El eterno aspirante, y ahora más que nunca merecedor, de la estrellada distinción.
Se me antojaría incomprensible que, dado el nivel que hoy exhibe el restaurante Coure, y ya que la frontera del estrellato la marcan restaurantes como Manairó o Cinc Sentits (a mi parecer, algo por detrás de Coure), en 2011 la cocina que Albert elabora en el pasaje Marimón barcelonés no fuese una de las elegidas por la Guía Roja.
Desde mi segunda visita al restaurante Coure, hará ya unos cuantos años, hasta la del pasado jueves, el pensamiento que ha asaltado mi miente al abandonar el restaurante ha sido siempre el mismo: hoy he comido mejor que en cualquier ocasión anterior.
Sin duda, es la regularidad y el espíritu de superación que acompañan a una buena dosis de talento en los fogones, la clave del éxito presente y seguro que futuro de este restaurante. Sin olvidarnos de su personal de sala, profesional y atento como pocos en la ciudad condal.
La última cena que degusté en el restaurante Coure, sentado en mi mesa fetiche, la situada justo al lado de la de la foto (disculpad la calidad de las fotografías, pero es que tuve un problema con la cámara y tuve que recurrir al móvil), consistió en:
Un crujiente de pipas y curry, correcto para ir abriendo el apetito junto con un Izaguirre Reserva.
Una crema de eneldo, con habitas y berberechos, de la que destacaría la magnífica complementariedad de sabores del eneldo y las habitas y que supone una revisión del clásico guisantes con menta, que marida mejor con el bivalvo.
Una ensalada de bacalao, con tomate cherry (por supuesto, pelado), cebolla picada, escarola y aceitunas Kalamata. El plato más convencional, pero cuya inclusión en un menú creativo radicaba en la calidad de sus productos.
Uno de los platos insignia de la casa, pero que en esta ocasión fue el más flojo de la velada dado el exceso de limón confitado que llevaba. La coca de chicharrones, con foie, pera, reducción de PX, bouquet de ensalada y el referido limón confitado.
Unas láminas de ventresca de atún crudas con un ligero toque de salsa de soja, fresones, tomate y crema de almendras que, de nuevo, supusieron un alarde de calidad de producto pero esta vez con el plus de una composición gustativa más elaborada. Sin duda, el mejor entrante.
Unos salmonetes, en su justo punto de cocción, con ñoquis de polenta, alcaparras y una crema ligera de leche de oveja. Un plato que ilustra perfectamente el talento que atesora Albert: el toque graso del salmonete, la dulzor y untuosidad de la polenta, el toque ácido de las alcaparras, el punto cremoso y agrio de la leche, juntos en una misma paleta para dibujar un plato de productos sencillos, de sabores sutiles y de recuerdo sublime.
Un pichón en dos cocciones, con crema de patatas trufadas y colmenillas. El segundo buque insignia del restaurante Coure que, en esta ocasión, navegó viento en popa a toda vela.
Como pre-postre, lo que normalmente implicaba el último punto álgido de las cenas en Coure (hasta esta última visita siempre había considerando que sus postres adolecían de excesivo dulzor y pesadez), un excelso digestivo compuesto por: granizado de menta, aire de coco y crema de fruta de la pasión.
El postre que puso la guinda a la cena, consistió en un babá (caliente) con albaricoques, granizado de café y una ligera crema de mascarpone y vainilla. Un juego de temperaturas, texturas y sabores, de contenido dulzor, para superar con creces la última asignatura pendiente que tenía este restaurante.
En definitiva, la joven promesa que era Coure, ya es toda una realidad. Realidad a la que sólo le resta recoger lo sembrado. Espero, ya que se lo merece, que la cosecha sea estelar.
Vino: Venta d'Aubert Viognier 2008. Bajo Aragón (Viognier).
Precio: 65 €
Calificación: 15/20
Indicado: Disfrutar de una de las mejores cocinas mediterráneas creativas de Barcelona.
Contraindicado: Amantes de los guisos y cocina contundente, pues en Coure se rinde pleitesía al producto intentando que llegue lo más puro al comensal.
El miercoles de la semana pasada comí en el Coure un minestrone de verduritas mini ecológicas, antológico.
ResponderEliminarMe encanta el Coure! he estado un par de veces y han sido fantásticas. Ahora tengo ganas de ir a probar la barra que si sigue el mismo nivel estará genial.
ResponderEliminarSaludos
La barra es también mi cuenta pendiente con Coure. Me comprometo a tenerla saldada en un mes.
ResponderEliminarUn saludo,
eduard
Yo intentaré visitarla esta semana, ya te cuento.
ResponderEliminarUn saludo, un gusto leerte.
Hola, ayer fui al COURE i quedé sorprendida gratamente de todo lo que nos pusieron an la mesa. Quiero hacer una entrada en mi bloc, pero solo hice fotos de la entrada. Me dejarias utilizar la del interior con la mesa?, aunque ahora la decoración y las sillas no són tan agradables (vamos a decirlo todo), es justamente la mesa que nos dieron. Tanto si me lo permites como si no, te agradezco que me hayas "leido". Gracias!.
ResponderEliminarPor supuesto, Mercè.
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