sábado, 9 de febrero de 2013

Suculent (II)

En esta última etapa de la tournée por los restaurantes de los nominados a Cocinero catalán del año comenzaré la casa por el tejado, esto es, anticipando mi candidato a tal honor.

And my winner is…

Mandu Gimeno.

Eso sí, recordad que estamos votando al mejor cocinero, pues si de elegir el más destacado –concepto altamente indeterminado- de los restaurantes en los que estos cinco magníficos cocineros trabajan se tratase, mi favorita sería la arrabalera casa de comidas que seguidamente nos ocupará.

Puede que a más de uno se le haya quedado cara de susto al leer mi última afirmación, no obstante, estoy convencido de que con la lectura de esta crónica y, sobre todo, con una visita al restaurante Suculent, no solo recuperarán su normal rictus sino que esbozarán una sonrisa.

Convencimiento que se sustenta en cuatro pilares.

Uno de ellos, por supuesto, encarnado por Antonio Romero, el “prota” de esta crónica –o la genial excusa para dejarme caer por el restaurante Suculent- y un cocinero al que augurarle, dado el binomio de juventud y madurez culinaria que exhibe, un futuro brillante.
Como acostumbro a recordar cada cierto tiempo, una buena propuesta gastronómica puede verse despojada de buena parte de su mérito por obra y desgracia de una mala sala, y sabedores de ello, la sala del restaurante Suculent –bonita bonita, a la moda a la moda e incómoda-, capitaneada por el bueno de Chemita, es un alarde de profesionalidad y simpatía que, lejos de desnudar de sus virtudes a los platos de Antonio Romero, les confiere un hálito de mayor, si cabe, apetencia.
Sin duda, la moda es otro de ellos –afortunadamente, es solo uno más, pues buscar el sustento de un restaurante únicamente en algo caduco, en ocasiones hasta fugaz, es de necios, y los hay-. Moda entendida como gusto por las tapas y platillos que con descaro, pero voseando, se dirigen a la tradición, como reniego del postín o como reivindicación de las zonas de Barcelona hasta el momento denostadas (el Raval, el Paral•lel…).
Y a nadie debe escapar que el último, o el primero, de los argumentos del éxito del restaurante Suculent es Carles Abellán. Suele decirse que “detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer” y, permitiéndome una paráfrasis muy, pero que muy libre, no sería equivocado afirmar que “sobre todos los restaurantes que han cosechado éxitos y favor del público últimamente se proyecta, más o menos alargada, la sobra de un gran cocinero” -para lo bueno, y para lo malo-. Bueno como la experiencia, el conocimiento de proveedores, el impacto mediático que redunda en clientes –el pan de los restaurantes-…, y malo como los dejes, la falta de implicación, el copia y pega que redunda en una homogeneidad –insana- del panorama gastronómico…, y como sé que si sigo por estos derroteros o me meteré en un berenjenal o hastiados de una lectura farragosa os iréis con vuestros ojos a otra parte, aquí lo dejo, y dejo paso a la sustancia de mi visita del pasado miércoles al restaurante Suculent.

Parada que se produjo tan solo un día después de la vuelta al cole de Antonio, Chemita… tras unas más que meritadas vacaciones, y fonda protagonizada por:

Una buena tapa, cortesía de la casa, de aceitunas (encurtidas y adobadas en casa).
Un excelente pan del Forn de Sant Josep acompañado con aceite y sal.
Unas buenas “croquetas” –en breve el porqué de las comillas, no temáis- de pollo. Comillas que traen causa en una textura, extremadamente fluida, de la croqueta (80% caldo de pollo) que dificultaba seriamente comerla con las manos –algo consustancial a una croqueta-. Eso sí, su sabor, de 8,9 –por los pelos, o por la pizca de sal que le faltaba, no llega al excelente-.
Una perfecta –calidad del producto, punto de cocción y rebozado- tempura de ortiguillas gaditanas.
Una casi perfecta caballa escabechada que, de servirse templada, no precisaría el casi. No es la primera ocasión en que lo denuncio, justamente, en la mitad de restaurantes visitados a propósito del premio Cocinero catalán del año lo sufrí –no caigáis en eso de mal de muchos…, pues ya sabéis de quién es consuelo-, pero creo conveniente insistir en que una temperatura de servicio en exceso fría de los escabeches va en detrimento de su sabor (lo atenúa) y de su textura (potencia lo graso).
Un brutal puchero de judías –con fabas asturianas no creo que hubiese adjetivo para definirlo-, papada de cerdo y huevo a baja temperatura.
Una muy buena cazuela de rabo de buey, cocinado a baja temperatura, y acompañado con un fondo oscuro y un dulzón –todavía no he decidido si esas marcadas notas dulces me convencen o no- cremoso de boniato trufado.
Un postre inspirado en otro parido por el genial Vilà -y todavía a años luz de su referente, aunque apuntase maneras- encarnado por pera escalibada (aportaba demasiado humo y precisaba más cocción) crema inglesa al romero y tierra de galleta. Y digo que apuntaba maneras, pues sin añadir ni quitar nada, solo ajustando algunas proporciones y cocciones, sería un postre redondo.
Y un excelente –de los mejores, sino el mejor, de Barcelona- pastel de queso brie con gelatina de moscatel y, por supuesto, base de galleta. Un postre que demuestra que en el restaurante Suculent, a pesar de gozar del favor del público barcelonés, no se duermen en los laureles, pues esta segunda versión, mucho menos dulce (incluso con notas salinas) y provista de los matices gustativos del moscatel, supone una gran y sabrosa evolución respecto la primera tarta de queso que probé.
En definitiva, un restaurante que al nacer gozó de una notoriedad impropia e hizo correr ríos de tinta, pero que con el tiempo, y el buen hacer en su cocina y en su sala, ha convertido todo ese ruido en una sabrosa melodía.

Bodega: Corta pero interesante, y también algo sobrepreciada, carta de vinos. Abellán-Bobet 2009. DO Costers del Segre. El vino que el genial Raül Bobet embotella para Carles -¡Qué lujo!-.
Precio: 40 €

En pocas palabras: ¡Suculento!

Indicado: Para casi todos y, particularmente, para los que creen, y quieren reparar en su error, que la valúa gastronómica de un restaurante es inversamente proporcional a su repercusión mediática –a veces, así es, pero este no es el caso del restaurante Suculent-.

Contraindicado: Para los que solo saben disfrutar de los sabores de altura en ambientes de postín.
Rambla del Raval 43, Barcelona
934 436 579

PD1: Alea iacta est. Yo ya he hecho mi jugada. ¿Y la vuestra?

PD2: No deberíais perderos sus vermuts, o aperitivos, al sol.

6 comentarios:

  1. No has arriscat massa... :)

    En tot l'entorn, es diu de fa molts dies que el premi està "donat i beneit". Vull dir que si s'ha d'apostar, jo també aposto aquest, que ja saps no em va convèncer.

    I igual el Carles Abellan acaba traslladant-se aquí, que dijous vaig spar al carrer Comerç i allò "olia a cadaver" amb només 8 persones en tota la sala... (ja el publicaré)

    I com sempre dic (ja sé que soc pesat), guanyarà el que tingui més "agència" al darrera.. Les votacions estan totalment descontrolades i ni verifiquen IP's ni tan sols si les adreces mail són reals... Vull dir que poses un becari a votar i "sube como la espuma".. ;).

    Jo que m'agrada experimentar, ho vaig provar personalemnt i a sobre em donaven les gràcies... Vull dir que el meu preferit (el mateix que el teu), té uns quants vots dels meus experiments...

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  2. Hola Ricard,

    No crec que hagi arriscat. Jo crec que el millor cuiner és el Mandu i que el restaurant, dels 5 nominats, més destacat d'aquest 2012 és el Suculent.

    Com bé apuntes, donat el poder mediàtic que el Suculent té, és molt provable que el premi estigui dat i beneït. No obstant, això no resta mèrits ni a la cuina de l'Antonio ni al restaurant.

    Per últim, tens molta raó respecte al Comerç 24, doncs o millora, i molt, la seva relació qualitat-preu o és crònica d'una mort anunciada.

    Salutacions,

    eduard

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  3. Me encantó el puchero de judías (una pena que haya pasado la moda de los platos caldosos con huevo a baja temperatura) y la terraza en primavera será un imprescindible, sin duda!

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  4. Lo celebro, apreciada Andrea, y me sumo a tu pesar por la sabrosa tendencia pasada de moda de los platos caldosos + huevo a baja temperatura (ahora me vienen a la cabeza los del Coure o Libentia -¡Qué delicia!-).

    Un saludo,

    eduard

    PD: puede que coincidamos en su terraza, pues como bien apuntas, llegado el buen tiempo será un imprescindible.

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  5. no te equivoques Eduard, no es el mejor cocinero del año por sus méritos en los fogones, es el cocinero con más amiguetes,hay cocineros de mucha más talla que estos cinco, es más en dos de ellos me lleve una grandísima decepción con errores que no son dignos de un cocinero que presuntamente opta a ser nombrado el mejor del año, la segunda fase de las votaciones dependerá de la agéncia o persona a la hora de tener más traza para votar, esto favorece a la gastronomía o ensucia el nombre?yod iría lo segundo, o se valora el mediatismo en vez de la cocina, aquí el Forum ha cometido errores garrafales que hacen que se pierda aún más la credivilidad.

    saludos

    John

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  6. Intentaré no equivocarme, apreciado Anónimo, y te pido lo mismo, pues creo que dejo bien claro en esta crónica que mi favorito (de los nominados, no de todos los cocineros de Catalunya) es Mandu, y que al restaurante Suculent, no a Antonio, concedo el dudoso honor de ser la mayor revelación(también entre los nominados) del 2012.

    Un saludo,

    eduard

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