jueves, 21 de abril de 2011

L’Estel de la Mercè

Tres semanas después de la remodelación que ha dado un “look” más acorde con su propuesta gastronómica, me dejé caer por este restaurante que, no voy a negarlo, había tenido “castigado” casi un año por una primera experiencia, no poco satisfactoria, sino muy alejada de las expectativas generadas.


En este sentido, L’Estel de la Mercè me recuerda muchísimo al barcelonés Gresca, pues son dos restaurantes para los que los profesionales de la restauración solo tienen palabras positivas (Jordi, Albert… en Barcelona, Marc, Gabriel…en Lleida –los cuatro magníficos cocineros-) pero en los que, hasta el momento, yo nunca me había deleitado con sus mieles.

Espero que, en la próxima ocasión en la que me deje caer por la casa de comidas de Rafa (Gresca), pueda, por fin, tal y como me ha sucedido en esta última visita a L’Estel de la Mercè, comprender el porqué de tantas alabanzas de sus compañeros de profesión, de estado civil –pues no nos engañemos, la gastronomía trasciende de un mero oficio-.

Si en mi última crónica, tal vez en exceso ácida por la inmediatez de la derrota de mi equipo ante el eterno rival, apuntaba que The Restaurant Magazine representó, a mi entender, durante un tiempo, la “gran esperanza blanca” de la crítica gastronómica, sin duda, L’Estel de la Mercè la encarna dentro de la restauración, resignada, obstinada en idolatrar el falso becerro de oro –que nadie se confunda y los asimile a la gallina de los huevos de oro- que representan los caracoles, de las tierras de Lleida.

“Gran esperanza blanca” para las gastronomía de mi tierra por culpa de la brillante labor que Toni –el mejor, junto a Judit (Cassia) sumiller de la ciudad- desarrolla en la sala y a la que, Mercè, fiel a las enseñanzas de su padre, Doctor en cocina tradicional, a la que ella ha dado una o dos vueltas, lleva a cabo en la minúscula cocina del restaurante.

Y así, la cena degustación que me reconcilió con L’Estel de la Mercè, tras la exhibición que Toni realiza al comensal de los pescados salvajes del día (en mi caso: merluza del cantábrico, rape negro, lenguado y lubina), la compusieron:

Un excelente cardo estofado con alcachofas confitadas y almejas.

Una degustación de unos correctos patés de la casa: a la antigua (tomillo, trufa y foie), de campaña con trufa y un parfait de foie con biscote de aceituna negra, con sus confituras (cebolla, frutos rojos e higos respectivamente).

Un buen tártar de atún –al precio del menú degustación, evidentemente, no puede pretenderse que sea de Almadraba- con alcachofas, pipas y un agradable toque picante.

Unas muy buenas lascas de morro de bacalao confitado sobre pan de Cerdeña, calçots, patata confitada y tomates cherrys semi-secos.

Un magnífico risotto de arroz carnaroli, como debe ser, con vino negro y perdiz escabechada.

La peor experiencia de la noche, representada por unos buenísimos filetes de lenguado cuyo sabor desaparecía por completo bajo el peso, y perdonada la redundancia, de una pesadísima infusión de quesos (Tou de Tilers y mascarpone).

Un, de nuevo, excelente pescado, en este caso, una lubina salvaje, al que las texturas de vino (reducción, crema, crujiente y emulsión), y en particular el crujiente por culpa del “gomoso” Isomalt, le rendían un flaco favor.

Una más que notable presa ibérica con pan con tomate. Eso sí, su pan con tomate: unas rebanadas finísimas de pan entre las que se alojaba una lámina de panceta ibérica –para potenciar el componente graso e ibérico del plato- y sobre las que reposaba un puré especiado de tomate.

Su –muy poco mío, por el exceso de amareto y por comerse con tenedor- tiramisú, acompañado de un buen helado de praliné.

Y una, en cambio, excelente crema cuajada –por estar cocinada a baja temperatura casi tres horas-, gratinada y acompañada de unas uvas salteadas, una reducción de moscatel y una emulsión de coco.

En definitiva, un restaurante en franca progresión cuyas alas, vistas la ilusión, pasión, talento y dedicación que el matrimonio que lo regenta le dedica, solo podrán cortárselas el, cuanto menos difícil, comensal de mi tierra.

Bodega: ACUSP 2009 (Pinot Noir). Castell de l’Encús. Costers del Segre. Agua mineral Vilas del Turbón.

Precio: 95 € (menú degustación (55€) + un notable, un excelente vino (38€)). El precio medio de la carta con bebidas ronda los 50 €, cinco euros arriba cinco euros abajo.
Calificación: 14,5/20

En pocas palabras: Deseo, el espejo en el que se mire la gastronomía de Lleida.

Indicado: Para disfrutar de una notable cocina creativa que, como pocas, comprende, respeta la tradición.

Contraindicado: Para los que se empeñan en encasillar a la gastronomía de Lleida en el caracol y la brasa.

Templers 19, Lleida
973 288 008

16 comentarios:

  1. Quan he començat a llegir ho he fet amb la idea de q era de BCN i pensava... "Que raro no haver sentit d aquest lloc", però ja he vist q era de Lleida.... Doncs té bona pinta el menú.....
    De Gresca en soc fan... xo he gaudit mès de menús de migdia q el parell de vegades q he anat a la carta....

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  2. Molt bona, Ricard.

    Sens dubte, si estigués a Barcelona, seria un dels teus fixes.

    Salutacions,

    eduard

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  3. Eduard desde fa temps pensu, que al restaurant Gresca li hauries de donar una segona i perque no tercera, oportunitat...simplement gresca!!
    Pau.

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  4. Hola Pau,

    Dues i tres ja els hi he donat, però no dubtis que la quarta també caurà, i serà en breu.

    Salutacions,

    eduard

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  5. Doncs esperu el post amb ganes.....
    Pau.

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  6. Apreciado Roberto,

    Me disculparás, pero mis limitaciones no me permiten comprender tu críptico lenguaje.

    Un saludo,

    eduard

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  7. Em deleixo per llegir els teus posts de Setmana Santa, o bé vas fer penitència?

    Quim

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  8. Hola Quim,

    El que no he fet són vacances.

    No obstant, en hores podràs llegir Les Magnòlies, i en un parell o tres de dies la crònica dels nous menús del Coure.

    Salutacions,

    eduard

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  9. ¿tiene algo que ver con l'estel de gràcia?

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  10. No, no tienen ninguna vinculación.

    Un saludo,

    eduard

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  11. Hola Eduard,

    Tenía entendido que no trabajabas y que estabas dedicado enteramente a lo que más te gustaba, la gastronomía y este blog.

    Espero impaciente los nuevos menús del Coure.

    Un saludo,

    Mónica

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  12. No trabajo ya como abogado, Mónica.

    No obstante, hace poco me han dado la oportunidad de asesorar, colaborar en el cambio de propuesta gastronómica de un restaurante de mi Lleida y es lo que me está teniendo muy ocupado ultimamente.

    Un saludo,

    eduard

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  13. Eduard... per fi vaig poder anar a Alkimia i tenis raó de que la cuina i el tracte són excel·lents.

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  14. Acabo de llegir el teu post. M'alegra que gaudissis de l'experiència i, particularment, sent una ocasió especial.

    eduard

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