Hay cocinas, coma la francesa o la italiana, que ya no recordamos cuando se incorporaron a nuestro acervo gastronómico, otras, como la japonesa, a fuerza de años y de romper prejuicios forman ya parte de nuestro abecé culinario, y por último están las que luchan por conquistar un pedacito de nuestro paladar y así hacerse un hueco en nuestra dieta.
Entre estas últimas la cocina hindú, la árabe o la tailandesa fueron las que, con niveles de éxito dispares, intentaron llevar la voz cantante hace unos años, siendo las cocinas mejicana y peruana las que hoy intentan que la atención mediática de la que están gozando no se quede en flor de un día y que su gastronomía colorista, fresca, sin complejos, de sabores originales y algo barroca se consolide como una verdadera alternativa dentro de nuestro panorama gastronómico –no será tarea fácil-.
De las dos cocinas recién citadas la que hoy nos ocupa es la peruana.
Cocina peruana de la que el madrileño restaurante Astrid y Gastón hace ya unos cuantos años que se erigió como máximo exponente.
Restaurante Astrid y Gastón que hoy, junto con su propietario: el prolífico cocinero-empresario Gastón Acurio, están más que nunca en boca de muchos gracias al desembarco en Barcelona de su “segunda marca”: el restaurante Tanta (versión bistró o hermano pequeño del restaurante Astrid y Gastón –llamadlo como queráis- al que, y a pesar de lo decepcionante de la visita al buque insignia español de la cocina de Gastón Acurio, en breve hincaré el diente).
Pero no nos vayamos por los cerros de Úbeda y centrémonos en el porqué de una tan poco venturosa visita al restaurante Astrid y Gastón.
Es innegable que el grado de satisfacción de una experiencia depende, y mucho, de las expectativas con las que ésta se afronta, y, en este sentido, es de justicia reconocer que con las que me disponía a cenar en el restaurante Astrid y Gastón eran muy altas, aunque justificadas, pues Gastón Acurio está considerado uno de los mejores, y más influyentes –he aquí tal vez el quid de la cuestión- cocineros del mundo.
Hecha la anterior puntualización al efecto que haga las veces de tamiz a la excesiva severidad con la que puede –será del todo involuntaria- que valore algunos extremos de mi vista al restaurante Astrid y Gastón, llega el turno para el relato de mi cena del pasado sábado.
Cena en la que una sala fría y un servicio todavía más frío y también algo altivo ya de buen principio pusieron algunos palos en las ruedas, y a la que dieron forma:
Un buen pisco –sin duda, Perú no es país para vermuts-.
Unos correctos chips de plátano verde y unos insípidos crujientes de pimiento.
Una excelente salsa de tomate, cilantro, lima, cebolla y aceite de oliva para ser untada en un interesante servicio de panes (blanco, de patata y de maíz).
Una muy buena composición de patata prensada y aromatizada con limón, cremoso de queso a las hierbas y chicharrón de chipirón.
Un buen cebiche (cebolla, maíz tostado y blanco, boniato y, por supuesto, lima y cilantro) de mejorables productos del mar (pulpo, corvina, mejillón y langostino).
Un “plato combinado” de majado de patata con pulpo moruno y “bomba” de ternera con aceitunas negras y huevo duro que, a pesar de su relativa calidad valorados independientemente, se antojó como un matrimonio mal avenido.
Un sabroso pero pasadísimo en su punto de cocción arroz meloso de langostinos, calamar, corales de marisco y espárragos verdes.
Una excelente gallina deshuesada con ají amarillo.
Un notable “Suspiro” –así se presentaba el único postre del Menú Tardición y la paupérrima cantidad que se ofrecía ponía en valor la elección del nombre- de dulce de leche peruano, canela y merengue de Porto.
Y un anodino trío de petit fours.
En definitiva, puede que el restaurante Astrid y Gastón sea la máxima expresión de la cocina peruana en nuestro país –así lo entienden los expertos y mucho más duchos que un servidor en la materia-, pero a tenor de mi visita creo que la riqueza gustativa y visual de la cocina de este país andino puede y merece alcanzar cotas mucho más altas.
Bodega: Trio Infernal 0/3 2010 (Garnacha blanca y Macabeo). Bodega Trio Infernal. DO Priorat.
Precio: 65 €
En pocas palabras: Alta, pero todavía con mucho margen para crecer, gastronomía peruana.
Indicado: Para circular, con el cinturón abrochado y a velocidad de paseo, por los derroteros de la cocina de Perú.
Contraindicado: Para los que nos cuesta atar cortas a nuestras expectativas o los que esperan que la vista al restaurante Astrid y Gastón sea el inicio de un romance con la gastronomía peruana.
Paseo de la Castellana 13, Madrid
91 702 62 62
El diumenge pasat vaig estar al Tanta de Bcn. Esta bé, pero res d´altre món.
ResponderEliminarLo millor, el pisco sour, de llarg...
Aixo si, a reventar. el local de moda d´aquesta tardor.
No en tinc pas millors referències, Ricard.
ResponderEliminarSalutacions,
eduard
Si, batejam de nou, Eduard. En que estaries pensant ?
ResponderEliminarHe descobert fa ben poc la cuina peruana i tinc pendent el Tanta, però fins ara he anat al Restaurant El Señorío i Costa Verde a Barcelona, i els he trobat molt bons, exponents de la cuina peruana de carrer, de barri, amb plats molt curiosos, tant de la cuina chifa, com la mes criolla. Això si no son gens fashion, tirant a cutrelux, pero la seva cuina val la pena, preu, qualitat i fins i tot quantitat. Son mons diferents d'una mateixa realitat o gastronomia. Tinc un parell de posts per si voleu fer una visita. De l'Astrid & Gastón esperaba algo mes!, ho tindrem que probar.
ResponderEliminarSento la tardança en respondre, però "blogger" havia marcat el teu comentari com a spam.
EliminarSi esperaves més del AyG, no crec que el Tanta (el seu segon restaurant) et faci el pes.
Ara em passo a veure els teus posts.
Salutacions i, de nou, sento que blogger et considerès spam.
eduard
No crec que penses en mi Bernie.... Es molt dificil imaginar-me a mi en el Tanta...:). Seria un altre Ricard.... :))
ResponderEliminarPerdona'm, Bernie.
ResponderEliminarI sí que anava per tu, Ricard, doncs el català del comentari és el que va provocar l'error.
Salutacions i, de nou, disculpeu-me per la confusió,
eduard
pues a mi el "suspiro", ademas de empalagoso total y redundante de azucar no me parecio un postre para terminar el menú,en el tanta se puede degustar a 6 euros....
ResponderEliminarSin duda, apreciado Anónimo, un postre de dulce de leche, merengue y canela, per se, es un postre dulzón, aunque los que somos golosos... podemos caer rendidos a él -lo que no quita que lo encontrases pesado-.
ResponderEliminarUn saludo,
eduard
Alguien concoe la direccion de astrid y gaton en barcelona?
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