Era, cual el poblado galo de Asterix y Obelix en la Francia romana, el único reducto, en esta ocasión de la cocina de vanguardia, de Lleida.
Fue, durante algunos años, el faro de la gastronomía de poniente gracias a la merecidísima estrella Michelin que lucía en su entrada.
De sus fogones se encargaba uno de los cocineros más talentosos que he conocido.
En definitiva, era uno de mis restaurantes favoritos.
Pero un día, Xixo decidió poner el punto y final a ese sueño que había nacido en el barrio de la Bordeta de la capital de la “terra ferma”.
El nuevo Malena:
Tras una larga espera, eterna para sus más devotos comensales, parte de la cocina de Xixo ha renacido en Gimenells: un pueblo a escasos 20 minutos en coche de Lleida y al que se llega por una preciosa carretera flanqueada por los viñedos de Raimat.
¿Por qué he dejado escrito que sólo parte ese su sueño vuelve a florecer?
Porque, y en detrimento de nuestra cultura gastronómica, Xixo ha decidido que algo de ese brillante cocinero que deslumbraba hace unos años siga en hibernación.
Vistas las dos cenas que me he regalado en el nuevo Malena puedo aseguraros que el cambio de rumbo es una elección libre y no forzada por la pérdida de talento, pues como algunos de los siguientes platos acreditaran, a Xixo éste le sobra.
El último menú que probé en este complejo agrícola-ganadero transformado en restaurante consistió en:
Un correcto primer aperitivo: chips de yuca, almendras con especias y bastoncillos de pipas.
Un mucho mejor segundo aperitivo: un “panadó” (la versión ilerdense de la pizza calzone) de espinacas.
Unas flojas alcachofas a la brasa con salsa de frambuesas. Destacar que la combinación de sabores y la cocción a la brasa eran perfectas, el problema radicó en que la calidad de las alcachofas no fue la esperada.
Por suerte, una increíble patata a la ceniza con cebolla machacada al mortero y un toque de pimentón que acompañaba a una igualmente excelente butifarra negra acudió rauda al rescate para demostrar que ni las manos ni la cabeza de Xixo no habían perdido un ápice de su lucidez.
Del bacalao fresco que se sirvió a continuación destacaría la técnica de cocción (vaporizado) y la sutileza de la salsa de habitas a la menta y pimienta rosa que lo acompañaba.
Fue tras el bacalao que entró en escena la estrella indiscutible de la noche: un arroz de pulpitos, con un notable toque de cebolla, que no oso calificar de otra manera que incalificable.
Con el postre, de la mano de un pan con chocolate amargo a las rosas y espuma de sal, llegó otro destello de talento que me hace albergar la esperanza que, tarde o temprano, esa voluntaria hibernación tocará a su fin.
En definitiva, el nuevo Malena ofrece mucha más cal que arena, aunque de esta última se advierte un peligrosísimo mal: la autocomplacencia del que se sabe virtuoso pero que no honra a su dicha con su ejercicio, pues sin la suficiente atención y dedicación hasta el terreno más fértil acaba por convertirse en yermo.
Vino: Ekam 2008. Costers del Segre (Riesling y Albariño). Vino a partir de vides plantadas a más de 1.000 metros que merece ser descubierto.
Precio: 55 €
Calificación: 14,5/20
Indicado: Para reencontrarse con Xixo y disfrutar de un restaurante en un entorno nada frecuente.
Contraindicado: Para quien no haya despertado del sueño de la Bordeta, pues en Gimenells no lo encontrará.