miércoles, 25 de noviembre de 2015

Bodega 1900

Tras el enorme chasco que supuso mi almuerzo dominical en el restaurante Fonda España, tocaba recuperar sensaciones y, nada mejor para ello, que poner rumbo a una de las zonas gastronómicas más calientes de nuestra ciudad (Paral•lel/Sant Antoni) y ponerme en manos de Albert Adrià.

Muchas eran las opciones, pero ya que la cocina nikkei suele dejarme bastante frío -descartado el restaurante Pakta-, lo que demandaba mi paladar era paz -del todo incompatible con el ardor mejicano de los restaurantes Hoja Santa o Niño Viejo-, y la improvisada decisión convertía en casi quimérico conseguir un tiquete para el restaurante Tickets, mi tercera visita al restaurante Bodega 1900 estaba servida.
Vencí tanto en la primera, hace casi dos años y a los pocos días de que levantasen en telón, como en la segunda, pero sin duda, ésta tercera ha sido la mejor.

En unas horas la Guía Michelin repartirá -cicateramente, como de costumbre, ya lo veréis- las Estrellas de 2016, y si los Hombres de Rojo mirasen a la restauración española con el mismo cariño que a la francesa, nipona, italiana o alemana, entre las que reparten 600, 500, 400 y 300 Estrellas respectivamente (por las tristes 200 que brillan en la Península), la Bodega 1900 merecería lucir uno de sus preciados “Macaron”.

Permitidme, a propósito de la noche de Estrellas fugaces pero, sobre todo, esquivas, que estamos a punto de vivir, que me aventure con una porra -hecha con la cabeza, no con el estómago o el corazón, pues los Hombres de Rojo, con mis deseos, se portan mucho peor que Papá Noel- de lo que sucederá, principalmente, en Barcelona.

Dos Cielos recibirá, por fin, su merecida segunda Estrella.

Los restaurantes Disfrutar, Hoja Santa, BistrEAU, Espai Kru y La Taverna del Clínic -éste último, inexplicablemente-, obtendrán su primera distinción.

Nectari -y no será el único- puede que pierda la que luce.

Ni Can Jubany, ni Can Bosch recibirán la Segunda -en Madrid, seguramente, DStage sí que lo hará-, ni Coure, ni Gresca la Primera -el maltrato durará un año más-.

No tendremos ningún Tri-Estrellado más -la palabra maltrato queda cortísima para lo que hacen con el restaurante del mejor cocinero del mundo (Andoni Luis Aduriz, Mugaritz)-, ni menos.


Terminada mi excursión por un terreno tan pantanoso, centrémonos ya en el más popular -por la democratización de la alta gastronomía que practica- de los restaurantes fruto de la simbiosis de dos grandes estirpes de restauradores (Adrià e Iglesias).

¿Qué es la Bodega 1900? ¿Una bodega, o un restaurante?

Su fachada, interiorismo, comodidad y carta de vinos, sin duda, son propios de una tasca de barrio, pero su propuesta gastronómica (dirigida por Ferran Soler, bajo la tutela de Albert Adrià) y su servicio de sala (comandado a las mil maravillas por Ángel Geriz) decantan -y claramente- la balanza hacia el lado del restaurante de altura.

Un restaurante que ofrece una cocina bella, divertida, técnicamente impecable y también muy, pero que muy sabrosa, y de la que puede dar fe un almuerzo que discurrió por:

Un vermut de la casa -elegido, que no impuesto por falta de opciones, pues hasta una quincena se cuentan en su carta de aperitivos- disfrutado en su minúscula terraza.

Unas algas crujientes con quinoa: la sabrosísima corteza de los veganos.

Unas esferificaciones de aceitunas con jugo de piparras. Un bocado clásico e imprescindible -y que jamás será “viejuno”- del universo gastronómico Adrià que, para mayor gozo, adquiere más punch ahora que las piparras han sustituido a las anchoas.

Un dúo de resultones montaditos: pulga de ensalada de cangrejo de las nieves (el hermano pequeño del real), con eneldo, aguacate y romesco; y tosta de pastrami con col encurtida, crema de rábano picante, ralladura de rábano y eneldo -a mi entender, ganaría enteros si se sirviese sobre una tostada menos tostada, algo más mullida, pues su textura era demasiado invasiva-.

Una muy buena croqueta de jamón Joselito que, no obstante, no está a la altura de las grandes croquetas de Barcelona (Bar Bas, Mont Bar, Vivanda o Coure); y una notable empanadilla de cochinillo, afeada por un exceso de picante que, cual lobo, se comía al pobre cerdito, relegando al cochinillo a mera textura.

Unas magníficas (frescura, sabor, punto de cocción) sepionetas a la plancha. Sepionetas que reposaban sobre una salsa de su melsa y de su tinta que me obligó a reclamar la presencia del pan, del buen pan rústico de Paco Roig.

Una excelente composición de alcachofas confitadas, crema y virutas de Idiazábal, limón marroquí y perejil, buen perejil -a los que les parezca una tonta precisión, es que nunca han comido un buen perejil-.

Un buen mollete tostado de calamares al que, de nuevo, restaba enteros un exceso de picante (de salsa brava).

Un sabrosísimo pulpo al Josper (ahumado), acompañado por unas papas canarias con mojo picante de lagrimón -lágrimas aquí no provocadas por un exceso de picante, sino por sus magníficas textura y sabor-.

Y dos postres impecables:

Pijama tropical: flan de fruta de la pasión (aunque, por su textura, diría que tenía complejo de tocinillo de cielo -¡Mmmmm!-), mango, sorbete de menta, espuma de coco, crumble y toffee.

Y bizcocho de zanahoria (con un glaseado por el que Homer Simpson mataría) con helado de jengibre, crema de queso y jengibre y ralladura de naranja.

En definitiva, un gran restaurante camuflado de bodega que hace pedagogía y democratiza la alta cocina, y en el que, por cierto, se come de coj… la mar de bien -seamos “polites”, que hoy ya he levantado, seguro, más de una ampolla-.

Bodega: A pesar de la mejorable carta de vinos, apenas cuenta con 20 referencias de poco interés, salvé los muebles con la solidaria malvasía seca de Sitges de la Bodega Hospital Sant Joan Baptista.

Precio: 50€. Precio medio: 20€-70€ (en función de si a la Bodega 1900 uno va a hacer el aperitivo o a pegarse un festín).

En pocas palabras: Alta gastronomía de barrio.

Indicado: Para los que deseen hacer un viaje “low cost” al universo gastronómico Adrià.

Contraindicado: Para los que en las bodegas, en las tascas, buscan y valoran el olor a fritanga, las mesas sucias, esas servilletas de papel de fumar que ni limpian ni se fuman, ese camarero siempre malhumorado… en definitiva, los asiduos del Bar Tomás -más que el caso Adrià, en Harvard deberían estudiar el fenómeno Tomás y cómo unas bravas tan mediocres han obtenido tanta fama-.

Tamarit 91, Barcelona.
933 252 659

PD: Este año no valoraré en esta bitácora las Estrellas Michelin 2016. No obstante, si mañana queréis conocer mi parecer, a las 20:00 me podréis encontrar en 8TV ofreciendo mi opinión a Josep Cuní y a los espectadores de su 8aldia.

6 comentarios:

  1. Es cierto que hace tiempo que a alguien le interesa hacer campaña pro-Taverna del Clínic y han conseguido sonar con fuerza para la estrella (ya lo hicieron el año pasado), pero ni puedo ni quiero imaginarme un escenario con estrella para la Taverna... ¡y que no la tenga Rafa Peña y su Gresca!

    De acuerdo en el resto de pronósticos, aunque yo sigo sin perder la esperanza del triestrellato de Mugaritz, aun en uno de los años en el que su menú ha sido más 'difícil'.

    Un saludo!

    Dani - Estocomo

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    1. No puedo más que suscribir de la primera a la última de tus palabras, Dani.

      Crucemos los dedos por Albert, Rafa y Andoni, pues la esperanza es lo último que debe perderse.

      Un saludo,

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  2. Hola eduard, estic d'acord amb tú, cada cop que visito la Bodega es millor que l'anterior, es increible la capacitat de millora, al inici semblava que que només es podría anar per fer un Vermutet i ara cada cop es fa més difícil la tria dels plats i acabes menjant millor que a molts restaurants de la càpital.

    Per cert demà no et podré veure a 8tv, estaré camí del Celler,
    ahisss quin greu que em sap

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    1. Vistes les Estrelles ja donades, sort que no em veuràs, doncs treuré foc pels queixals.

      Molt bon profit!

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  3. Gràcies ,
    Perquè ho dius, per les baixas, les noves o las no donades?
    Jo de les noves hi estat al tres macarrons i home em va agradar pero no se si per tant i al Hoja Santa no he anat pero pel que es comentar en general potser una mica forçada,
    I en canvi el Manairo que tothom en parla be li han tret...i las 2 no donades a 2 Cielos o Can Jubany si que no hi ha per on agafar-ho

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    1. Una mica per tot, Toni.

      Per les no donades, principalment a Mugaritz, Dos Cielos i Espai Kru.

      I per la treta a Manairó. Hi ha Estrellats a Barcelona (Nectari, Cinc Sentits o Gaig) que les mereixen molt menys.

      Disfrutar i Hoja Santa les mereixen, i diumenge, que hi dino, et diré el què respecte el 3 Macarrons.

      Una abraçada,

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