sábado, 23 de julio de 2011

Gresca (II)

Dice la sabiduría popular qua a la tercera va la vencida, pues siento discrepar, pero en mi idilio con el restaurante Gresca, la definitiva ha sido la cuarta.

Y así, hasta el pasado lunes, por tres se contaban mis visitas a este restaurante del ensanche más noble de Barcelona, y en ninguna de ellas, a pesar de haber comido bien, nunca mis labios habían saboreado las mieles de las que tanto me habían hablado dos de los grandes de la restauración de Barcelona y, sobre todo, amigos.

Pero ni hay mal que cien años dure, ni romance que a la perseverancia no ceda –para los que no suscriban esta afirmación, solo puedo recomendarles la magnífica película “Grandes esperanzas”-, y por fin, hace una semana mal contada, pude regalarme tres horas de placer en el restaurante Gresca.

Sin duda, la velada no estuvo exenta de sombras, no obstante, por primera vez, las luces se impusieron, gracias a un par de platos perfectos, a la belleza de casi todos ellos y a la personalidad de Rafa (propietario, cocinero, alma…y hasta el momento un desconocido para mi), de manera abrumadora.

Dos, si me apuráis tres, son los tipos de restauradores que existen: (i) los que podrían regentar tanto un restaurante como una tintorería, en definitiva, los que entienden la restauración como un mero negocio; (ii) los que la amaron pero, en pro de la supervivencia, de la rentabilidad, de la comodidad…se subieron al carro de los primeros; y (iii) los que morirán poniendo todo su corazón, su vida, sus recursos en cada plato (Alkimia, Can Bosch, Coure, Gresca –por supuesto, y tantos –o no tantos- más).

Y a fe de Dios que esta última forma de entender la restauración, no solo como un oficio sino como un estado civil, se puede saborear en cada plato.

Platos como los que compusieron el menú degustación del que disfruté el pasado lunes en el restaurante Gresca.

Menú degustación al que puso un flojo prólogo un crujiente de parmesano y pimentón algo reblandecido y un correcto “sashimi” de jurel con brunoise de tomate y coliflor.


Y cuyos capítulos estuvieron…

Más que notablemente interpretados en el caso del lomo de sardina, perfecta su textura, con mantequilla de especias y crujiente de bizcocho de nueces.

En bien se quedaría el foie micuit –tal vez el contracte de texturas y sabores hubiese resultado mejor de optar por un foie fresco a la plancha- acompañado de un caldo de escabeche, cebolla y puerro.

De espectacular para arriba –presencia, textura, sabor…- su versión de la tostada de tortilla a la francesa (tortilla, butifarra, jamón, caviar de tomate “de penjar”) que, por si sola, justifica la visita al Gresca, y que demuestra que rafa, además de ser un buen “arquitecto” de platos, los “pinta” a las mil maravillas.

Luces y sombras en un excelente bacalao (tripa y morro) con arroz, en absoluto bien acompañado por unos astillosos guisantes –es lo que tiene cocinar con producto fuera de temporada- y un exceso de perejil.

Solvencia pero sin emoción para el pez araña con cebolla en escabeche y canela.

Y de vuelta a la excelencia con las dos carnes del menú:

Lengua de vaca, salvia, parmesano, coliflor y salsa española. ¡Olé para esta última!

Pichón –perfecto en su cocción- al jengibre.

Lástima que ninguno de los dos postres,

Ni un “bajativo” que por nombre llevaba “Frutos rojos”;

Ni un buen, sin más, suflé de chocolate con helado de nata agria –todavía le sigo buscando tan sensación al paladar-;

Pusiesen la guinda merecida al menú.

En definitiva, cuatro años han trascurrido –a visita por año- para que el romance con el restaurante Gresca cuajase, pero a la vista de mi última experiencia, mucho tengo que equivocarme para que éste no sea largo y muy feliz.

Bodega: Goliardo Caiño 2009 (Caiño). Bodegas Forjas del Salnés. Rías Baixas. Por cierto, bravo por, su magnífica selección y sus precios -como muy pocos en Barcelona o en cualquier parte- la bodega del restaurante Gresca.

Precio: 50 € (menú degustación) + 30 € (botella de Goliardo Caiño 2009)
Calificación: Colorín colorado, las puntuaciones, por injustas –aunque solo una lo haya sido, ya serían demasiadas-, por decir mucho y nada si se entienden como un elemento ajeno a la crónica que las precede, por, ahora que son más de doscientas, adolecer, seguro, de falta de coherencia interna, y porque rectificar es de sabios –o no hacerlo es de necios-, se han acabado. ¡Gracias Rafa!

En pocas palabras: Cocina creativa y, sobre todo, con amor y honradez.

Indicado: Para los que gustan de la gastronomía con personalidad.

Contraindicado: Para los que comer es más el dónde que no el qué o con quién.

Provença 230, Barcelona
934 516 193

6 comentarios:

  1. M'alegro de que a la quarta t'hagi convençut.... Jo ara fa com 6 o 7 mesos que no hi vaig, però és un dels meus llocs de referència... I del darrer cop recordo la llengua, que després vaig intentar reproduir a la meva cuina, tot i que amb menys èxit.

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  2. Gràcies, Ricard. M'ha costat, però crec que, per fi, he caigut rendit als encants d'aquest petit gran restaurant.

    Bona nit,

    eduard

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  3. Aquest post, per mi es tan o mes, com amb la sensació del fitxatge de l'alexis pel barça!!ALELUIA!
    Eduard..ens comensem a entendre..sobretot en els tres tipus de negoci..la comperacio rest-tintoreria,jo la faig amb floristeria..
    el restaurant GRESCA permi es d'admirar i molt!!
    i ames crec que els temps de sorpresa a cada apat de cada restaurant, en forma d'innovació s'han "acabat", és mès crec que s'han de acabar, i començar a aprofundir en TOT EL QUE A SORTIT EN ELS ULTIMS 10/15/20 ANYS!!
    Salut i GRESCA!!
    PAU.

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  4. Doncs si que t'ha agradat, Pau.

    I com bé apuntes, senzillesa, tradició, autenticitat, proximitat...són el nous temps que corren en gastronomia.

    Salutacions,

    eduard

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  5. Hola Eduard,

    Yo fui al Gresca recien inaugurado, y claro, le faltaba rodaje, asi que queda pendiente una nueva visita, despues de unos añitos.
    (no se por que no aparecen los acentos, te aseguro que los marco)
    Mas cosillas, el otro dia salio en el Dominical del Pais una referencia a los del Attica, como buen restaurante a low cost, de verdad que es muy interesante.
    Y fui al Boo, el nuevo Beach Club, y tengo que decir que no me gusto, y mita que tiene posibilidades, en cambio si que me gusto el Pez Vela, tienes razon que la oferta gastronomica del Grupo Tragaluz es lo que es, pero el sitio es tan bonito y privilegiado, y nos trataron tan bien, que se nos olvido. (siguen sin aparecer los acentos, no se)
    Un saludo,

    Monica

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  6. Ya no me quedan, entonces, excusas para no visitarlos.

    Un saludo,

    eduard

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