Caluroso, muy caluroso día de reflexión en Lleida –soy consciente de que esta crónica llega con mucho retraso- y, a pesar de ello, el cuerpo me pedía un arroz para comer.
Sin duda, son unos cuentos los buenos arroces que se pueden encontrar en mi ciudad (el negro del restaurante Àncora, el de conejo de El Xalet Suis, el risotto de trufa blanca del Cassia, por citar algunos), pero si alguna casa de comidas se erige como primera espada en tan sabrosa contienda, esa es La Clasca. Así pues, resuelta quedaba la comida sabatina.
No obstante, y aprovechando el buen tiempo, no fue el restaurante La Clasca la primera parada gastronómica de ese día, pues un excelente vermut de la casa, por supuesto, con sifón, y una muy buena “barreja” (aceitunas rellenas, calamar, berberechos, navajas…) en el Bodegón (Rambla de Ferran), la precedieron.
¡Qué lástima que, en muchos sitios, principalmente en las grandes ciudades, se esté perdiendo la cultura del vermut!
Ya en La Clasca, un precioso restaurante situado a orillas del Segre y regentado por tres hermanas, me decanté por un picoteo como entrante y una degustación de un par de arroces haciendo las veces de plato principal, y, desvelando cualquier tipo de misterio que, en breve, hubiese quedado resuelto, os diré que, con la excepción de los dos arroces, el nivel exhibido fue mucho menor del esperado y del disfrutado en anteriores ágapes en La Clasca.
Mal, muy mal comenzaron las cosas cuando como aperitivo de la casa se nos sirvieron unas tristes chips de bolsa: imperdonable en una casa como La Clasca dado, principalmente, la factura final.
Sin duda, el panorama mejoró con los entrantes, aunque ninguno de ellos –puede que la ventresca de bonito sí- fuese lo lucido que era de esperar.
Correctas, sin más las anchoas, las croquetas de pollo y los calamares a la romana con alioli, y de textura más que mejorable el pulpo “a feira”.
Afortunadamente, como apuntaba, otro gallo cantó con los arroces, y así, un sonoro aplauso merecen tanto el arroz de arroz de bacalao y verduras como el de lubina y setas de los que disfruté.
Siguiendo con los adverbios, desafortunadamente, los postres retomaron las andadas de los entrantes, y ni unos sosos canutillos de crema y nata, ni unas sólidas, cundo tenían que ser líquidas, croquetas de chocolate, permitieron que la comida terminase con un regusto dulce en el paladar.
En definitiva, un restaurante que sigue siendo un valor seguro para disfrutar de un magnífico arroz en la capital de “Ponent” que, no obstante, en el resto de partidas está viviendo sus horas más bajas.
Bodega: La Cana 2009 (Albariño; Rías Baixas) y Saó Abrivat 2008 (Tempranillo, Garnacha y Cabernet Sauvignon; Costers del Segre)
Precio: 60 €
Calificación: 13/20
En pocas palabras: Arroces y, por el momento, poco más.
Indicado: Para, y ya disculparéis la reiteración, disfrutar de la mejor y más amplia carta de arroces de Lleida
Contraindicado: Para los que, como un servidor, solo con una parte, por buena que esté, nos cuesta disfrutar, justificar el Todo.
Jaume II 17, Lleida
973 213 596
No hay comentarios:
Publicar un comentario