jueves, 9 de diciembre de 2010

Era Coquela

El restaurante que hoy nos ocupa no se encuentra entre los más famosos del Valle de Arán, pero ya se sabe, mientras unos crían la fama, otros cardan la lana.

Así, con discreción, atributo que también definiría a la perfección su localización, pues se encuentra casi a las afueras –si es que éstas existen en un pueblo en el que todo se encuentra a tiro de piedra- de Vielha, justo al lado de su palacio de hielo, honradez, talento y una buena dosis de trabajo duro, en Era Coquela se han hecho más que merecedores de que su nombre figure entre los restaurantes más destacados de esta parte del Pirineo leridano.

Los que lo conozcáis seguro que comprendéis de qué os hablo y a los que todavía no os habéis decidido a dejaros seducir por los encantos del Arán, a parte de animaros a hacerlo, os pediría un pequeño voto de confianza: el Valle es algo, o mucho, peculiar y, evidentemente su panorama gastronómico no podía escapara a tal circunstancia y, en este sentido, Era Coquela merece un aplauso por su “normalidad”.

Condición que, por lo general, no goza de mi admiración pero que en un contexto de pizzerías de lo más normalitas en las que se sirve Flor de Pingus, de restauradores prepotentes que no saben digerir su éxito, de restaurantes que inflan sus precios pues saben que nunca les faltaran “visones” –sin duda, el animal, o como mínimo sus pieles, que más abunda en el Valle de Arán en el período invernar- que paguen sus abultadas facturas, de comedores en los que el comer es algo secundario y lo que cuenta es la ostentación.

Evidentemente, no toda la oferta gastronómica del Valle de Arán está viciada -éstos son solo una minoría aunque, desafortunadamente, tengan mucha visibilidad- y así, restaurantes como la Sidrería Era Bruixa, Era Mola (Gustavo i Maria José), Eth Restillé, Eth Tharo (para mi, el mejor del Valle) y Tikolet, entre muchos otros, encarnan lo mejor del Arán gastronómico. Lista de ilustres en la que intencionadamente no figuran algunos nombres de postín y donde, tal y como apuntaba hace unas líneas, el restaurante Era Coquela está haciendo méritos para aparecer.

¿Cuáles son?

A parte de la honestidad, el talento, la honradez y el espíritu de sacrificio ya señalados, un servicio de sala más que correcto y notablemente dirigido –sirva de ejemplo el detalle que la jefa de sala tuvo cuando al solicitar una segunda botella de La Montesa 2008 advirtió que la ya consumida era la única: ofrecer su “hermano mayor”, un Propiedad 2007, al precio del mediano de los hermanos riojanos de Álvaro Palacios-, y una comida, por calidad y creatividad, bastante por encima de la media del Valle.

La cena que el pasado domingo encerraba una calidad y una creatividad poco frecuentes en esta zona del Pirineo catalán la compusieron:

Un notable foie micuit con membrillo, un buen crujiente de parmesano, una emulsión de maracuyá y ginebra y un helado de quicos en el papel de aperitivos.

Un excelente “canelón” de foie –un muy buen micuit recubierto de manzana caramelizada- con yogurt y pan de especias.

Un correcto huevo a baja temperatura con crema de patata y trufa al que le sobraba un foie micuit que, por la temperatura excesiva del conjunto, solo acababa aportando grasa y pesadez al conjunto.

Un buen risotto, en su punto, de setas con carpaccio de ciervo.


Un correcto pichón, algo pasado en su punto de cocción, con foie fresco que, de nuevo, aportaba demasiada grasa.

Una más que correcta torrija, ligerísima -tal vez demasiado-, coronada por crema caramelizada y acompañada de un buen helado de nata.

Unos meritorios petit fours –que te sirvan petit fours en el Valle sí que es una auténtica rara avis- que componían unos agradables macarrons y unas trufas no aptas para abstemios.

Hasta aquí muchos pros y algún que otro contra –¡Ojo con las grasas, las carga el diablo! ¿O eran la armas?- a los que hay que sumar una sala, que por sus dimensiones, sonoridad y decoración, no está a la altura de la cocina y una impropia entrada al restaurante através de un bar que ahumaría hasta el salmón más correoso.

En definitiva, por su buen hacer, tanto en la cocina como en la sala, por la honradez, reflejada también en la factura del ágape, de su propuesta gastronómica y por su sencillez, un bien escaso en el Arán, Era Coquela merece contarse entre los restaurantes con diploma del Valle. Las medallas las reservo para Eth Taro (Artíes), Eth Portalet (Bossost) y Tikolet (Baqueira).

Vino: Propiedad 2007. (Graciano, Mazuelo, Tempranillo y Garnacha). Bodegas Palacios Remondo (Rioja).

Precio: 40 €
Calificación: 13,5/20

Indicado: Para confirmar que las apariencias no importan.

Contraindicado: Para los que solo salen a cenar para lucir palmito.

Avenida Garona 29, Vielha
973 64 29 15

2 comentarios:

  1. Soy cliente de Era Coquèla,para acceder al restaurante ya no te ahumas.
    El resto del artículo está perfecto.

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  2. Por suerte, con la entrada en vigor de la lay antitabaco, ya no te ahumas en ninguna parte.

    Un saludo,

    eduard

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