Sabedor de que enero es un mes de rebajas y de Anglirus, las dos crónicas de esta semana las protagonizarán casas de comidas cuyas facturas finales ni os obligarán a adelgazar vuestro apetito consumista ni os lastrarán en la subida de la larga y empinada cuesta con la que cada año nuevo nos da la bienvenida.
Y así, el restaurante que nos ocupará en la primera de ellas responde al nombre de Panino Silvestre.
Podría deciros que el Panino Silvestre es un restaurante del barcelonés barrio de Sarrià y tener la conciencia bien tranquila, pues ni un ápice de mentira contendrían mis palabras.
No obstante, si lo que me demandáis es “verdad de la buena”, quedaros con que el Panino Silvestre es una bocatería con vocación de encontrar segundas, terceras… -cuantas más mejor-residencias entre las calles de Barcelona.
Una bocatería que Gonzalo Comella y señora (Sonia) se trajeron, cual pan bajo el brazo, de sus escapadas a Italia. La moda (otrora la vida profesional de Gonzalo) les hacía volar frecuentemente al país transalpino, y en sus equipajes de vuelta siempre había espacio para algo que nunca pasará de moda: su gastronomía. Y así, tras muchas idas y venidas de Gonzalo y Sonia a Italia, hoy, los vecinos de Sarrià podemos disfrutar de un pedacito de ésta.
Sin duda, la gastronomía italiana siempre ha sido un objeto de deseo para los barceloneses, pero últimamente parece que nuestro romance con la cocina transalpina está más vivo que nunca y sus frutos son más apetecibles. En este sentido, si antes la medíamos en kilos –lo más destacado era su cantidad, ya fuese de restaurantes o de sus raciones-, afortunadamente, hoy podemos clasificarla por número de quilates.
Quilates que, en el restaurante Panino Silvestre, hacen ostensibles los numerosísimos sellos DOP o IGP que visten sus embutidos (i.e. bresaola, copa, porchetta o mortadela de Bolonia) y sus quesos (fontina, burrata, gorgonzola, stracchino…).
Quesos y embutidos que pueden comprarse al peso para ser disfrutados en casa, pero cuyo más propicio destino es acabar emparedados entre el valor seguro de los panes –en sentido amplio, pues en la bocatería Panino Silvestre hacen buena la paráfrasis “a falta de pan buenas son piadinas y paninos”- del horno Baluard (piadinas y paninos de los que, en puridad, también puede disfrutarse en casa, pues en el restaurante Panino Silvestre ofrecen los servicio de “take away” y de “servicio a domicilio”).
Y puesto que se predica con el ejemplo, en mi primera –seguro que habrá muchas más- visita a la bocatería Panino Silvestre disfruté de sus bocatas in situ –ya otro día probaré su servicio de “take away” y difícilmente llegará la ocasión en la que teste la puntualidad de sus entregas a domicilio, pues vivo a escasos 200 metros del restaurante-.
Primera cena en el restaurante Panino Silvestre protagonizada por:
Un excelente panino “Speed” (gorgonzola, copa, cebolla a la miel y rúcola).
Una muy buena piadina “Cicciolina” (porchetta -¡Qué buena es esa suerte de kebab de cerdo cuando es buena!-, scamorza affumicata y berenjena).
Y dado que la lectura de su oferta de postres (tiramisú, yogures DO Pastoret o panino de Nutella) no provocó ningún rum-rum en mi estómago, otro panino, en este caso, el “Stiloso” (mortadela, mozzarella y brotes verdes –casi tan pachuchos como nuestra economía-) hizo las veces de postre –por desgracia, fue el menos lucido de los tres-. Y pues este párrafo se ha erigido como el buzón de quejas, aquí dejo la más severa de las mías: no es de recibo que una bocatería con pretensiones ofrezca para regar sus panes un aceite tan malo –no puede ser que en un país de aceituneros altivos en tantos restaurantes se sirvan aceites vulgares, refinados o incluso de campañas anteriores-.
En definitiva, una notable bocatería italiana de Sarrià –solo por el momento, pues si siguen así, la “franquicia” vendrá rodada- de la que disfrutar desayunando, almorzando, merendando o cenando.
Bodega: Un par de copas del correcto verdejo Afortunado 2012 (Viñedos Singulares; DO Rueda).
Precio: Paninos y piadinas entre 6 € y 8 €.
En pocas palabras: Piadinas y paninos preciosos.
Indicado: Para los que sabemos que dos rebanadas de pan pueden encerrar mucha virtud.
Contraindicado: Para los que, a pesar de los Fastvínic, Sagàs… y ahora Panino Silvestre, siguen creyendo que no existe otra muda para los bocatas que el papel “Albal”.
Major de Sarrià 92, Barcelona.
932 520 792
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