domingo, 16 de septiembre de 2012

Ayutthaya y Bangkok

Ayutthaya y, particularmente, su parque histórico (reconocido como patrimonio de la humanidad allá por los jóvenes noventa) deberían ser de visita obligada de viajar uno al antiguo Reino de Siam.

Sin duda, sus templos, palacios, pagodas… parcialmente reconstruidos tras devastación que ocasionó la invasión birmana de mediados del siglo XVIII son el mayor argumento para visitar esta ciudad del centro de Tailandia. No obstante, su mercado fluvial, algunos “wats” de las afueras de la ciudad, el sano ambiente que en ella se respira y su oferta gastronómica merecen ser también destacados.

En este sentido, y como fue la tónica dominante de mi estancia por esos lares, buena parte de mis ágapes se solventaron con tentempiés en los exuberantes mercados callejeros que vertebran la mayoría de las ciudades tailandesas, y así, a un excelente desayuno, algo desubicado en su latitud, en la pastelería My First Cake;
Y a una buena cena en el restaurante Sai Thong, protagonizada por unas excelentes gambas con pasta de curry rojo, unas buenas alitas de pollo con salsa de soja picante y un salteado de cerdo y verduras con salsa dulce y picante;
Se ciñeron mis ágapes en los que disfruté de la comodidad de una mesa y una silla en la bellísima ciudad de Ayutthaya.

Bangkok es...

Una ciudad algo decepcionante si uno espera despedirse de ella con los ojos vidriosos con los que uno abandona Nueva York, Londres, París…

No obstante, muchos son los tesoros que la capital de Tailandia encierra, también en el terreno gastronómico. En mi estancia de poco más de tres días, dos fueron las agradabilísimas sorpresas que, en este plano, la ciudad de Bangkok me brindó. La mayor de ellas la capitalizó el restaurante Nahm (quincuagésimo restaurante del mundo según The World’s 50 Best Restaurants y para el que tengo reservada en exclusiva la próxima crónica), y la otra la encarnó el restaurante Kuppa: una casa de comidas de cuidadísimo interiorismo;
En la que, por algo menos de 25 € (sin bebidas), dos personas disfrutamos de: unas cortezas con boloñesa picante, un muy buen bocadillo de roast beef, un excelente pollo asado y unos magníficos pasteles de zanahoria y queso.
Y para terminar de disfrutar de la ciudad que nunca duerme, nada mejor que perderse en la inmensidad de la noche de Bangkok, por ejemplo, en alguno de los siguientes tres “rooftop bars”:

Sirocco:
Moon Bar at Vertigo:
Long Table: (el menos afamado pero el que más me gustó)

2 comentarios:

  1. Entre hoy y mañana podréis disfrutar de él.

    Siento esta reentré algo "asincopada" de crónicas.

    Un saludo,

    eduard

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