Me encontraba en Santa Cruz de Tenerife con ocasión de un juicio que tenía que celebrar cuando decidí que, para llenar algo la más que ancha toga que a la mañana siguiente habría que vestir, lo mejor que podía hacer era regalarme una buena cena la noche anterior. Y así fue, o mejor dicho, así parecía que iba a ser.
Las Guías Repsol y Michelin fueron las primeras a las que recurrí, pero, dado su isleño silencio, me dirigí a la recepción del hotel en el que me hospedaba para recabar la información que precisaba: un restaurante de cocina creativa canaria. La respuesta me encaminaba al restaurante La Cuchara de Víctor Cruz.
Poco antes de las 9, hora canaria, para mi cuerpo ya tocaban las diez, llegué al restaurante, y debo confesar que la primera impresión fue muy buena.
Lástima que durase “lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks”, debido a la mantelería de papel y la basta cristalería que me encontré nada más sentarme en la mesa.
Sobre el menú, deciros que copó una la de las dos misiones que tenía, esto es, conseguir que la toga no me quedase tan grande, por desgracia se limitó a saciarme y no a satisfacerme.
Así, todo comenzó con unos chips varios, unos bastoncillos de pipas (extrañamente dulces), y algo de mantequilla, crema de queso y crema de chorizo (casi pierdo el gusto para el resto del ágape con su intensidad).
Unas notables papas arrugás con mojo de cilantro.
Una crema de papa y hongos acompañada de una croqueta de cherne (típico pescado blanco de la costa de Lanzarote) aderezada con una vinagreta de pepino y pimiento amarillo que fue, junto con el plato que la siguió, lo mejor de la noche.
Un crujiente de morcilla dulce sobre mojo de queso de cabra y coronado por virutas de queso que, como acabo de referir, fue, gracias al juego de contrastes que ofrecía, lo mejor de la noche. Pero aquí terminó todo.
Así, la calidad de los raviolis de txangurro era notable, pero insuficiente para compensar unas vieiras demasiado hechas que los acompañaban y la salsa de bogavante que los recubría y que ensombrecía, dada su contundencia, cualquier otro sabor.
Del cherne encebollado (mojo de cebolla y cebolla crujiente) con mayonesa de erizo y brotes de mostaza merecen destacarse tanto la mayonesa de erizo como el mojo de cebolla. En cambio, merecía un serio reproche el exceso de fritura de cebolla que coronaba el pescado.
Amigos canarios no os enfadéis, pero debo confesar que el cherne no es uno de esos productos del mar que llegue nunca a echar de menos por más tiempo que pase hasta que vuelva a probarlo.
Como pre-postre, me sirvieron un corte de queso de cabra con caramelo quemado y escamas de sal. Algo raro como pre-postre pero que me vino fantástico para saborear un rato más la malvasía de Lanzarote que había escogido como vino.
De postre, una torrija con helado de almendras y crujiente de miel que adolecía de un exceso tanto de fritura como de vainilla.
En definitiva, la visita al restaurante La Cuchara de Víctor Cruz, a pesar de la amabilidad de su servicio, distó mucho de las expectativas generadas, pero ya se sabe que, como en casa –haciendo de restaurantes como Alkimia, Libentia, Vivanda, Can Bosch, Cassia, y un largo etcétera, mi casa- en ningún sitio.
Vino: Stratus 2008 (Malvasía de Lanzarote)
Precio: 50 €
Calificación: 11/20
Indicado: Para veladas románticas.
Contraindicado: Asiduos a restaurantes de primer nivel.
Eduard, sólo a título de sugerencia. Suelo leer el blog de Abc "Salsa de Chiles" que modera el buen crítico Carlos Maribona. Cuando viajo a sitios que no conozco, me encomiendo a las sugerencias de sus participantes que son muchos y grandes conocedores de la realidad culinaria del país y te aseguro que no fallan.
ResponderEliminarAunque sea tarde, decirte que mi cena en El Celler en febrero, fue MEMORABLE. Lo mejor de los últimos tiempos. Un saludo cordial.
Muchas gracias por la sugerencia, seguro que me servirá de faro en aquellas ocasiones en las que me encuentre a ciegas gastronómicamente.
ResponderEliminarMe alegra que disfrutases de El Celler, eso sí que es un valor seguro.
Un saludo,
Eduard/Brillat