Un gran proyecto, y la Fábrica Moritz lo es, no sería posible sin grandes hombres, y, vistos los primeros pasos –sí, todavía estamos observado los albores de su caminar, pues hasta que la Brasserie vea la luz (antes de finales de año) y el restaurante Alkimia ocupe el otrora piso de la familia Moritz disponiendo, por fin, de la sala que su cocina hace ya muchos años que merita, no podremos decir que este macro-proyecto gastronómico de la Ronda de Sant Antoni habrá alcanzando la madurez- de la Fábrica Moritz, no cabe duda de que Albert Castellón y Jordi Vilà lo son.
No obstante, y permitidme una de esas paráfrasis que tanto me gustan, grandes nombres no mueven molinos, y así, sin el equipo, capitaneado por Ángel Vidaurre (mano, y parte del brazo, derecha de Jordi Vilà) y Xavier Ayala (ex-sumiller del restaurante Moo, nombrado hace unos años mejor sumiller de Cataluña y flamante fichaje de Albert Castellón) y formado, entre muchos otros, por Miquel, Germán, Pablo o Ramón, no cabría entender el éxito de la Fábrica Moritz.
Hace unos días la Fábrica Moritz era solo una cervecería –eso sí, una de las más bellas del mundo-. Desde el pasado 18 de septiembre es también un Bar à Vins. Y lo dicho, el día de mañana será una brasserie y la morada del restaurante Alkimia. Pero ya que mi dotes premonitorios son los mismos que los de los videntes que, cual vampiros, acechan en las madrugadas televisivas, esto es, nulos, esta es la crónica del Bar à Vins de la Fábrica Moritz.
Un Bar à Vins cuya filosofía ilustra a la perfección la siguiente conversación –espero que Albert y Jordi me disculpen por la licencia-:
Cliente: Camarero, un porrón de L’Ermita, por favor.
Xavi Ayala: ¡Marchando!
O, en otras palabras, un Bar à Vins que ha nacido para que disfrutemos del vino sin corsés, casi a lo canalla y que, en consecuencia, se presenta como la alternativa, no excluyente, al gran Monvínic.
Bar à Vins de la Fábrica Moritz cuyo fondo de armario puede presumir de 430 referencias, cuatro decenas de ellas disponibles por copas, y en el que a una no menos destacada propuesta gastronómica le dan forma hasta 80 platos.
Vinos por copas, o a peso, pues se sirven sobre una balanza utilizando la equivalencia centilitros-gramos, entre los que, en cantidades que van desde la cata a la borrachera (1cl, 2cl, 5cl, 10cl, 30cl o botella) uno puede disfrutar de L’Ermita 1998 (653 € la botella, y 19,16 € los 2 cl) o del Vosne Romanée 1999, de Romanée Conti (562 la botella, y 41,25 los 5 cl). Y cómo es posible, puede que os preguntéis, pues gracias a un sistema de conservación del vino, de uso exclusivo en el Bar à Vins de la Fábrica Moritz y patentado por Jorge Roehrich Moritz, que, gracias a saturar el espacio vacío de las botellas con el gas noble Argón, consigue una atmósfera inerte que impide la oxidación del vino y permite que una botella abierta no se corrompa hasta los dos meses.
Y propuesta gastronómica materializada en una carta en la que encontraréis: petit fours salados (panellets, cakes, sándwiches, tartaletas, quiches, gougères y éclairs), ostras, embutidos españoles (Maldonado, de Can Rovira, del Pirineo…) e italianos, quesos (catalanes, españoles y europeos), patés, rilletes, salazones, ahumados (Carpier), conservas (José Peña y Nardín), cocottes saladas y dulces, y petit fours dulces.
Pero basta ya de palabras y vayamos a los hechos.
Encontrados los dos amigos que me eran precisos en pro de poder probar más platos y así ofreceros una mejor crónica –a falta de hijos, buenos son los lectores- en la noche de ayer, en el Bar à Vins de la Fábrica Moritz pude disfrutar de:
Un correcto quinteto de petit fours salados. Sin duda, fueron lo menos lúcido, con dos excepciones, de la velada, siendo tal vez culpa de sus males la dificultad de intentar que unos “recipientes” tan pequeños puedan contener tantas esencias. Éclairs de anchoas, salsa tártara y eneldo (el eneldo, desafortunadamente, era el verdadero y casi único protagonista). Panellet de puerro, beicon y cebolla crujiente (excelente). Quiche de anguila, manzana, foie y quema quemada (tanto la manzana como el foie algo desaparecidos). Cake de cacahuete, foie, cacao y coco (sobre el papel, pues gustativamente solo era de cacahuete y cacao). Gougère (lionesa) de manteca colorá, PX y limón (excelente).
Un buen pan de cereales con tomate para acompañar a una lucha italiano-andorrana de embutidos. Por KO ganó a la Donja de Andorra el Ciausculo (brutal salami italiano de textura parecida a la sobrasada).
Una muy buena rillete de pato y estragón.
Un excelente hígado de rape (Carpier) con salsa ponzu.
Una magnífica cocotte de pollo con limón, aceitunas verdes y cava.
Un maravilloso Salers (queso de leche de vaca cruda de la zona de Auberge).
Una correcta cocotte de pan con vino y azúcar (muy meritorio) y cremoso de chocolate, en la que la textura gelatinosa del vino y una mejorable ganache de chocolate eran los culpables de que el postre no convenciese.
Y una buena, aunque mejorable, degustación de quesos azules ingleses y de un “afinable” Munster.
En definitiva, una pieza más de este gran proyecto que es la Fábrica Moritz y que, dada su virtud, puede que algunos terminen por creer que lo de los Moritz no eran las cervezas sino los vinos.
Bodega: Una auténtica joya para los que disfrutamos del mundo del vino, y en la que cada copa viene acompañada por un “twit” a modo de ficha técnica del vino que uno se dispone a degustar. En mi visita, me deleité con las siguientes copas y medias copas:
De Sousa Rosé (Domaine Sousa, Champagne); 4,24 € 10 cl.
Bourgogne Blanc 2010 (Domaine Roulot, Borgoña); 2,16 € 5 cl.
Viña Tondonia 1996 (Viña Tondonia, Rioja); 2,03 € 5 cl.
Vipansit 2010 (Cooperativa L’Olivera, Costers del Segre); 2 € 5 cl.
Il Frapatto 2010 (A. Ochio, Sicilia); 1,88 € 5 cl.
Nuits Saints Georges 2008 (Domaine Confuron, Borgoña); 3,85 € 5 cl.
Le Serine Noire 2004 (Yves Gangloff, Cote Rotie); 6,59 € 5 cl.
Tokaji 6 Puttonyos 2002 (C. Oremus, Hungria); 3,2 € 5 cl.
Precio: 45 € (20 € comida + 25 € bebida). Es imposible establecer una factura medio, pues uno puede “merendar” unos quesos y una copa de vino por 6 €, cenar ligeramente por menos de 20 € o ponerse la botas, y dados los vinos de los que disponen, por un precio insultante en los tiempos corren.
En pocas palabras: Bar à Vins = Jordi Vila + ambiente canalla + democratización de los grandes vinos.
Indicado: Para descubrir y enamorarse de vinos con los que hasta el momento solo habíamos soñado mientras disfrutamos de una cocina que en absoluto se presenta como una mera comparsa.
Contraindicado: Para los que creen que un bar no es país para grandes caldos –yo y mis paráfrasis-.
Ronda Sant Antoni 39-41, Barcelona
No se admiten reservas para sus “veintipico” plazas, excepto una pequeña barra para 4 valientes, todas las demás sentadas.
Amb la teva detallada crònica, m'has tret d'un dubte que em tenia intrigat... De com ho feein per mesurar el vi al cc...I ara ja ho he vist amb la balança que mostres a la foto ...
ResponderEliminarUna cosa semblant l'he viscut a París al "Wine_by_one" a la rue des Capucines, on ho solucionen amb màquines expendores tipus les de FastVinic i amb unes 40/50 referències.
És curiós de visitar i passar allà una estona i tastar per exemple un Chateau Mouton Rothhild, mentre fas gana per sopar.
Bona nit, Ricard,
ResponderEliminarCelebro haver estat d'ajuda.
Fa molt bona pinta el que apuntes de París. Prenc nota per a la meva pròxima vista.
Salutacions,
eduard
yo te diré la formula exacta cual es Eduard después de haber cenado allí el sábado:sítio incomodísimo+copas de vinos caros para que la gente pique (yo fui uno de esos tonts)+ comida precalentada+trabajo de agéncia para que la primera semana toda la gente hable= bar a vinos para tontos que se quieren dejar ver o cotillear, Monvinic siempre será Monvinic, Moritz es una copia mal hecha a base de talonários.
ResponderEliminarCarlitos
Apreciado Carlitos,
EliminarCreo que tanto Monvinic como el Bar a Vins compiten en la misma liga:
- Vinos para los que se quieren dejar ver o cotillear
- Y restaurante creado a base de talonario
Un saludo,
Apreciado Anónimo,
EliminarCreo que tanto Monvínic como Bar à Vins son, no solo mucho, muchísimo más que lo que apuntas, sino bien poco de lo que señalas.
Un saludo,
eduard
Sin duda, Carlitos, hay casi tantas fórmulas posibles como personas, y respetando, por supuesto, la tuya, no puedo compartirla, pues creo que su cocina es más que meritoria (con detalles por pulir) y sus vinos por copas en absoluto son caros.
ResponderEliminarMonvínic siempre será Monvínic y seguro que, por muchos años tendremos Bar à Vins de la Fábrica Moritz.
Un saludo,
eduard