Si bien no existe un mínimo común múltiplo, y su máximo común denominador sería el mero hecho de ser casas de comidas, entre los restaurantes que visité el pasado mes de marzo, sí que es sencillo advertir que la cocina asiática y, en menor medida, el barcelonés barrio de Gracia son rasgos comunes a unos cuantos de ellos.
Y si un restaurante encaja a la perfección en tal descripción, éste es el Kuai Momos, pues va sobrado de “Asia” y de “Gracia” –con menos Gracia y más gracia, la cena hubiese ido algo, o mucho, mejor-.
Y así es, pues el restaurante Kuai Momos es la casa de comidas que el “graciense” (oriundo del barrio de Gracia) Jordi Brau se trajo bajo el brazo de sus siete años no solo en el Tíbet sino en toda Asia.
Siete años con los cuchillos en una mano -los pasó casi íntegramente trabajado en la restauración- y las maletas en la otra –muy quieto no paró el chico-, en los que fue tomando cuerpo la idea de abrir en su Gracia un restaurante en el que tapear con palillos o, en otras palabras, en el que picotear, en el que compartir platos con denominación de origen Asia.
Y hace algo más de un año, dicho y hecho.
Año y poco en el que el restaurante Kuai Momos se ha ido ganado al público barcelonés, particularmente al del barrio de Gracia, pero también al foráneo.
¿Y con base en qué argumentos se deberían estar preguntando todos aquellos cuyas neuronas no se hayan declarado en rebeldía por el fin de las vacaciones de Semana Santa?
Y pues muy a mi pesar las mías no han sufrido el estrés de la “vuelta al cole” pues nunca se fueron, no me ha costado mucho identificar que la cálida acogida del restaurante Kuai Momos se debe a:
Una propuesta gastronómica, firmada por el propio Jordi y ejecutada por Bin, que te permite viajar por buena parte de Asia pero cuyo mérito reside más en la extensión de kilómetros de gastronomía que abraza que en la delicadez o virtud con la que lo hace. Sin duda, su peor achaque son las concesiones a los paladares de aquí que en ella se advierten –siempre he creído que una cocina para todos los públicos acaba no siéndola para ninguno-.
Una sala dotada de tres ambientes –mención especial merece su “chill out” o su balcón interior- amable y entusiásticamente comandada por Ricard y Anna.
Y, por supuesto, al puesto que ocupa en el ranking de la tan poderosa como de insondables y más que cuestionables criterios web Trip Advisor. Nada más ni nada menos que el vigesimoséptimo, de entre más de cuatro mil restaurantes reseñados, lugar, lo que, por cierto, supone que el restaurante Kuai Momos pueda ver al restaurante Koy Shunka (al que los “viajeros” consideran el vigesimonoveno restaurante de Barcelona) por el retrovisor.
Y ya sin más dilación, he aquí las postales del viaje gastronómico por Asia propiciado por mi cena –solo ofrecen funciones nocturnas- en el restaurante Kuai Momos.
Unos notables “nems” o rollitos vietnamitas (soja, zanahoria, lechuga y fideos chinos Vermicelli) aderezados con una buena salsa dulce-picante.
Un interesante salmón “Suke-Maikas”, esto es, escaldado, marinado en soja y aceite de sésamo y acompañado por una salsa de yogur, curry y eneldo.
Unos muy buenos “dumplings” –particularmente la pasta- de cerdo, setas y bambú.
Una excelente –sin duda, lo mejor del ágape- berenjena al estilo de Shanghái según receta de la abuela del chef Bin (berenjena asada con jengibre, ajo… y acompañada con tortitas de maíz).
Un buen, aunque en el que ya se advertían ciertas concesiones gustativas a occidente (poca potencia cítrica y picante -pero moco de pavo, una mera anécdota comparado con el plato que iba a sucederlo-), “Pad Thai” tailandés, esto es, fideos de arroz salteados con pollo, verduras, lima y cacahuetes.
Un triste curry rojo de verduras (leche de coco, pimiento rojo y verde, maíz, coliflor, judías, guisantes, cidronela, lima, salsa de pescado, albahaca tailandesa…) acompañado con el preceptivo bol de arroz. Severidad, en su primera acepción, en mi valoración motivada por la irregular cocción de muchos de sus componentes, por el hecho de incluir en la preparación guisantes congelados, por su falta de densidad y, sobre todo, por ser un plato absolutamente falto de punch –el curry tailandés o pica, y mucho, o no es curry-.
Unas muy flojas, principalmente por lo vulgar de la fritura, por la textura de la carne y por lo dulzón de la salsa que las acompañaba, costillas de cerdo al estilo Singapur.
Unos correctos mochis de sésamo y coco -sin duda, el rebozado de coco no permitía disfrutar en toda su extensión de la textura glutinosa de los mochis-.
Un buen “black sticky rice” -de nuevo, un postre solo apto para los amantes de lo glutinoso- con mango.
Y unas notables trufas con jengibre y naranja.
En definitiva, un restaurante que, de cuidar ciertos detalles (bodega o materias primas) y de no transigir con el paladar occidental, meritaría más la posición de privilegio que le otorga el tan popular como oscuro ranking de Trip Advisor.
Bodega: Carta zarrapastrosa y complicada de la que me quedé con el modestísimo vino de mi tierra 7 de Vi 2011 (Ull de Llebre y Merlot). DO Costers del Segre.
Precio: 30 € (precio medio 25€-30€)
En pocas palabras: Un interesante viaje gastronómico “low cost” por Asia
Indicado: Para disfrutar de un cosmopolitismo gastronómico para casi todos los públicos.
Contraindicado: Para los que buscan lo que disfrutaron en la otra punta del mundo.
Martínez de la Rosa 71, Barcelona.
93 218 53 27
La lista de restaurantes de BCN en tripadvisor es muy poco fiable, llena de reviews sospechosísimos de amiguismo. ¿Has visto el top-10? Sitios normalitos hinchados a base de comentarios y que luego no cumplen las expectativas...
ResponderEliminarNo podría estar más de acuerdo contigo, apreciado Anónimo.
ResponderEliminarUn saludo,
eduard