lunes, 1 de marzo de 2010

Finca Prats: Blanc Restaurant

Un enorme ventanal;

Una sala dominada por el blanco con destellos de pasión; y

Un servicio de sala atento pero imperceptible.

Son el inmejorable marco para que una estudiada cocina creativa, elaborada siempre con productos de primerísima calidad, se erija como el referente gastronómico que tanto tiempo llevábamos reclamando los ilerdenses.

Blanc es el restaurante del hotel cinco estrellas La Finca Prats, y siguiendo con la filosofía que tantos hoteles de lujo han adoptado en los últimos años, esto es, entender que para que una estancia sea realmente cinco estrellas no puede prescindirse de la experiencia gastronómica, en La Finca Prats han apostado por ofrecer, en un ambiente casi idílico, una revisión de muchos de los platos que conforman las raíces de nuestra cocina.

Tradición puesta al día gracias a:

Una excelente crema de coliflor coronada por una suave espuma de “botifarra negra” y crujiente de jamón. Un plato que evoca a los sabores intensos del “trinxat” pero de textura casi etérea. Un aperitivo inmejorable.

Unos chipirones con su tinta acompañados por unos guisantes con su crema y huevas de salmón. Visual y conceptualmente el mente el plato era perfecto, lástima que los guisantes no alcanzasen la excelencia que la práctica totalidad de los productos servidos atesoraba.

Un notable tataki de atún sobre brotes de soja, acompañado por una excelente hoja de cacao y sésamo y un caramelo de salsa de soja. Un producto de calidad al que los toques tostados de la soja y el cacao le dan la mejor réplica.

La pasta de arroz rellena de vieiras acompañada por una salsa de múrgula. Una notable revisión del “tan nuestro” “mar y montaña” al que sólo le puedo achacar una intensidad un punto subida de la salsa de múrgulas.

El steak tártar, de factura tradicional, esto es, solomillo de ternera cortado a cuchillo con sus condimentos habituales (chalota, alcaparras, tabasco, Salsa Perrins, anchoas, aceite, huevo, brandy...), acompañado por un mejorable helado de mostaza, pues no aportaba la untuosidad, la cremosidad que el steak tártar demanda. No obstante, es de los mejores que he comido en los últimos años.


La terrina de rabo de toro con chips de verduras (patata violeta, entre otros) y una burnoise de calabacín y zanahoria. No sólo fue el mejor plato del menú, sino que se erigió como un plato perfecto.

Otro de los momentos más agradables de la velada llegó con el pre-postre. Un sorbete de mojito, acompañado por un geleé neutro, galleta de naranja y peta-zetas. Cumplía todo lo que puede exigirse a este tipo de platos: refrescante, divertido y, sobre todo, muy bueno.

En cambio, la espuma de crema catalana acompañada por una ligera crema de yogur, un fino pastel de chocolate y sorbete de mandarina fue el palto más inconsistente del menú. Inconsistencia que no se la otorgaba la ejecución de los componentes, aunque el pastel de chocolate estuviese demasiado hecho, sino que esta venía dada por la falta de complementariedad de los sabores que componían el postre.

Los cafés y la bonita caja de petit fours (mandarina y fruta de la pasión bañadas en chocolate y surtido de bombones), regresaron al notable nivel exhibido durante todo el ágape.

Por último, reseñar la excelente vajilla en la que se ofrecen los distintos paltos y que contrasta con una cristalería algo corta en cuanto a referencias.

En definitiva, Blanc Restaurant me ofreció una experiencia gastronómica de casi tres horas en la que sólo dos notas desentonaron en una melodía casi perfecta, y, por ello, estoy de enhorabuena por qué por fín, la gastronomía leridana ha decidido gritar a los cuatro vientos:

¡Here I am!

Vino: Solanes 2003 (Priorat, 90% Cariñena y 10% Garnatxa). Color granate intenso. Nariz inicialmente apagada pero a medida que evoluciona destaca su fruta negra madura (recuerdo olfativo a mermelada), para cristalizar en notas tostadas con una madera muy equilibrada al final. En boca tiene una acidez agradable, un recuerdo frutal y con un final largo y armónico.

Calificación:14,5/20

2 comentarios:

  1. Una pregunta Eduard,

    ¿cuál es para ti el mejor restaurante para comer un steak tartar en Barcelona? Adoro los que hace Ginés en el Belvedere, tenían encanto los del Giardinetto (aunque hace años que no los pruebo) y ahora que Ramón Freixa ya no nos puede ofrecer el suyo..¿con cuál quedarnos?

    Una contracrítica

    Mi experiencia en Libentia fue mucho peor que la tuya. Servicio de gesto frío y terrible asincronía (desinterés en aconsejarnos el vino, ni se preocuparon en servirnos la copa de champagne en la mesa, el pan llegó a mitad de menú...). En cuanto al menú: el arroz con tripas de bacalao excepcional, la lechona también; el resto de muy poco nivel, en especial una dupla de postres terriblemente vulgares.

    Por último: enhorabuena por el blog.

    Un placer,
    J.

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  2. Amigo J,

    Creo que la cuestión sobre cuál es el mejor tártar de Barcelona jamás tendrá una respuesta pacífica, pues cumpliendo con unos requisitos mínimos que, no obstante, muy pocos cumplen (solomillo cortado a cuchillo, huevo fresquísimo y en su justa medida, una mostaza potente pero no avinagrada, un toque de Brandy, Whisky o Calvados...) luego ya es cuestión de gustos. A mi me encanta el que prepara Jordi Vilà en Alkimia, el que más me gustaba era el que me preparaba Julián en el desaparecido Petit Gascón (Lleida), en Barcelona también destacaría, en formato tapas, el de Igueldo y Vivanda, pero como recomendación final te sugeriría que fueses a tu carnicería de confianza, pidieses un buen filete cortado a mano y lo condimentases a tu gusto (si no la tienes, esto más que satisfecho con la mía: Jordi, en el Mercado de Sarrià).

    En relación con tu contra-crítica de Libentia, si bien es cierto que algunos días el personal de sala no da abasto, creo que Chema es de los mejores jefes de sala de Barcelona y un experto sumiller. Asimismo, apoyo tu crítica a postres como el Suizo, sin embargo, creo que el juego de sabores tostados, salados, picantes y caramelo que ofrece la tatin de pera o la excelente versión del Lemon Pie son postres que merecen un aplauso.

    Por último, muchas gracias por la felicitación. Intentaré que cada día disfrutéis más con la lectura.

    Un abrazo,

    eduard.

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