sábado, 2 de abril de 2016

St. John Bread and Wine

El restaurante St. John se hizo mayor a costa de la casquería -fue de los primeros en ordeñar unas ubres que parecen inagotables- y por el favor de la Lista de los 50 mejores restaurantes del mundo patrocinada por S. Pellegrino -hoy ocupa el puesto 92 pero, en pasadas ediciones, lo habían encumbrado, igual de inexplicablemente que al parisino Chateaubriand, en el Top 20-.

Y ya talludito, llegó la prole, y es justamente uno de sus cuatro hijos el hoy nos ocupa -y aunque los padres digan que a todos los hijos se les quiere por igual, estoy convencido de que de éste se siente especialmente orgulloso-.

Y así lo creo pues, esta casa de comidas situada en frente del bullicioso Mercado de Spitafields cumple más que solventemente con lo que anuncia: St. John Bread and Wine.

St. John: sobrado cumple dado que hasta Jack el Destripador -quien, por cierto, perpetró sus últimas carnicerías por esas calles- se sentiría saciado leyendo su carta y, sobre todo, hincando el cuchillo en sus carnes, en sus vísceras.

Bread: sirven y venden panes que, de vivir en Londres, seguro que estarían en algún cajón de mi congelador -como ahora lo están los de Triticum, La Llibreria o Baluard-.

Wine: un brindis merece que el bistró de una gastrocasquería tenga una carta de vinos con más de cien interesantísimas referencias (20 de ellas disponibles por copa o por “carafe”).

Y Ella: la camarera vegetariana -¡Manda criadillas!- que me atendió y cuya profesionalidad y proximidad rezumaban entre las cuatro acogedoras paredes que enmarcan este St. John Bread and Wine.

Y a mi “pre-diner at Dinner” -suerte que me llevé a Londres mis dos estómagos- en el restaurante St. John Bread and Wine le dieron forma:

Unos excelentes panes de masa madre (blanco e integral) acompañados por una casi tan buena mantequilla casera.

Una resultona ensalada de remolacha, col lombarda, crème fraîche y alcaparras perfectamente aliñada. Ojalá no hubiese tenido que hacer mención a este último extremo, pero en nuestro país estamos tan acostumbrados a ensaladas provistas de tristes aliños o desprovistas de éstos que he entendido necesario recordar a los cocineros patrios que el poner aceiteras y vinagreras en la mesa no les exime de aliñar “comme il faut” lo que sirven.

Un notable pastel de sangre (sangre, panceta y tuétano) acompañado por huevo planchado de pato y salsa marrón (fondo de carne, manteca y harina).

Una brutal tostada de riñones de cordero en salsa (pimientas, cayena, harina, mostaza, mantequilla, salsa Worcester, caldo de ave…). Una tostada a la que amarás u odiarás -I love it- y que, según reza la tradición británica, es el típico almuerzo para el día en que se cumplen años -¡Por muchos años!-.

Y un muy buen pudin de chocolate, ciruelas al armañac y creme fraîche.

En definitiva, un restaurante que consagra la casquería -del pan y del vino ya se encargan otros-.

Bodega: Dicho está todo menos mi elección: un par de copas de Mon P’tit Pithon 2014 (Cariñena, Garnacha y Syrah), Domaine Olivier Pithon, Pays des Côtes Catalanes.

Precio: 50€. Precio medio: 20€-40€ + bebidas.

En pocas palabras: Casquería “Prêt-à-porter”.

Indicado: Para disfrutar al 90% del restaurante St. John al 50% de su precio -¿Buen negocio, no?-.

Contraindicado: Para los que con la sangre y las vísceras no pueden ni en el cine.

94-96 Commercial Street, Londres
+44 20 7251 0848

PD: No soy omnipresente, ni omnisciente, ni omnipotente, ni santo, ni muchas de las cualidades que se le atribuyen, pero como Él, mañana descansaré -y os dejaré descansar de mí-. Lo retomamos el lunes con el único pub con Estrella Michelin de Londres (Harwood Arms).

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