By Rías de Galicia -featured by The Adrià brothers-.
Sumar casi nunca es malo. Y si los sumandos en cuestión son profesionalidad, capacidad de sacrificio y talento a raudales, sin duda, el resultado solo puede ser positivo.
Suma de virtudes que trae causa en la unión de las estirpes de restauradores Iglesias y Adrià y de la que ya han nacido los restaurantes Tickets y 41º.
Y aunque tanto en el renovado Bar La Cañota como en el restaurante que hoy nos ocupa, formal o mercantilmente no encontraréis a los Adrià por ninguna parte, material o gastronómicamente es imposible no advertir la impronta que Ferran y Albert han dejado en los hermanos Iglesias.
Impronta que se traduce en mayores dosis de creatividad, luminosidad, frescura, belleza y que, a pesar de que en el Bar La Cañota –de imprescindible visita- es ya más que patente, es en el Espai KRU en el que, de la mano de Ever Cubillas -¡Qué ganas tenía Ever de poder dar rienda suelta a todo su talento-, alcanza cotas más altas, su máximo desarrollo.
Antes de entrar al detalle de –ya os lo adelanto- una magnífica cena, daré respuesta a las cuatro, literalmente, preguntas que a estas alturas de la crónica seguro que a más de uno rondan por la cabeza.
¿Dónde? En el, otrora, primer piso del restaurante Rías de Galicia. Sin duda, los tiempos que corren no están para más de un centenar de comensales para la propuesta gastronómica de lujo, al desnudo, del restaurante Rías de Galicia, y así, es ahora su planta superior del restaurante la que, tras un acertadísimo restyling (a destacar la cocina a la vista, la barra que preside la entrada y la luminosidad y modernidad que todo lo baña), acoge al Espai KRU.
¿Cuándo? Hace menos de un mes.
¿Qué? ¿Que qué se cuece? Pues bien poco, ya que la cocina del restaurante Espai KRU, a pesar de navegar entre “la cocina antes del fuego” y “la cocina tras el descubrimiento de éste” (citando sus propios términos), es en las aguas de la primera en las que más –cuantitativa y cualitativamente- fondea.
¿Por qué? Porque a los Iglesias en sabiduría popular bien pocos los superan y prueba de ello lo es haber hecho suyas expresiones de tan desgraciada actualidad como “el hambre agudiza el ingenio” o “renovarse o morir”. Y si el porqué que buscabais es el del nombre del restaurante, pues a Ferran Adrià es a quien deberéis preguntárselo –Juan Carlos Iglesias me confesó que fue quien bautizó el restaurante-, aunque no hace falta ser el más listo de la clase para advertir que lo de KRU viene de crudo.
Crudo… y sus aliños: otra forma de definir la propuesta gastronómica del Espai KRU. Y así es, pues en la cocina del restaurante Espai KRU se “maquillan” –en su mejor acepción- con magníficos aliños –la mayoría de ellos, pues algunos se me antojan como en exceso protagonistas- pescados y mariscos que comparten calidad pero no calibre con los servidos en el restaurante Rías de Galicia.
Cocina del restaurante Espai KRU de la que, hace una semana, disfruté a través de:
Unas excelentes croquetas de gamba y centolla.
Unas muy buenas anchoas ahumadas, acompañadas con escalibada y cremoso de manchego.
La Vieira Kru: sashimi de vieira con un aliño de wasabi, soja, yema de huevo, agua de jengibre y rábano picante. El aliño era colosal pero reducía la vieira a una mera textura.
Unas buenísimas gambas de Palamós a las que un interesante pero demasiado intenso aguachile no les permitía brillar.
Un excelente sashimi de pez limón con manzana, soja y mandarina.
Una desajustada composición de morro de bacalao (excelente producto), agua gelificada de tomate (demasiada), salsa kimchi, escarola y esencia de Kalamata (en exceso astringente).
Una magnífico carpaccio de pulpo con salsa ponzu, pepino (en vinagre y sus brotes) y caviar de aceite.
Una muy buena “ensalada” de bogavante con aguacate, mango y mayonesa de su coral.
Un excelente sashimi de toro con manzana ácida, rábano picante y jengibre –seguramente, el mejor plato de la velada-.
Un buen carpaccio de ternera gallega curada en sal con virutas de queso curado y reducción de tinta fina. Y solo buen, a pesar de ser uno de los mejores que he probado, pues sigo sin ser capaz de disfrutar de una buena pieza de carne (de su textura untuosa, de su aroma penetrante, de su profundidad de sabor) presentada como carpaccio.
Una notable ostra con caldo gallego y oreja a la que la temperatura de servicio -en exceso fría, eliminándose así muchos de los matices aromáticos y gustativos tanto del caldo como de la ostra- jugaba un flaco favor.
Una excelente ostra con salsa ponzu y huevas de salmón.
Un buen, aunque pasado en su punto de cocción, rodaballo salvaje a la andaluza con mayonesa de miso y ras el hanout –tal vez, una romana protegería más la pieza de pescado quedando intacta su complementariedad de sabores con la mayonesa y las especias-.
Un correcto lingote de chocolate DO Paco Roig –los postres siguen siendo el talón de Aquiles de los restaurantes de la familia Iglesias-.
Y un excelente medio servicio –mi estómago hacía ya mucho que había dicho basta- de quesos: Montsec, Testum Di Capra, Sbrinz 30 meses, Cruttin y Verzin blue.
En definitiva, el restaurante Espai KRU, además de ser una casa de comidas de visita casi “impepinable” para todo amante de la gastronomía, es la demostración que de su unión con los Adrià los Iglesias no solo han obtenido rédito mediático sino también, y principalmente, gastronómico.
Bodega: Interesante carta de vinos y mejor carta de cócteles (para antes, durante y después). Vermut Antica Formula (Giuseppe B Carpano); Nibias 2009, (Albarín blanco), Gregory Pérez, Vino de la Tierra de Cangas de Nacea.
Precio: 90 € (entre 60 € y 100 € en función de la botas y la calidad de éstas que uno quiera calzarse en el Espai KRU)
En pocas palabras: El “Rías” del Siglo XXI.
Indicado: Para deleitarse viendo –y comiendo, por supuesto- como magníficos aliños hacen aumentar de calibre a excelentes productos del mar.
Contraindicado: Para los que el marisco, como la verdad, solo les gusta al desnudo.
Lleida 7, Barcelona
93 423 45 70
Tiene todo un aspecto magnífico, Eduard. Este Espai Kru no me lo pierdo, ya que soy un amante del pescado y marisco crudo (o marinado) y esos aliños parecen de ensueño (aunque, como dices, hay que ir con cuidado de no anular el sabor del producto).
ResponderEliminarEstos días que estuve por París me harté de comer esos míticos "plateaus du fruit de mer" de las buenas brasseries, que son pura nostalgia del mar. Me preguntaba porqué aquí, por nuestras tierras, nadie ofrece algo así. Bueno, en la Brasserie Flo de Barcelona sí que lo hacen, pero queda muy, muy lejos de los parisinos.
En fin, que voy de cabeza a ese Espai Kru.
Sólo quería preguntarte si los platos se ofrecen en la modalidad de tapas, medias raciones, plato completo, menú degustación,...? En tu caso parece un formato degustación, en todo caso.
Muchas gracias!
Hola Dani,
ResponderEliminarSiento el retraso en responder, pero leí tu comentario en el móvil y luego se me fue el santo al cielo.
Respondiendo a tu pregunta: no existe menú degustación y su oferta se basa en tapas o piezas.
Un saludo,
eduard
@Daniel: No te pierdas entonces el "Black"... A mi me encantó!
ResponderEliminarGran restaurante, Miquel, aunque me quedo con el KRU.
ResponderEliminarUn saludo,
eduard
Ahir vaig anar.hi. Molt bé. Bona materia prima, bon tracte i preus raonables.
ResponderEliminarEl triumf de l´infomalitat calculada.
Salutacions
Ho celebro, Bernie.
ResponderEliminarSens dubte, és un restaurant que engrandeix el panorama gastronòmic barceloní.
Salutacions,
eduard
Habrá que ir ! Que buena pinta...
ResponderEliminarNo lo dudes ni por un segundo.
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