Supongo que imbuido por el Síndrome de Estocolmo -aunque, Londres sería el topónimo más propio-, mi primer almuerzo de regreso a Barcelona fue un “brunch” en tierra de guiris y de la mano de un chef londinense.
Un “brunch” pues, en el restaurante La Esquina a esto se ciñe -o se constriñe- su oferta gastronómica los mediodías sabatinos y dominicales, mientras que, en los almuerzos de los días laborables de la mayoría de los mortales (L-V) un interesantísimo menú mediodía travestido de plato combinado es el que lleva la voz cantante y, para disfrutar de su oferta más gastronómica deberéis llamar a su puerta las noches de los jueves, viernes y sábado.
En territorio comanche -uno en el que los que aterrorizan no son indios con ansia de cabelleras sino turistas que visten calcetines y chancletas en los pies y exceso de sol y de alcohol en la cabeza- pues, esta casa de comidas de estética “neo-hispter” (e.g. interiorismo hecho para ser “Instagrameado”, vajilla Churchill de casa de campo o servilletas de papel 100% recicladas -prefiero el reciclaje de lavar, aunque sea con jabones “eco”, servilletas de ropa-) la encontraéis en uno de los vértices (el que da a la calle Balmes) del Triangle.
Y, de las palabras (extracto literal de la web del restaurante) de Alan Stewart “made with my hands and with all my love” se deduce el origen británico de su chef y se transluce que la vocación del restaurante La Esquina es que el comensal paladee artesanía, cercanía y amor.
Y a un “bruch” que, por las buenas sensaciones que me dejó, me llevará a visitar el restaurante La Esquina alguna de sus “noches gastronómicas”, le dieron forma:
Unos buenos panes (los iréis descubriendo en cada plato) de la panadería del 112 de la calle Rosselló Cloudstreet Bakery, acompañados por una solvente, y del año -detalle que, por desgracia, no es menor- arbequina de les Garrigues.
Un notable “home made” salmón ahumado -algo más de humo no le haría daño a nadie y, creo, gustaría más a todos- acompañado con eneldo (fresco y su aceite), encurtidos (alcaparrón, cebolleta y pepinillo) y mantequilla, también casera.
Unos buenos huevos Benedict: huevo poché -cuando están bien hechos, y éste lo estaba, por su textura y desarrollo gustativo de la yema, los prefiero a los cocinados a baja temperatura-, jamón york ligeramente ahumado, beicon, y salsa holandesa.
Un resultón “vegetal de pollo” hecho para los que no cuentan calorías: pechuga de pollo empanada (algo seca), ensalada de col, julianas de piparra manzana y cebolla morada, pickles (cebolleta y pepinillo) y mayonesa de limón. Un bocata que, además de bastante resultón sería muy sabrosón de mediar más punch (más picante) y más untuosidad (más mayonesa).
Un mediocre (por pasado de cocción) bizcocho de manzana y canela.
Una buena tartaleta (masa quebrada) de fresas y crema pastelera.
Y un excelente - a pesar la inadecuada taza de vidrio en la que se servía, de los mejores que me he tomado en Barcelona, - expreso (extraía lo mejor de la acidez y de la untuosidad de los mejores granos colombianos). Bien por ti -¡Y por mí!- Louis (el barista, paisano de Alan, del restaurante La Esquina).
En definitiva, una casa para todas las comidas (desayunos, almuerzos, meriendas y cenas) y para casi todos (desde para los que van a comer por “postureo”, hasta para los que comemos para que se nos ponga bien).
Bodega: Pobre carta de vinos (conformada por 15 referencias simplonas y nada baratas). Mi elección: Rouge 2012 (Syrah, Garnacha y Cariñena), Domaine Mont Noir, D.O. Côtes du Roussillon; y la suya: agua cristalina y gratuita -“comme il faut” y un ejemplo que debería cundir-.
Precio: 30€ (mi “brunch” + vino). Menú mediodía: 15€. Precio medio a la carta: 25€-35€ + bebidas.
En pocas palabras: Un Federal Café o un Brunch and Cake “well done”.
Indicado: Para experimentar, con gaseosa -suben las burbujas, pero no los precios del restaurante La Esquina-, con la interesantísima cocina “brit”.
Contraindicado: Para los que creen que lo único bueno que han inventado los británicos es el fútbol.
Bergara 2, Barcelona.
937 687 242
PD: Los platos combinados del restaurante La Esquina son buenos, buenos, pero para plan combinado buenísimo, nada mejor que una previa en la terraza del vecino Hotel Pulitzer vermut de la casa (3€) en mano.
me ha venido bien leer tu post, porque por la zona en la que está, no daba demasiado por este restaurante. Y entonces empecé a leer buenas críticas, y la tuya ha colmado el vaso: tengo que ir a probarlo! :)
ResponderEliminarYo tampoco esperaba mucho, Eva, y creo que eso también ayudó a que La Esquina me convenciese. Así que, bien harás de visitarlo desprovista de expectativas.
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