jueves, 9 de septiembre de 2010

Genial

¿Pretencioso, pueril…? No, simple y llanamente, autocomplaciente.

Con la primera línea de esta crónica me he permitido preguntarme y contestarme –esto sí que es un acto del todo pretencioso- sobre la razón que impulsa a un bautismo tan falto de modestia.

Como he apuntado, tal razón ha de encontrarse en el notable amor por lo propio del que hacen gala en el restaurante Genial que, si bien encuentra sustento en el favor del público ilerdense –los llenos en los servicios nocturnos son ya toda una costumbre-, se reputa como excesivo a tenor de alguno de los platos –en parámetros de la ESO diríamos que: necesitan mejorar- servidos bajo la atenta mirada de Audrey o Marylin. Os preguntaréis, entonces, a qué responde el éxito del restaurante.

Varias serían las claves de su éxito.

Un decoración minimalista y poseer varias salas (desde una idónea para veladas románticas hasta otras más propias para cenas canallas con los amigos), sin duda son un reclamo más que interesante.

Una más que interesante carta de vinos, no por extensa ni por contener referencias como los Châteaus Lafitte o d’Yquem, sino por el hecho de mimar, mimos traducidos en casi una veintena de referencias, los vinos de la DO Costers del Segre, también contribuye a la causa. Si algo tenemos los de Lleida es que nos sentimos orgullosos de nuestra tierra: “la terra ferma”.

No obstante, es en el ofrecer cocina creativa en una plaza en la que ésta prácticamente brilla por su ausencia, y a precios más que razonables, donde recae la mayor parte del mérito.

Entonces, ahora os preguntaréis: ¿Qué es lo que Eduard censura del restaurante Genial?

Que, a pesar de lo meritorio de su decoración, otros aspectos de la sala –estoy pensado, por ejemplo, en la cristalería- son aquí ninguneados.

Que, como la competencia en la liga de la cocina creativa en Lleida es prácticamente inexistente, se aprecia cierta condescendencia y relajación en la cocina que, de no ponerle remedio, sólo puede conducir a una desafección de sus clientes. En este mundo en el que todo avanza tan rápido, si uno anda cuando los otros corren e, incluso, esprintan, sólo puedes solo quedarte atrás.

Tras esta verbosa introducción, va tocando entrar en materia.

Así, la comida del pasado sábado discurrió entre:

Una notable anchoa, en su justo punto de salazón, más que bien acompañada por una gota de caramelo de vinagre de Módena, a modo de aperitivo.

(Tuve la ocasión de degustar el taco de atún en ligero escabeche que hizo las veces de entrante de mi acompañante y, he de reconocer que, era más que meritorio.)

Un buen carpaccio de manitas de cerdo acompañado por una correcta fritura de puerro y un exceso de manzana ácida en juliana –me atrevería a decir que de haberla injerido toda, hubiese dado cumplimiento al mandato de los nutricionistas de injerir diariamente cinco piezas de fruta o verdura-. Sin duda, lo mejor del plato era que el carpaccio no estaba cortado excesivamente fino, pues si bien para según que carpaccios podría ser un valor, para disfrutar de la textura gelatinosa de las manitas, una de sus principales virtudes, resulta indispensable que los cortes tengan cierta –siempre en términos de carpaccios- entidad.

Un correcto tártar de atún marinado con soja y sésamo - mucho, demasiado sésamo- y acompañado por unas notables verduras en tempura.

Desafortunadamente, con los postres me dieron gato por liebre. Así, me las prometía muy felices con la “horchata de trufa blanca” que solicité, pero la decepción fue mayúscula cuando lo que llegó fue un batido de trufa. Ni rastro de chufla, y “d’Alba” todo lo que tendría la trufa sería algún parentesco con la Duquesa.

En definitiva, si bien no sería justo identificar la cocina del restaurante Genial con el dicho popular “dime de qué presumes y te diré de qué careces”, pues en líneas generales el restaurante bien merece una visita y un sonoro aplauso por la labor de difusión de la cocina creativa que está haciendo por mi tierra, sin duda, cierta constricción de su ego se antoja indispensable al efecto de evitar que quien hoy se encuentra en cabeza de carrera pase a situarse a la cola del pelotón.

Vino: Alto Sió 2006 (Tempranillo y Syrah). Bodegas Costers del Sió (Costers del Segre). Buen exponente –personalmente considero que el que mejor lo encarna es Tomás Cusiné- de que en las tierras de Lleida ya no solo se domina el cultivo del melocotón, la manzana, la pera o la aceituna.

Precio: 40 €
Calificación: 12/20

Indicado:Para legos en la cocina creativa.

Contraindicado:Para avezados en la cocina creativa.

Av. de Navarra 1, Lleida
973 241 471

5 comentarios:

  1. Hola Eduard:
    he estat tres cops en aquest restaurant amb temps de permitg, sempre m´he emportat un mal sabor de boca.El local em sembla recargat, l´il.luminació massa fosca, més de bar de copes, les taules incómodes, inclús et donen atules que estan al mitg mateix per tal d´aprofitar l´espai al màxim cosa que em sembla injust si es té en compte que el preu en el meu cas per persona és de 40€.
    La cuina deixa molt que desitjar, en l´últim cas vaig menjar el carpaccio de manetes que surt en el teu article, el típic carpacio que et ve prefabricat en forma de rulo, no te cap secret, la ventresca tenía varios díes de nevera, un greu sabor a oxidada, s´ha de tindre en compte que és un peix molt delicat, el wok de chipirons amb coco normal.El tema postres millor no comentar-lo, molt trist.
    Els ervei molt despistat per no dir perdut.
    Resumint, aquest local a Barcelona es moriria de fàstic pero com que està a Lleida encara té aceptació, és un quiero y no puedo, més que cuina creativa sembla cuina mal creada.
    També pequen el nou restaurant d´aquest patró, el Bonno, sincerament quan vui menjar bé a Lleida vaig al Zeke o Kimo, al menys sé que menjo bo, bé de preu i amb una bona carta de vins molt económics.
    salut¡¡¡¡¡¡

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  2. Crec, com tu, que aquest local a Barcelona no ho tindria gens fàcil, doncs, provablement, "les comparacions serien odioses" i, en canvi, un restaurant que a Lleida no acaba d'aixecar el vol com el Cassia, de ben segur que hi triunfaria.

    No obstant, en aquesta vida, el context i el valor relatiu -desafortunadament- ho són quasi tot i així, des de el Genial s'han guanyat el favor del "seu" públic que, evidentment, no som ni tu ni jo.

    Una abraçada,

    eduard

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  3. Encara que a Lleida algo massa modern no funciona, algo tipus Coure, Hisop,...., l´exemple més clar és el Cassia, dos dels cinc cops que he anat estava vuit, locals com la taverna del clínic, topik,...a Lleida arrasarien.
    Un dels altres que no soport´ho i que treballa molt és d-vinis, estem en el mateix exemple, no hi ha gaire oferta.

    saludos

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  4. Comparteixo la teva opinió sobre el Hisop, no pas sobre el Coure, doncs crec que podria ser tot un èxit.

    Sens dubte, restaurants com el Topik o l'Embat també tindrien el seu, i ampli, espai.

    Respecte el D-Vinis, crec que te coses meritòries (el pop, els cigrons amb llamàntol o el coulant), però moltes d'altres més que prescindibles (steak tàrtar, amanides, postres massa dolços...)

    Salutacions,

    eduard

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  5. Vaig ser-hi tres dies abans: Una coca de recapte amb mozzarela que no tenia cap gràcia, un tartare de vedella picat a màquina totalment prescindible i una crema de maracujà am escuma de no se què que va resultar ser una copa amb coulís de maracujà (de la marca Boiron, jo també el faig servir a la cuina per decorar) amb nata. Mel van vendre com una espècie de pannacotta. L'únic que es salvà fou la terrassa. Amb això no n'hia prou. Llàstima que el Cassia fos tancat.

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