O el paradigma del paladar de Lleida
Si un amigo mío quisiese montar un restaurante en Lleida y me peguntase qué tipo de cocina es la que los ilerdenses demandan, sin duda le respondería que la cocina de mercado y, acto seguido, le dirigiría, entre otros, al Xalet Suís, a la Pèrgola, a la Fusta, al Carballeira para que comprobase la veracidad de mis palabras.
Algunos, con parte de razón, me replicarían diciendo que la cocina creativa, principalmente gracias a Blanc Restaurant y Cassia, comienza a cotizar como valor al alza por poniente (como en Cataluña se conoce a la tierras de Lleida), pero, mucho a mi pesar, hemos de admitir que esta emergencia es todavía incipiente.
Volviendo a mi amigo, y de visitar El Xalet Suís un domingo cualquiera, como hice yo el pasado, se encontraría con una carta rebosante de productos de altísima calidad sobre los que la intervención del hombre es casi anecdótica y sólo se justifica como medio, nunca como fin como sucede en algunos restaurantes de autor, para ensalzar todavía más la calidad del producto con el que en este restaurante se trabaja.
Así, el producto “matizado” que este domingo degusté en el Xalet Suís fue el que sigue:
Un correcto montadito de sardina marinada con toques de tomate y perifollo como aperitivo.
Un tomate confitado con una magnífica ventresca de atún. Sé que la agricultura globalizada nos permite tener tomates de calidad casi todo el año, pero debemos admitir que, los verdaderamente excepcionales son los que consumimos en su época natural.
Un notable salmón marinado con un toque, el justo, de eneldo.
Un excelente “mar y montaña” que consistía en una paella de perdiz y calamares, y de la que merece destacarse tanto el punto de arroz como el magnífico matiz que aportaba a la perdiz el aceite de tinta de calamar.
Un muy buen steak tártar en el que una carne de primera era prácticamente la única protagonista, como me gusta que así sea.
Un buen helado de higos al armañac.
En definitiva, en el Xalet Suís no descubrirán nada nuevo, o puede que sí los que ya no recuerdan el color, la textura, la forma y el sabor natural de un tomate, pero tampoco se asustarán con esperpénticas, gustativamente hablando, creaciones gastronómicas de difícil justificación salvo para venderse como arte moderno en la Feria Arco de Madrid.
Por último, aunque digan que en épocas de crisis nos volvemos más conservadores, yo seguiré anhelando, como un niño en la noche de Reyes, que me sorprendan al sentarme en una mesa pero, para los que no quieran sobresaltos, el Xalet Suís es una apuesta segura.
Vino: Jaros 2006. Ribera del Duero (95% Tempranillo, 3% Cabernet Sauvignon y 2% Merlot) en el que predominan las notas balsámicas, acompañadas de una agradable sensación frutal.
Precio: 60
Calificación: 13/20
Indicado: Para quines disfrutan de la cocina de mercado con particular acento en el producto.
Contraindicado: Para quienes la calidad del producto no justifica una visita a un restaurante.
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