miércoles, 28 de julio de 2010

Acuamar

Digeridos los acontecimientos del pasado domingo, me asalta la siguiente duda:

¿Mi paladar ha evolucionado mucho -cosa que dudo-, o en esta casa de comidas marineras ha tenido lugar un flagrante abandono de la buena praxis de la que antes hacían bandera?

Seguro que, fruto de la experiencia que voy adquiriendo cada vez que cruzo el umbral de un restaurante mi paladar va adquiriendo algo de sapiencia, no obstante, el elevado grado de insatisfacción cosechado en esta última visita al restaurante Acuamar sólo puede responder a la concurrencia de los dos elementos apuntados al inicio.

Durante muchos años este restaurante situado frente al puerto de Cambrils ha sido una cita ineludible para mi familia en estas fechas. Fidelidad que el restaurante Acuamar se había ido ganando gracias a un buen hacer tanto en su cocina, visible en platos como los arroces o en la utilización siempre de productos fresquísimos y de la máxima calidad, como en su sala. Hoy, desafortunadamente, las cosas han cambiado.

Ha cambiado el servicio de sala, hoy más preocupado en poder encajar dos turnos en un mismo servicio que en atender las necesidades del comensal.

Ha cambiado la cocina, o como mínimo, tiene lesionada esa mano virtuosa para los arroces.

Han cambiado las prioridades al ir a hacer la compra, pues antes sólo entraban en la cocina productos de primera y, en cambio, el único que realmente destacó por su calidad en la comida del pasado domingo fue el plato de cigalas.

Cambios que, o no todo el mundo ha advertido, o lo han hecho, pero han decidido mirara para otro lado, pues, como siempre, el restaurante Acuamar estaba hasta los topes.

El “fundamento”, como diría el cocinero más cachondo, y mejor pagado de nuestro país, Karlos Arguiñano, de cuanto he expuesto, es el que sigue:

Como he escrito, las cigalas fueron el único producto que destacó por su calidad. ¿Pero alguien me puede explicar qué relación guarda una guinda con estos crustáceos?

En cambio, las cocochas de merluza, eran más que prescindibles. Pequeñas y mediocres, y en las que el sabor dominante era el de un aceite “refrito”.

El arroz de marisco, por su punto extremadamente pasado, tampoco merece salvarse de la “sucarrá”.

Sí, en cambio, la lubina al horno que, a pesar de ir acompañada por unas patatas semi-crudas, era más que aceptable.

Me duele escribir con la contundencia con la que lo voy a hacer, mas la crema catalana que hacía las veces de postre es, sin duda, una de las peores que he probado: grumosa, dulzona, templada...

En definitiva, una nueva constatación de que la máxima “quien tuvo retuvo” no siempre resulta de aplicación.

Precio: 40 € + Vino
Calificación: 10/20

Indicado: Disfrutar, en un ambiente familiar, de una comida a primera línea de mar.

Contraindicado: Quienes mantengan en su memoria un grato recuerdo de este restaurante.

Consolat de Mar 66
Cambrils (Tarragona)
Tel.: 977 360 059

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