ferrant; DO Cava. Finca Viladellops 2009 (Xarel•lo); Finca Viladellops; DO Penedès. Geum 2010 (Garnacha); Vins de Taller; Vino de la Tierra de l’Empordà.
Precio: 65 €
En pocas palabras: Lo mejor de Lloret.
Indicado: Para confirmar que, lo mejor de la gastronomía de nuestro país trasciende, y de largo, la ofrecida en sus grandes urbes.
Contraindicado: Para los que creen que la gastronomía de proximidad es aquella que queda cerca de sus hogares.
Hotel Guitart Monterrey, Lloret de Mar (Girona)
972 369 326
Mi vinculación con Lloret es fuertísima, desde hace muchos años. Me produce mucha satisfacción que este restaurante -que tanto he oído hablar de él- destaque entre tus favoritos, restaurante que ya estoy deseando conocer, que Lloret no todo son desagradables incidentes en una zona muy concreta, porque playas, siguen siendo las mejores del litoral.
ResponderEliminarSaludos
Hola Carmen,
ResponderEliminarSin duda, Lloret es mucho más que lo que, desafortunadamente, suele hacerlo noticiable. NO obstante, para alguien que pisa la playa 2 veces al año, el restaurante Freu se me antoja como el mejor argumento para visitar esta localidad costera.
Un saludo,
eduard
Los restaurantes de Hotel son buenas salidas para chefs talentosos.
ResponderEliminarSin duda, Bernie, pueden llegar a ser el mejor aliado de talentosos chefs, pero si éstos se descuidan también pueden convertirse en un arma de doble filo.
ResponderEliminarUn saludo,
eduard
beautiful restaurant. i like to try every dishes.
ResponderEliminarI'm sure that you'll love all of them.
ResponderEliminarEduard
Existe otro al nivel o mejor que freu escondido en la montaña de lloret de mar . Sant Pere del Bosc increible cocina creativa en un marco incomparable.
ResponderEliminarTomo nota, apreciado Anónimo.
ResponderEliminarMuchas gracias,
eduard