martes, 10 de noviembre de 2009

Arola Arts

A pesar de la singular, y que a mi tanto me gusta, dirección de sala de mi tocayo Eduard Arola “Eddy”, tal vez el restaurante, privilegiadamente situado en la segunda planta del Hotel Arts, y que ofrece unas vistas magníficas, no cumple con las expectativas que el sello Arola le confiere.

Calidad asociada al nombre Arola que, si me permiten la excursión gastronómica, y difiriendo del criterio de los observadores Michelin, ya no brilla en el restaurante Arola Gastro como lo hacía en la Broche.

Pero retomando el propósito de esta crónica, debo decir que:

Las patatas bravas de Sergi siguen siendo un referente de originalidad y sabor. Un clásico que no pasará de moda.

El pulpo a la brasa, con su jugo, rúcula y patata, es un plato honesto, pues no pretende nada más de lo que indica, pero lo que propone lo consigue. Pulpo de calidad, buen jugo que le aporta un toque adicional de ahumado y bien acompañados por la rúcula y la patata.

Los raviolis de cola de buey, papada y foie son tal vez el mejor plato del menú que Eddy confeccionó (un buey seguro cocinado sus 48 horas, secundado por una papada y un foie de altísima calidad), pero son también el último plato que apuntaba grandes maneras tras los fogones.

El canelón de perdiz, algo seco, encuentra tan duros competidores en Barcelona (Alkimia, Embat, Gaig...), que resulta imposible que no defraude.

El lomo de cordero, con berenjena asada, mollejas y ensalada cítrica, resulta una composición notable que, sin embargo, defrauda al paladar.

En cuanto a los postres, el momento dulce, un clásico de Arola Arts, consistente en una crema de chocolate blanco, sorbete de frambuesa, granizado de lichi, mermelada de rosa y pesto de cilantro, no alcanza los objetivos gustativos que se propone, y se queda en una buena crema de chocolate blanco dotada de cierta ligereza gracias a un buen sorbete de frambuesa.

En definitiva, Arola Arts es un restaurante que por su privilegiado emplazamiento, gran decoración interior (uno no puede dejar de mirar la espectacular bodega acristalada situada en el centro del restaurante), y destellos de alta gastronomía vale una visita, pero no con la asiduidad de la que se haría merecedor si la calidad que atesora la cocina se vislumbrase en más platos.

Vino: Quinta Apolonia

Precio: 90 €
Calificación: 12/20

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