U ojos en romaní.
Y si os estáis preguntado el porqué de tan peculiar bautismo para un restaurante, he aquí la respuesta:
Acechados por la inminencia de la apertura de su restaurante y sin haber decidido todavía a qué nombre respondería, Anna Valès (Mataró) y Manuel Pirelli (Madrid), el matrimonio responsable de esta pequeña joya de la restauración Barcelonesa, se encontraban paseado por las calles de Sevilla cuando se quedaron prendados de la sonoridad de una palabra en boca de una gitana con la que acababan de cruzarse, y así, la fonética –a la que unos cuantos no queríamos ver ni en pintura en nuestros años de bachillerato- se subrogó en su toma de decisión del nombre de su casa de comidas.
Y tras una introducción que rivaliza en peculiaridad con el nombre del restaurante que hoy nos ocupa, llega el momento de ponerse manos en la masa o, en otras palabras, de contaros que se cuece en esta casa de comidas del barrio del Paralelo.
Acai es una cocina y dos restaurantes.
Un gastrobar, inaugurado a inicios del 2011, que ocupa el espacio de la sala antes reservado a los fumadores y en el que, por una factura media de 25-30 €, uno puede disfrutar, entre otras cosas, de tablas de embutidos y de quesos, de ensaladas, de platillos de arroz, de albóndigas o de calamares, y de un par de suculentos postres. Sin duda, vistos los resultados de mi cena en el restaurante, no tardarán mucho en verme.
Y un restaurante “gastronómico” -¡Qué poco me gusta esta expresión! ¿O es que unas croquetas o un bocadillo de roast beef, bien preparados, no son también gastronómicos?-, que es el que hoy nos ocupa.
En el restaurante Acai poco escapa a la peculiaridad, y así, esta acogedora a la par que íntima casa de comidas solo abre por las noches, no dispone de carta y un menú degustación, (56 €) genuinamente de mercado (cambia cada día, dibujándolo los mejores productos que Anna y Manuel hayan encontrado en su excursión matutina por varios mercados: de los payeses en Mataró, de la Boqueria para la partida de pescados y de distintos proveedores para sus carnes ecológicas) se presenta como la única opción (es imprescindible solicitarlo al tiempo de hacer la reserva con, al menos, 24 horas de antelación, pues de lo contrario, al gastrobar –tampoco sería un drama, seguro-os veréis abocados) para disfrutar de la máxima expresión de la cocina de Manuel (ex jefe de cocina del barcelonés restaurante Ánima).
Lo siento. Sé que hoy, en las precedentes líneas, faltan más puntos que los de costumbre. Así que, en desagravio, sin más dilación, mi cena del pasado miércoles:
Cena a la que, una correcta copa de verdejo (Bianca), disfrutada en la barra del gastrobar, ayudó a hacer más liviana la espera de mi “partenaire” en la aventura Acai.
Ya en la sala del restaurante, una copa de cava Privat Brut Nature y una buena coca de pan con tomate y jamón de bellota hicieron las veces de aperitivo del menú degustación del restaurante Acai del día 19 de septiembre de 2012. ¿Quién sabe en qué se materializará hoy? El recién citado día en:
Una buena coca de pan del horno Baluard.
Unos notables boquerones ligeramente encurtidos con granizado de tomate, tomate y cebolla concasé, aguacate y aceitunas negras, en los que, dada la intensidad gustativa de los boquerones, las aceitunas negras y la cebolla, tanto el aguacate (en exceso verde) en brunoise como el tomate estaban algo, o mucho, desaparecidos en combate.
Una simplona ensalada de rebozuelos, queso curado de Mahón y arándanos.
Una de cal y otra de arena para la ventresca de caballa (brutal, untuosa…) con pulpo (le faltaba un hervor), con higos y puré de tomate asado.
Unos colosales –la visita al restaurante Acai quedó justificada con este plato- calamares de potera con su tinta, cremoso de arcilla y wasabi y crujientes de brioche.
Un buen, aunque algo pasado, arroz de Pals con verduras y breca, o pagel.
Un excelente cordero lechal (imposible que fuese más meloso) con calabaza escalibada y una salsa de especias y naranja –tal vez, esta última demasiado protagonista-.
Un muy flojo primer postre interpretado por unos melocotones de viña en almíbar acompañados por una sosa emulsión de canela.
Y un correcto (de mejorable textura) pastel (sin harina) de chocolate trufado y aromatizado con grappa.
En definitiva, otra pequeña gran casa de comidas. Casas, como Bohèmic, Embat, Topik y tantas más sin las que no cabría entender el riquísimo panorama gastronómico barcelonés.
Bodega: Sa Forana 2009 (Cabernet Sauvignon, Tempranillo, Merlot y Syrah). Bodegas Sa Forana. Vino de la Tierra de Menorca. Me duele y siento hacerme pesado en esta denuncia, pero no es de recibo multiplicar por más de tres los precios de los vinos.
Precio: 70 €
En pocas palabras: Sencillo y delicado contrapunto a la sabrosa magia de Tickets o 41º.
Indicado: Para los que, en ocasiones, tememos que llegue el día en que ya no nos quede ningún restaurante tan humilde como recomendable por descubrir, pues Barcelona sigue demostrándonos que en cualquiera de sus diminutas calles puede florecer una buena cocina.
Contraindicado: Para los que sencillez es sinónimo de simplicidad.
Elkano 69, Barcelona.
936 007 839
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