El restaurante, barra, tienda Fishhh! hace mala la expresión “quien mucho abarca poco aprieta”, pues uno puede desde comprar unas de las mejores almejas gallegas de la ciudad condal o tomar unas magnificas ostras con una copa de champagne en su barra, hasta cenar un excelente menú degustación dominado por el marisco.
Sí, he escrito cenar en la Illa. ¿Y como se come esto? Fácil, uno tiene que estar sentado en la mesa antes de la hora de cierre del centro comercial (las 21:30) y, terminada la cena, el servicio del restaurante te acompaña a la salida. Con independencia de la calidad del marisco, que ya justifica la visita a Fishhh!, cenar en una Illa desierta, con todas sus tiendas cerradas, e invadiéndote una sensación entre inquietante y enigmática, tiene por si solo su encanto.
Ayer al mediodía, el menú confeccionado a la carta consistió en:
La bulliniana hoja de ostra. Una hoja de un vegetal originario de Holanda que al masticarla sabe a mar y que introdujo por primera vez en la cocina española elBulli. ¿Quién si no?

Unas anchoas del Cantábrico. Un valor seguro si su procedencia no es mero humo, y os puedo asegurar que éstas habían nadado y tomado el sol en Santoña.

Unos excelentes calamares a la romana. ¡Qué racha tan buena estoy encadenando con este producto tantas veces maltratado con prolongadas cocciones o pesados rebozados!

Llangueta con huevo frito. Un plato que tiene dos secretos: la calidad del producto, y el aceite en el que se fríe en huevo (nuevo, pues sino el recuerdo a fritura empañaría el sutil sabor de las llanguetas). En Fishhh! los conocen y los aplican. Seguramente el mejor plato de la comida.

Con su versión de la carbonara, el rumbo se torció algo, pues ni la pasta elegida creo que era la que mejor le sienta a una carbonara (tallarines), ni el toque de pescado (tacos de atún demasiado hechos) que pretendía ser su aportación a la tradicional receta le aportaban nada. Me atrevo a sugerir, ya que en Fishhh!, como reza su nombre, todo tiene que tener su toque marino, que el de la carbonara sean láminas de atún seco, posibilitándose de este modo suplir el beicon, pues las primeras aportarían el toque salado y ahumado que la receta requiere.

Los dos tártares, tanto el de atún como el de salmón, estaban preparados con pescados de primer nivel, e iban acompañados por un toque de aceite de oliva, salsa de soja y ralladura de lima. Desde mi punto de vista la lima le sentaba mejor al salmón, ajustándose tal vez más al atún la ralladura de naranja o, incluso, la ausencia de ella.


Como “entremés” a los postres, un “polo” de limón. Sencillo o simple. No tengo una opinión lo suficientemente formada.

De postre, una revisión más de la clásica torrija, en esta ocasión bastante ligera y potenciando el toque de canela, para mi gusto, de forma excesiva. Al comentarle al chef del restaurante que ésta no había sido de mi entera satisfacción, pero que tampoco debía preocuparse pues mi referencia en torrijas es el pedazo de cielo que se sirve en Mugaritz, me indicó que la preparada en Louis XV de Mónaco la supera. No me lo puedo creer, pero cualquier excusa es buena para descubrir un restaurante nuevo y, especialmente, si de sus fogones se encarga Alain Ducasse.

Por último, una revisión más, en esta ocasión del café con leche. Revisión que no afectaba a su contenido sino a su continente. Desde mi humilde punto de vista, del play food a evitar.
En definitiva, el restaurante Fishhh! es, sin duda, una propuesta, por el marisco de calidad que ofrece y por los tintes creativos que aporta a un género gastronómico tan conservador, a tener en cuenta. No obstante, su juventud todavía le juega algunas malas pasadas, debiendo, para alcanzar una madurez que seguro será espléndida, cuidar detalles como la calidad de su servicio y la oferta de postres.
Vino: Perfum de Vi Blanc 2009. Penedés (Macabeo, Moscatel)
Precio: 40 €
Calificación: 13/20
Indicado: Para los amantes de los productos del mar.
Contraindicado: Para quienes no deseen descubrir que en un centro comercial puede comerse muy bien.