Y para domingueros de los fogones.
Dominguera, pues aunque últimamente el trabajo no me permite pasar más tiempo en mi “fortaleza de la soledad”, es de precepto, como mínimo en mi credo, cocinar los domingos; y para domingueros, pues hasta el menos ducho en las artes culinarias saldrá bien parado de las sabrosas empresas que os propongo.
Y ya sin más dilación -¡Qué extraño que suena esta expresión por estos lares!-, marchando…
Una de ensaladilla.
Es uno de mis platos favoritos, así que, llueva, nieve o haga frío, no puedo pasar sin él. Con más o menos variaciones, mi ensaladilla de invierno la componen patata y zanahoria al tenedor, guisantes –frescos, por supuesto- solo escaldados, igual que los tirabeques, ventresca de bonito del Norte y mini-aguacates malagueños rellenos de anchoas de Santoña –mi “gordal” La Española-, todo ello aderezado con mayonesa de curry.
Dos de carbonara.
Concretamente, una de espaguetis y otra de ñoquis. Casi todo el mundo tiene la suya -o toma prestada la de otro-, eso sí, si la nata es el ingrediente principal, os aseguro que no estaréis preparando una pasta a la carbonara –puede que una pasta al estilo belga o, con algo menos de suerte, una abominable pasta de las nieves-. La mía (para dos personas): dos yemas, un huevo entero, panceta ibérica confitada (para que no despunte la sal, puesto que soy generoso con el queso), queso parmesano o pecorino (unos 50 gramos) y, como mínimo, 1080º -doy por hecho que todos la moléis al momento- de pimienta negra.
Una de paella.
Pero no del “señorito”, sino de cabrito -¡Qué rima más pueril!-, curry rojo tailandés y tirabeques. Las claves: (i) un buen arroz (preferiblemente, de grano de tamaño medio); (ii) un caldo de verduras hecho con amor –esto es, a fuego suave- al que al final se le añaden un par de cucharadas de postre de pasta de curry rojo; (iii) un “caramelifrito” (una suerte de fusión de caramelizado y sofrito) de cebolla dulce, ajos tiernos, tomate y pasta de curry rojo añadida al final de la cocción; (iv) sellar la carne al soplete antes de proceder a la marca; y (v) media cocción al fuego y media al horno.
Una de CARNE.
Mayúsculos 700 gramos de lomo bajo de buey, de verdad -palabra de Jordi (carnicería Casademunt del Mercat de Sarrià), salmantino, convertidos en tagliata, ligeramente ahumada con humo de cedro y acompañada con un escabeche japonés (preparado con vinagre de arroz y “pimienta” de Sichuan) de cebolla dulce.
Y una de torrija.
Thanks to Oriol Balaguer –aunque algo de mérito tendré-. Del bueno de Oriol: sus excelentes pan de molde y nata montada sin azúcar. De un servido: el empapado con leche, nata y huevo, el caramelizado al soplete y, pecando de algo de soberbia, la inspiración.
En definitiva, platos que hacen de los domingos más sábado y menos lunes.
PD: Por estas fechas, otra cocina genuinamente dominguera es la que podréis encontrar en el restaurante Les Espelmes –seguro que hasta los que no distinguen los calçots de los puerros saben que, en breve, os hablaré de los primeros-.
Les Espelmes: un restaurante privilegiadamente situado en el Coll de Lilla (entre Valls y Montblanc) en el que, a pesar del aire de merendero que se respira en su sala –es casi una utopía esperar otra realidad cuando se da de comer a más de 200 personas- y que desprende su cocina, no os darán caballo por ternera –la contemporánea versión de “gato por liebre”- y, de la mano de Ramón Vives y Montse Invernón, podréis “disfrutar” –más el alma que el paladar- del siguiente menú para “pixa pins”:
Aceitunas, fuet e Yzaguirre -¿Cabía esperar otro aperitivo? ¿Sabe igual un Yzaguirre en un vaso de Martini? No, y claro que no-.
CALÇOTS con ROMESCU –ambos mayúsculos-.
carne a la brasa –la minúscula no es un gazapo-.
Crema catalana con naranja –sorprendentemente buena-.
En definitiva, buenas vistas, gran servicio y mejores calçots -lo que, en su liga, es casi como si del Barça estuviésemos hablando-.
Bodega: Porrón del “bueno” -si es que lo hay-. A pesar de no haber hecho uso de ella, no puedo no destacar su magnífica, por precios y referencias, carta de vinos –mi próxima visita, será a su salud y, por ende, a la mía-.
Precio: 35 €
En pocas palabras: 300 –los calçots que, de permitírmelo, me hubiese zampado-.
Indicado: Para los que creen que pasar un buen rato con los suyos no tiene por qué estar reñido con disfrutar de un buen ágape.
Contraindicado: Para los que una calçotada es la excusa perfecta para darle fiesta -que no una fiesta- al paladar.
Ctra. N 240, km 28, Coll de Lilla, Valls (Tarragona)
977 60 10 42
PD2: Y en la próxima entrega, el restaurante Tanta. Sé que no voy a descubrir casi nada a casi nadie, pero… tenía que decir la mía al respecto –que no será la que muchos esperan-.
Es interesante saber lo que se come en tu casa!!! Me quedo con algunos apuntes; la panceta confitada, la pizca de nata para la carbonara y para asombrar a cualquiera, el cabrito en el arroz y esa pasta de curry con sus acompañantes caramelizados. No soy de muchos cambios en el arroz, pero este,seduce.
ResponderEliminarSaludos
Gracias, Carmen. El arroz de hoy, de setas, berenjena y ternera, y gratinado con alioli de trufa.
ResponderEliminarUn saludo,
eduard
Caray con el arroz de hoy!!!
ResponderEliminarEl alioli de trufa es otra tentación...
Un arroz genuínamente de monte, y muy muy bueno -si lo deseas, por el conflicto de intereses, puedes obviar un muy- Carmen.
ResponderEliminarUn saludo,
eduard