miércoles, 6 de octubre de 2010

El Jardí d’Alguaire

La localidad ilerdense de Alguaire es conocida por dar medio nombre al aeropuerto de la capital de la “terra ferma” y por ser sus tierras las principales productoras de una de las clases de higos más sabrosas del mercado (Coll de Dama), pero, sin duda, también podría serlo por albergar un restaurante capaz de conjugar perfectamente la fidelidad al recetario más tradicional con una cocina vestida con los últimos avances tecnológicos del sector.

Tradición sin rehuir los nuevos tiempos y las posibilidades que éstos ofrecen.

Tecnología, pero sólo como medio, nunca como fin.


Dos declaraciones de intenciones que perfectamente podría rezar sobre la entrada del restaurante El Jardí d’Alguaire.

Dos principios que ilustran perfectamente las dos facetas de Josep Gómez, el cocinero y propietario de este restaurante, recayendo en él la de hortelano (gran parte de las verduras y hortalizas que se sirven en el restaurante son sus manos las que las recogen) y la de marchante de nuevas tecnologías aplicadas a la gastronomía (Josep Gómez es el hombre de Agelo Po, la prestigiosa marca de hornos de nueva generación, en España).

En mi última visita al restaurante El Jardí d’Alguaire, y sentado en una de sus barrocas, casi kitsch salas –notas que se trasladan a algunos de sus platos-, disfruté -bueno, referirme a la primera mitad de la comida como disfrutar es en exceso benevolente- de:

Un barroco –no se ha hecho esperar demasiado- aperitivo compuesto por unas aceitunas, unos boquerones y una tortilla de espinacas y alubias.

Un carpaccio de gambas y vieiras que, junto con el aperitivo y el plato que lo seguiría, fue lo menos lucido del ágape, en este caso debido, principalmente, a la calidad algo justa de las gambas y a la extremadamente baja temperatura de servicio del plato.

Un foie, cortado demasiado fino, en algunas zonas en exceso hecho y mal acompañado por una dulzona reducción de Porto, con higos Coll de Dama: una de mis frutas favoritas y perfecta pareja de baile para casi cualquier producto. Ahora que todavía están en un punto óptimo, probadlos acompañados de un buen tomate (cor de bou, si puede ser), burrata, algo de rúcula y una vinagreta con un buen vinagre balsámico.

Afortunadamente, ahí estaba un excelente atún confitado, por supuesto, en el horno Agelo Po, y servido sobre unos tomates, de su huerto, de aroma y sabor casi olvidados, para coger el timón de la comida y marcar un rumbo que ya no se habría de torcer.

Siguiendo con el símil náutico, era imposible que uno de los buques insignias de El Jardí d’Alguaire no diese el do de pecho, y así lo hizo un sabrosísimo arroz caldoso de nécoras.

Notable también fue el steak tártar de ternera -cuatro añitos tenía la criatura-, por supuesto, cortado a cuchillo y perfectamente condimentado, que tenía que poner fin a la bacanal dominical. En este sentido, debo reconocer que me encanta el punto que la dan a un steak tártar unas gotas de un whisky ligeramente ahumado.


Pero como para los postres, algunos, tenemos un segundo estómago, puede disfrutar, a medias, de un milhojas de crema y nata con higos Coll de Dama. El disfrute hubiese sido total con unos gramos menos de azúcar en la crema y sin ninguno en la nata.

En definitiva, El Jardí d’Alguaire se presenta como una buena elección para casi todos y, especialmente, para aquellos que gustan de la tradición pero no desde un inmovilismo gastronómico.

Vino: Mestizaje 2008 (Bobal, Cabernet Sauvignon, Syrah, Tempranillo y Merlot). Mustiguillo. El Terrerazo (Utiel). Recientemente reconocidos como vinos de Pago. ¡Enhorabuena!

Precio: 50 €
Calificación: 13/20

Indicado: Para confirmar que tradición y tecnología no son extraños compañeros de cama.

Contraindicado: Para los alérgicos a los toques kitsch.

Carretera del Valle deAran Km. 14, Alguaire
973 75 71 18

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