lunes, 30 de noviembre de 2009

Embat

Era una asignatura pendiente, pues hacía largo tiempo que las buenas criticas que había recibido y los orígenes gastronómicos de los responsables de sus fogones (Espai Sucre) despertaron en mí el interés por conocer su cocina, y todavía no me había dado el homenaje que supone sentarse en una de las mesas de esta casa de comidas cercana al Colegio de Abogados de Barcelona.

En estos bajos del ensanche, de humilde apariencia, tuve la fortuna de corroborar que Libentia, y otros pocos, no están solos en esto de infundir creatividad y altas dosis de pasión en productos de calidad, y cobrar por ellos un precio justo, y ello, sin perjuicio de que ambas mesas merecerían ser visitadas con independencia de la factura, que no es más que otro valor añadido a cocinas a las que éstos les sobran.

El menú degustación dio comienzo con unos interesantes: crujiente de parmesano con comino y espuma de patata con mermelada de membrillo y huevas de anchoa (la espuma era excelente, pero la intensidad del membrillo enmascaraba bastante las huevas).

El primer entrante fue una vieira sobre un puré de patatas ligero acompañado de una suave crema de limón, manzana y frutos secos garrapiñados. El puré era de una textura ligerísima y junto con la crema de limón y la manzana ofrecían una complementariedad de sabores perfecta para la vieira. Más discutible resultaban el papel de los garrapiñados.

A continuación se sirvió el canelón de pato con una reducción del jugo de su cocción y una crema de trufa negra. Perfecto. Junto con el canelón de Alkimia, sin duda, los mejores de Barcelona. Aprovecharé esta ocasión para homenajear los también excelentes de L’Estany Clar.

El plato de pescado de día era una excelente y en su punto (rosada) dorada, sobre un muy buen cuscús. Sin embargo, el otro componente del plato (aire de lima con berberechos), que como aperitivo sería excelente, no encajaba en el discurso gastronómico que ofrecían los anteriores.

El segundo plato principal era un fantástico y tiernísimo pichón (tostado en su exterior, color burdeos en su interior), regado con una reducción de su jugo y servido junto a un bizcocho de cacao, que si bien era excelente (se le notaba la impronta Espai Sucre, como sucedería con el postre), la potencia del cacao era tal vez excesiva (sugeriría mejor un bizcocho de especias, o reajustar la proporción de cacao y complementarlo con alguna otra especie tipo curry, etc.)

Como se ha indicado, el postre, con firma Espai Sucre, era una explosión de sabores en la boca fruto de una complementariedad de sabores y texturas perfecta. Así, un bizcocho de chocolate, junto con un parfait de avellanas, un ligero hilo de dulce de leche, dátiles, y todo ello coronado por un aire de vainilla, supuso el perfecto colofón para una gran cena.

En definitiva, es imperdonable no visitar esta casa, y todavía más si uno es abogado, como un servidor, pues al lado de nuestro Colegio se encuentran una de esas mesas, en peligro de extinción, en las que uno siente que ha comido por encima de lo que ha pagado.

Vino: Lalama 2005 (márgenes muy ajustados en los vinos, + 5 € aproximadamente, y una cristalería Riedel de calidad)

Precio: 50 €
Calificación: 14/20

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