Como anticipaba en el epílogo de mi última crónica, hoy nos ocupará un restaurante cuya visita se me había resistido -en puridad, yo me había resistido a visitarlo-. Y tras esta palmaria demostración de que la propiedad conmutativa es extraña al lenguaje, y de confesaros que mi comida en el restaurante Tanta no estaba exenta de apriorismos, es ya el momento de atacar, de acometer –seguro que más de uno ya se relamía creyendo que hoy iba a haber más violencia gratuita que en una película de Stallone-la tarea de sintetizaros lo qué Gastón Acurio se trae entre manos en este antiguo párking del ensanche.
Y pues así me he obligado, vayamos por partes.
En primer lugar, debo reconocer que me apetecía menos visitar el restaurante Tanta que a un niño atacar –de nuevo, entendido como “ponerse a”, pues seguro que le faltaría tiempo si de la, por desgracia, más común de sus acepciones hablásemos- un plato de espinacas congeladas.
Y, sin duda, me faltaban ganas pues me sobraban prejuicios. Pesado lastre de prejuicios que traían causa en los numerosísimos inputs negativos que, a pesar de más de una buena -¿Y cautiva?- crítica, desde su apertura, había recibido sobre el restaurante Tanta e, igualmente, en la cena que hace unos meses me había regalado en el madrileño, afamado –¿Sobrevalorado? Ahora no me muerdo la lengua: sí- restaurante Astrid y Gastón –si a bordo del buque insignia de Gastón Acurio había naufragado, cómo iba a aventurarme a surcar los mares en su barco de recreo-.
¿Y por qué, finalmente, me dejé abrazar, de nuevo, por los tentáculos –todos los componentes de la lista de los 20 chefs más influyentes del mundo los tienen (Madrid Fusión dixit)- de Gastón Acurio?
Porqué en una legañosa –y algo resacosa- mañana de sábado me dio mucha, pero que mucha pereza rebatir la decisión de uno de mis compañeros, ocasionales, de fatigas gastronómicas –ya veis, una razón de peso-.
¿Y qué me deparó mi visita al rey –hasta que, en breve y previsiblemente, el restaurante Pakta le robe el cetro- de la cocina “nikkei” barcelonesa?
Lo esperado, pero también algo más y mejor.
Más, sin duda, por las dimensiones del restaurante Tanta (150 comensales es su capacidad), pues dejaban en una caja de cerillas la imagen mental que de este restaurante me había construido.
Mejor, por su profesional, atento y amable servicio –puede que en la Castellana gasten de las dos primeras, pero os aseguro que de la última, nanay-, por su acogedora sala –y ello a pesar de los consustanciales a su tamaño aires de merendero que se respiran, particularmente, en su mitad más alejada de la entrada- y por algunos muy meritorios platos.
Y lo esperado, pues, a pesar de las buenas sensaciones que dejaron algunos platos, especialmente del capítulo “entrantes” –arrancada de caballo, parada de burro-, sigo siendo inmune a la fiebre por lo “nikkei”, sigo sin ser fan de Gastón Acurio.
Y ya sin más dilación, he aquí todo –tras las partes, el todo- de mi almuerzo sabatino en el restaurante Tanta.
Un buen pan de patata para ser bañado en un flojo, por tenue, mojo de tomate, ajo y aceite.
Una excelente –sin duda, por sabrosa y bella, lo mejor del ágape- causa limeña: majado de patata y ají amarillo con bonito, aguacate, tomate y huevo.
Una muy buena empanada de gallina y ají.
Un dúo de platos ante los que veneran la cocina “nikkei” seguro que se reverenciarían pero a los que, por relegar a un buen producto a mera comparsa, no puedo no dar la espalda, encarnados por:
Un correcto cebiche nikkei: atún, leche de tigre y tamarindo.
Y un mucho mejor tiradito clásico: corvina, ají y maíz.
Un correcto anticucho (brocheta) de corazón de ternera con salsa ocopa –lo mejor del plato-.
Una triste, por barroca y de más que mejorable ejecución –una suerte de arroz tres delicias sin ninguna de ellas-, composición de pierna de pato estofada, arroz al cilantro y salsa de cebiche.
Un buen, pero no apto para diabéticos –creo que, dado su dulzor, solo de verlo puede darles una crisis-, suspiro limeño (dulce de leche peruano, canela y merengue de Porto).
Y un queso helado que, por su textura cristalizada, fue invitado a abandonar, casi tan rápido como una persona cuerda, sin traumas de infancia, sin los hábitos sexuales de un conejo –ya me entendéis- la casa de Gran Hermano, nuestra mesa. No obstante, es de justicia señalar que no se me cobró el postre, que observé como desde cocina lo escudriñaban tras ser devuelto y que, acto seguido, recibí una sincera –o eso me pareció- disculpa por parte del responsable de sala.
En definitiva, y a pesar de que lo intento –sabe dios que lo hago-, sigo sin sucumbir a los encantos de la cocina peruana. Veo su potencial, la paleta de nuevos sabores que ofrece, pero creo que sus composiciones gustativas, como mínimo en nuestro país, están más cerca de Altamira que del Moma –tampoco me gusta todo lo que encierran las paredes de éste último, principalmente, cuando el sabor se pone al servicio de la estética-.
Bodega: Fenomenal 2011 (Viura y Verdejo). Bodega Ángel Lorenzo Cachazo. DO Rueda.
Precio: 40 €
En pocas palabras: Un restaurante para el recreo, pero no para recrearse.
Indicado: Para descubrir la cocina de uno de los chefs más influyentes del mundo y uno de los restaurantes más de moda, también, del mundo –no lo digo yo, sino la publicación americana Zagat-.
Contraindicado: Para los que lo señalado en el “Indicado” no hace las veces de poderoso sazonador.
Còrsega 235
936 674 372
Buenooo...:)
ResponderEliminarJo estic enfarfegat de cuina peruana, només de sentir-ne parlar. I ara a sobre un de nou de més del mateix... el PAKTA.
Quan van inaugurar Tanta, ja em vaig dir que no aniria. La veritat és que estic fart d'aquestes mogudes en que amb vaselina o sense ens intenten colocar coses a través de campanyes.
I et felicito per la sinceritat del teu post. És el primer que llegeixo de Tanta, escrit en pura lògica. Els altres que he llegit són del conjunt de 'palmeros' i 'voceros' que expliqun maravelles imaginaries... i a sobre es comenten entre ells...
#fentamics com sempre... :)
En primer lloc, gràcies, Ricard, doncs una de les màximes d'aquest bloc és la independència i, per tant, és gratificant que es valori.
ResponderEliminarEm permetràs que discrepi respecte els teus apriorismes -tots els tenim- respecte el Pakta, doncs vist el que l'Albert Adrià és capáç de fer amb la cuina peruana, japonesa o mexicana al Tickets i, sobretot, al 41º, crec que el Pakta (entre nosaltres a partir de l'Abril) pot aportar alguna cosa més.
Segueix fent amics, Ricard.
Salutacions,
eduard
Para mí, lo mejor la empanada.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo en que los segundos platos no son tan agradecidos como los entrantes. Y siempre deja peor sabor de boca que fallen los segundos... La próxima vez alargaré el "pica-pica".
Como bien indicas, imprescindible reservar mesa del lado de la cocina, más acogedor, aunque las vistas al patio queden más lejos. Y me pareció muy cómodo hacer la sobremesa (o el aperitivo) con un pisco (ya que se hace peruano se hace del todo) en la barra o en las mesas altas de la entrada.
Como dice Ricard, es verdad que esto de las modas (recuerdo con especial cariño la de la viera y el pichón) a veces se hace pesado. En cualquier caso espero impaciente la apertura del Pakta.
Entre la empanada y la causa limeña anda la cosa, Andrea.
ResponderEliminarSiento discrepar, pero ni soy muy de piscos, ni me pareció especialmente agradable la zona de copas que ocupa la entrada del restaurante Tanta.
Pichones, cochinillos, antes confits o magrets ¿Qué fue de ellos? Algunos aguardan su segunda juventud, otros están en un limbo que difícilmente abandonarán, no obstante, todos tienen más futuro, a largo plazo -o eso creo- que los tiraditos y cebiches -que son flor de dos temporadas-.
Un saludo,
eduard
Eduard, et vas deixar de probar el que millor fan : el piscosour.
ResponderEliminarEstic d´acord amb el trío de causas limeñas y que es molt millor el tiradito de corvina que el cebiche nikkei. Fan un lomo de res saltat amb verdures i arros que esta molt bé. D´els postres, no cal ni parlarne.
Una abraçada.
El vaig probar, Bernie, però no com aperitiu, sinó com a post postre i, com bé apuntes, va ser del millor de l'àpat.
ResponderEliminarPrenc nota de les teves recomancions tot i que, sent franc, no sé quan hi tornaré -Barcelona és massa rica gastronòmicament com per a repetir restaurants correctes-.
Una abraçada,
eduard